Thursday, 25 de April de 2024 ISSN 1519-7670 - Ano 24 - nº 1284

Josep M. Casasús

‘El juego semántico-tipográfico ideado en un artículo publicado en ‘La Vanguardia’ por el sociólogo Manuel Castells al escribir ‘movil-ización’ ha movilizado otras sugerencias en algunos lectores, además del que cité en la crónica dominical de defensor del pasado 18 de abril.

Otro lector, Ignasi Ribas, me envió un correo electrónico el pasado 20 de abril en el que, entre cosas, dice: ‘Estoy de acuerdo con que el uso del guión en ‘movil-ización’ es muy adecuado y atractivo. El lenguaje es un instrumento de vida, que evoluciona y que expresa más cosas de las que dice’.

Y añade: ‘Este atrevimiento tipográfico nos llama la atención de manera inconsciente sobre el proceso de sustantivación que ha seguido la palabra móvil aplicada al teléfono. Hasta hace unos años el único sustantivo a la entrada ‘móvil’ era posiblemente una obra de Calder. Sin darnos cuenta el pequeño teléfono ha hecho suyo el significado de uno de los adjetivos más universales. Creo que con su guión Manuel Castells resalta implícitamente este hecho’.

El mismo lector comenta la capacidad que demostró el móvil la vigilia de las elecciones de convertirse, dice, en ‘un contrapoder, rápido, incontrolable, quizás incluso democrático’, y observa lo siguiente: ‘Aquello que tanto se especuló que nos podría llevar internet cuajó por sorpresa, de manera espectacular, en este avanzado de la informática ubicua que es el teléfono móvil’.

El lector Jaume Casamitjana, con ocasión de una conversación telefónica que el pasado día 30 de abril mantuvimos sobre otras cuestiones, también me comentó el fenómeno del móvil en términos parecidos. Dijo concretamente: ‘No es de extrañar que el móvil supere en popularidad y en uso a la comunicación electrónica puesto que es más manejable y más cómodo de llevar’.

Admitamos que televisión e internet dominan en el imaginario social sobre el poder de la comunicación; pero el móvil, la radio y la prensa son los medios de comunicación más cómodos para el usuario, más ‘llevables’, con menos peso, con más autonomía. En este sentido ofrecen aún muchas más ventajas que la televisión y que internet.

Bertolt Brecht y la radio

Las profecías sobre internet se han visto superadas por la realidad del móvil. En su momento, en los años veinte del siglo XX, los oráculos también fallaron respecto al futuro de la radio. Es oportuno releer lo que publicó Bertolt Brecht en 1932: ‘La radio puede ser el más formidable aparato de comunicación que se puede imaginar para la vida pública, un enorme sistema de canalización, o más bien, ella puede serlo si sabe no sólo emitir, sino también recibir; no sólo hacer que escuche el oyente, sino hacer hablar al oyente, no aislarlo, sino ponerlo en relación con los demás’ (en ‘Sur le cinéma’, pág. 137).

Desde su propia perspectiva internacionalista, Brecht propugnaba que la radio prosperase a partir de su uso inicial como aparato individual de emisión y de recepción. Esta función pronto quedó relegada al mundo, ahora minoritario, de los radioaficionados.

La evolución de la radio a lo largo del siglo XX decepcionó a los que creyeron en el oráculo Brecht. Pero en los inicios del siglo XXI es el móvil lo que hace realidad el sueño de aquel intelectual marxista alemán.

Con el guiño semántico ‘movil-ización’, el sociólogo Manuel Castells condensa esa idea del móvil convertido –ese sí y no la radio de Brecht– en aparato formidable de comunicación interpersonal. Esta función del móvil quedó patente en vísperas del pasado 14 de marzo cuando se activaron miles de SMS, mensajes que convocaron movilizaciones sociales que han hecho historia en la comunicación política electoral.

El móvil facilita la libertad de comunicación, valor que engloba el concepto tradicional de la libertad de prensa, cuyo día internacional se celebró el pasado lunes día 3.

Algunos lectores se preguntan si la expansión de los medios audiovisuales perjudica a la lectura. No registran este fenómeno los datos que nos proporcionó Manuel Castells en su conferencia del pasado 22 de abril, en la presentación del máster de la Fundación Conde de Barcelona y Universitat Pompeu Fabra-IDEC. Los resultados de sus investigaciones revelan que cada vez se dedica más tiempo a internet, medio con un componente textual, y menos a televisión. La lectura de prensa, en cambio, se mantiene estable.

Es significativo que durante el siglo XX no haya disminuido el promedio de tiempo dedicado a la lectura de diarios a pesar de la irrupción de la radio y de la televisión. Por lo menos esto se desprende de la historia de la lectura de prensa en Estados Unidos.

Walter Lippmann en ‘Public opinion’ (1922) aportó datos del periodo 1900-1920 que mostraban que la media diaria que una persona dedicaba a la lectura de prensa era de 15 minutos. En 1965 ese tiempo de lectura era el mismo, según John Robinson, sociólogo de la Universidad de Maryland citado por Kovach y Rosenstiel en ‘Los elementos del periodismo’ (2003, pág. 69).

Los nuevos medios tienen un espacio en el uso personal de la comunicación, pero los medios escritos son el vehículo de las ideas.

Que el bosque de las ideas no nos impida ver las hojas con errores en los árboles de la prensa. Algunos lectores de ‘La Vanguardia’ nos los han señalado –esta semana también– de manera general o concreta.

El lector Sebastià Forner se quejó del mal uso de la locución ‘detentar el poder’ aplicado a un cargo democrático. Nos recuerda que sólo ‘detenta el poder’ quien retiene o ejerce ilegítimamente un puesto público.

El lector Leandre Lledó me llamó el pasado lunes para dictar una larga lista de errores o erratas en cifras publicadas días antes .

Los lectores Josep Nicolau, de Benicarló (Baix Maestrat), y Pepe de Miguel, de Madrid, se sorprendieron al ver la forma verbal ‘bendició’ (!) en lugar de ‘bendijo’ en un artículo publicado el pasado domingo.

El lector Antonio Ruiz Pérez advirtió que los dibujos en el apartado ‘Fases lunares’ no se correspondían durante varios días de esta semana con el texto explicativo. Los logotipos de luna llena y luna nueva se anunciaban como cuarto menguante y cuarto creciente. Se ha rectificado esta misma semana. Esperemos que no ocurra más.’