Friday, 19 de April de 2024 ISSN 1519-7670 - Ano 24 - nº 1284

A imprensa e a memória histórica

São tantos os prêmios de jornalismo que perderam a sua importância. Eram estímulos à excelência, hoje são ferramentas de marketing de grandes empresas, recurso para aparecerem no noticiário.


Os prêmios Pulitzer nos Estados Unidos e o Ortega y Gasset, na Espanha, são honrosas exceções, permanecem como referência. Nossa imprensa passa ao largo destas premiações internacionais, talvez envergonhada por não ostentar façanhas iguais.


A última premiação do Ortega y Gasset – a 26ª – ocorreu na segunda-feira (18/5), em Madri, e foi amplamente noticiado pelo jornal que o patrocina, El País, o maior e mais importante diário em língua espanhola do mundo.


Como o patrono Ortega y Gasset foi um grande filósofo e também militante na imprensa, premiam-se jornalistas de todas as empresas, de todos os segmentos, inclusive o digital, e também escritores e intelectuais. Acima de tudo, procura-se estabelecer novos paradigmas para uma profissão hoje mais desnorteada do que nunca.


Amigo do rei


O mote mais importante desta edição do Ortega y Gasset foi o papel da imprensa na recuperação da memória histórica. Graças à imprensa, os 70 anos do fim da Guerra Civil espanhola não ficaram sepultados no esquecimento. Graças à imprensa, o passado torna-se presente não apenas para os jornalistas, mas principalmente para os leitores.


O prêmio mais tocante foi dado a uma foto publicada em julho de 2008 por toda a imprensa espanhola. Nela o rei Juan Carlos aparece de costas caminhando abraçado a Adolfo Suárez, seu mais chegado colaborador na construção da transição do franquismo para a democracia.


Adolfo Suarez sofre de Alzheimer, o rei foi vê-lo em sua casa, o político não o reconheceu e perguntou: ‘E tu, quem és ?’; respondeu o rei: ‘Teu amigo, Juan Carlos’. Foram passear no jardim, o rei com o braço no ombro do velho companheiro.


Não é uma montagem fotográfica, nem reconstituição histórica. É o passado trazido para o presente.


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Memória e liberdade


Reproduzido do El País, 19/5/2009; textos em espanhol


Almudena Grandes aprendió lo que era censura de su tía Charo y de la revista La Codorniz. Lo contó ayer en la entrega de los Premios Ortega y Gasset. ‘Aquellos días en los que el olor del humo se confundía con el aroma áspero y entintado del papel de periódico, me enseñaron que la memoria de la libertad, es libertad. La libertad sin memoria, una flor de invernadero, frágil y anémica (…) interesante quizás en su palidez, pero expuesta siempre a fracasar por cualquier contratiempo’, relató. ‘Yo lo sé porque crecí en un país sin libertad’, aseguró.


La escritora habló de la memoria de la libertad en España. Un proceso en el que EL PAÍS, dijo, tuvo un papel protagonista. ‘Si en el momento de su aparición, EL PAÍS encarnó toda una imagen de la sociedad civil española, aquel ansia explosiva de libertad para ahora mismo que nos sacudía como una corriente eléctrica mientras lo estrenábamos todo, (…) hoy debe recoger también los posos de aquella euforia, (…) y los brotes juveniles que aún son capaces de desordenarlo de vez en cuando’, aseguró. Grandes elogió a los premiados. ‘Han sabido representarnos a todos’, dijo. ‘La memoria de la libertad es libertad porque se consolida en el presente y se proyecta generosamente en el futuro. Los españoles, que sabemos tanto de su pérdida, y de su reconquista, deberíamos ser conscientes siempre de que las libertades que no se defienden, se acaban perdiendo’.


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Um argumento contra o esquecimento


R. García e R. G. Gómez


La recuperación de la memoria histórica, la que quedó enterrada en las fosas comunes, y la que se forjó durante la Transición, impregnó ayer la ceremonia de entrega de los Premios Ortega y Gasset de Periodismo, que han querido ser ‘un alegato contra el olvido’. Así lo subrayó la escritora Almudena Grandes, durante el acto de entrega de los galardones, que recayeron en Adolfo Suárez Illana, Jorge Martínez Reverte, Amaya García Ortiz de Jocano y Tomás Eloy Martínez. El acto, celebrado en el Círculo de Bellas Artes de Madrid, congregó a personalidades del mundo de la cultura, la política y las finanzas, entre las que se encontraban cuatro ministros del Gobierno: José Blanco (Fomento), Ángeles González Sinde (Cultura), Cristina Garmendia (Ciencia e Innovación) y Bibiana Aído (Igualdad). Ignacio Polanco, presidente del Grupo Prisa, y Manuel Polanco, director general, compartieron este encuentro que reconoce, cada año, el mejor periodismo en español con unos exultantes premiados.


‘Este premio no es para mí. Les puedo prometer y prometo que se lo haré llegar a su legítimo titular en cuanto llegue a casa’. Fueron las palabras con las que Adolfo Suárez Illana agradeció el galardón a la mejor fotografía, captada por él mismo el 17 de julio pasado y publicada al día siguiente en todos los medios de comunicación, y en la que su padre y el rey Juan Carlos caminan por el jardín amigablemente de espaldas al objetivo de la cámara. En un flash, Suárez Illana fue capaz de evocar el latido personal, histórico y político de la democracia española. ‘Yo no soy el premiado, los premiados son los protagonistas y lo que evocan’, dijo ayer el ocasional reportero gráfico, que quiso hacer del galardón ‘un compromiso para mantener vivo el espíritu de la Transición’.


Fue un día donde la historia y la memoria con mayúsculas se mezclaron con la vida y la memoria más íntima y personal. Ya lo apuntó la escritora Almudena Grandes, encargada de cerrar el acto, cuando reivindicó la memoria de las ‘viejas libertades’, que ha vuelto a situar a la sociedad española ‘por delante de la clase política y muy por delante de las instituciones’. Grandes dijo que la fotografía ganadora ‘es mucho más valiosa por lo que no se ve’. Tan valiosos como esos anónimos pero grandes protagonistas de la historia también de España que le valieron el premio al mejor trabajo de periodismo digital a Amaya García. Enterrados en fosas comunes, más de 2.000 personas, de las 4.300 que fueron fusiladas en la tapia del antiguo cementerio malagueño de San Andrés, han comenzado a recobrar su identidad gracias a trabajos como el de Clase de historia a pie de fosa, difundido en Elmundo.es. A ellos, a sus familiares, ‘y a la gente que todavía tiene a sus seres queridos en una cuneta o en una fosa’, dedicó la periodista su galardón.


Quien no supo definir qué clase de género periodístico había utilizado para indagar en su propia memoria fue Jorge Martínez Reverte. Irritado por el acoso que la Comunidad de Madrid realizó sobre el doctor Montes y el equipo de anestesistas del Hospital Severo Ochoa, de Leganés, el escritor y periodista se lanzó a contar la historia de su madre Josefina, a la que, enferma de cáncer, sus seis hijos ayudaron a morir dignamente. Publicada en EL PAÍS, con el título de Una muerte digna, Martínez Reverte quiso hacer un reportaje sobre el alma: ‘Sobre la mía, algo que suelo eludir porque los periodistas estamos no para hablar de nosotros, sino de los demás’. El único premiado que no pudo asistir a la ceremonia fue el escritor argentino Tomás Eloy Martínez, galardonado por toda su trayectoria. En su nombre, recogió el premio Rosa Conde, directora de la Fundación Carolina. En su mensaje, llegado desde Buenos Aires, Eloy Martínez dio una lección de periodismo y de los valores del oficio. ‘Nos separan miles de kilómetros pero a la vez nos acerca una profesión a la que uno de mis modelos ha definido como el mejor oficio del mundo’.


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‘A foto evoca a concórdia, o melhor de nossa vida política ‘


Como todos los días, Adolfo Suárez Illana fue a almorzar ayer a casa de su padre. Le contó lo que diría horas más tarde al recoger el Premio Ortega y Gasset de periodismo por esa foto mágica, en la que el Rey abraza al ex presidente del Gobierno, ambos de espaldas. ‘La foto tiene el valor de evocar la concordia, el acuerdo, lo mejor de nuestra vida política’, dice el abogado Suárez Illana, reconvertido en reportero por unas horas. Fue el 17 de julio pasado, cuando el Rey se acercó a la casa familiar de Adolfo Suárez, enfermo de alzhéimer, para entregarle el Toisón de Oro. Al acercarse, el ex presidente le preguntó: ‘¿Y tú quién eres?’. ‘Tu amigo Juan Carlos’, le respondió el Rey. Y ambos salieron al jardín.


Fue una foto meticulosamente planificada. Quizá por eso, su autor lo primero que quiere es pedir disculpas sobre todo al fotógrafo de la Casa del Rey por ‘esta intromisión’. ‘No quise abrir el hogar familiar a nadie, porque buscaba un clima de confianza, pero tenía muy clara la instantánea que quería. No me agradaba demasiado que mi padre saliera en los medios. Hablando con un amigo mío me sugirió hacer la instantánea de espaldas. Se lo conté al Rey y así lo acordamos. Tomé la imagen tumbado en el suelo en un plano muy bajo. No quise tocar nada, salió así del negativo, así de espontánea’.


Ayer, el ex presidente no entendió las palabras de su hijo, pero sí notó el afecto. ‘Está razonablemente bien. No tiene conciencia de su mal, ni sufrimiento intelectual ni dolor físico. Está ausente’. Es el hijo el que hoy se alegra porque la figura de su padre haya encontrado por fin el reconocimiento como uno de los políticos clave de la democracia. ‘Fue consciente de ello, aunque le duró muy poco tiempo el disfrute’. (R. G. G. / R. G.)


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‘O jornalismo é um serviço’


A Tomás Eloy Martínez no le dejaron los médicos abandonar Buenos Aires. En su nombre, Rosa Conde, directora de la Fundación Carolina, leyó sus palabras de agradecimiento y recogió el premio a la trayectoria profesional. El escritor y periodista argentino, de 74 años, evocó la importancia del cuidado de la lengua en una profesión que vive ‘tiempos desorientados’. ‘Sea cual fuere el medio en que nos expresemos y los recursos de los que dispongamos, siempre debemos sentirnos obligados a emplear un lenguaje claro, conciso y transparente. Por lo general, lo que se dice en diez palabras se puede decir en nueve, o en siete’, señaló el autor de Purgatorio.


Eloy Martínez, que empezó como corrector de pruebas en el diario La Gaceta, en su ciudad natal, Tucumán, abrazó el periodismo con pasión en unos años en los que ‘la imaginación estaba prohibida’. Por eso combinó la profesión de reportero con la literatura. ‘Como informar con llaneza y alinear los hechos en un orden militar era para mí empobrecerlos y deslucirlos, lo que hice fue narrarlos’.


El autor, que siguió los pasos que antes habían dado Onetti o Borges, quiso recordar que ‘el periodismo es, ante todo, un acto de servicio’. ‘Ser periodista significa ponerse en el lugar del otro, comprender lo otro. Y, a veces, también ser otro’.


Y aunque los médicos no le dejaran viajar a Madrid, su mensaje llegó claro y contundente a este lado del océano. Sólo empleó 345 palabras. (R. G. G. / R. G.)


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‘Um ofício importantíssimo’


Rosana Torres


‘Con el periodismo está pasando lo mismo que con el mundo del espectáculo: hay tal intrusismo y son géneros que se están mezclando con tales cosas, que por eso he venido hoy aquí, para defender el buen periodismo porque se trata de un oficio importantísimo y estos premios defienden a grandes profesionales’. Así hablaba anoche Concha Velasco en la entrega de los Premios Ortega y Gasset a los que acudió en su tarde libre, ya que está representando La vida por delante en Barcelona.


Al frente del sector de la cultura acudió la ministra Ángeles González-Sinde, quien destacó que año tras año estos galardones premian ‘con mucho rigor la excelencia’. ‘Son un gran aliciente para la profesión ya que defienden el periodismo clásico y lo digo en el mejor sentido del término’. Una de sus antecesoras, Carmen Alborch, habló de los momentos tan complejos que atraviesa el mundo de la información: ‘Los periodistas asumen una gran responsabilidad y nos son imprescindibles sus opiniones, su espíritu crítico, algo muy necesario hoy, un momento en el que encontramos que en ciertos ámbitos están adormecidos esos principios’.


Otras caras del mundo de la cultura salpicaron el acto anoche, como Luis García Montero, Aída Gómez, Álvaro de Luna, Manuel Vicent, Paloma O´Shea, Blanca Marsillach, Joaquín Berao, Paloma Segrelles, Ludolfo Paramio, Plácido Arango o Diego el Cigala.


Del mundo del periodismo también acudieron rostros conocidos, entre ellos varios directivos del diario El Mundo, quienes quisieron acompañar a la galardonada Amaya García.


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‘Posso prometer e prometo…’


Juan G. Ibáñez


El Premio Ortega y Gasset a la fotografía del Rey con el brazo sobre el hombro de Adolfo Suárez recordó ayer el valor del consenso en política y la deuda de gratitud con un líder que fue denostado por traicionar a un régimen autoritario para abrir la puerta a otro donde imperara la libertad. Ese agradecimiento empezó a llegarle en forma de reconocimiento público cuando se alejó de la política, pero él pudo disfrutarlo poco tiempo por el alzhéimer.


La imagen del Rey con Suárez, captada en el verano de 2008, fue un recordatorio de la dignidad del ex presidente del Gobierno. Su hijo hizo ayer un guiño con ese pasado de su padre al rescatar el ‘puedo prometer y prometo’ para asegurar que en cuanto llegara a casa transmitiría a su progenitor el afecto a su figura que conlleva el Premio Ortega y Gasset. Antes de terminar su intervención, Suárez Illana reveló un dato sobre la foto: en esa escena estaba también, aunque no salga, la reina Sofía.


Ante la presunción de que el ex presidente Suárez hubiera sido un político en el que hubiera encajado bien la Ley de Memoria Histórica, su hijo opinó que ‘la mejor Ley de Memoria Histórica fue la Constitución de 1978’. Por el contrario, el ministro de Fomento y vicesecretario general del PSOE, José Blanco, defendió que la normativa ha servido para reparar algunas injusticias cometidas durante la Guerra Civil.


También asistieron las ministras de Ciencia e Innovación, Cristina Garmendia; la de Igualdad, Bibiana Aído; y la titular del Ministerio de Cultura, Ángeles González-Sinde. Asimismo, acudieron la presidenta de la Asamblea de Madrid, Elvira Rodríguez; el vicepresidente de la Comunidad de Madrid, Ignacio González y el vicealcalde de la capital, Manuel Cobo (los tres del PP). También acudieron el diputado de ERC Joan Ridao, la portavoz de IU en la Asamblea de Madrid, Inés Sabanés; y los ex ministros socialistas Carmen Alborch, Gustavo Suárez Pertierra, Luis Carlos Croissier y Mercedes Cabrera.


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Da polêmica crescem os brotos verdes


La crisis, la dichosa crisis, se cuela irremisiblemente a los 30 segundos de conversación entre los empresarios, banqueros, expertos en economía, políticos y periodistas. A fuerza de hablar de la crisis económica los expertos se afanan en buscar el inicio de su superación más con voluntad que con datos en la mano, aunque algunos indicios de salida de la crisis puede haber. Al menos, así lo cree Matías Rodríguez Inciarte, vicepresidente del Banco Santander: ‘Parece que hemos dejado lo peor a nuestra espalda’.


Para Luis Carlos Croissier, ex ministro de Industria y consejero de empresas, ‘la crisis puede estar tocando fondo, pero tenemos que tener en cuenta que el hecho de que toque fondo no significa que vaya a rebotar y que a lo mejor se queda un tiempo en esta situación’. Según Croissier, España tendrá una recuperación más lenta que el resto de los países de su entorno.


En una línea muy parecida se pronuncia Luis Atienza, presidente de Red Eléctrica Española, quien considera la crisis muy grave por la rapidez con la que se ha extendido en todo el mundo. Para Atienza, ‘es pronto para calificar los actuales brotes verdes de serios, aunque si las medidas que están en marcha progresan podemos estar a unos meses de ver un poco de luz’.


A juicio de Pablo Martín Aceña, catedrático de Historia Económica en la Universidad de Alcalá de Henares, hay que tener cuidado con el optimismo un poco exagerado que se está gestando en la sociedad. Por los denominados brotes verdes de la economía, que a su entender son muy tímidos, lo que hace que la economía mundial tenga todavía un largo trecho hasta que comience la recuperación.


En los corrillos de los Premios Ortega y Gasset, la crisis era definida una y otra vez por los distintos expertos. Al acto acudieron empresarios y directivos de distintos sectores económicos, entre los que cabe citar a Carlos Arenillas, Luis Abril (que representaba a César Alierta, de viaje en EE UU), Plácido Arango, Juan Arena, Fernando Soto, Jaime Terceiro, Santiago Ybarra, Enrique Cerezo y Juan Miguel Villar Mir. (S.H.)


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‘A qualidade não depende do suporte, mas do jornalista’


Es la más joven de los premiados ayer. Amaya García, madrileña de 31 años -10 de ellos en el diario El Mundo, dos en la página web-, envió su reportaje Clase de historia a pie de fosa, dentro de la serie Víctimas del franquismo, animada por su novio Jaime. ‘No tienes nada que perder’, le dijo. Por eso su sorpresa fue mayúscula cuando le llamaron hace un mes para darle la noticia. ‘Pensé que era una broma’. Ayer por la mañana recordaba ese momento, que sus padres vivieron y siguen viviendo con un ‘auténtico revuelo familiar’.


Amaya García es una gran defensora del periodismo digital. ‘Reivindico su papel. No hablamos de futuro, es un apasionante presente y tenemos que subirnos a ese tren. Es verdad que hay riesgos y que hay que poner límites, pero en Internet se puede informar bien de todo y seriamente. La calidad no depende del soporte, la pone el periodista’, aseguraba la reportera momentos antes de ser ella la protagonista de un encuentro digital en elmundo.es.


El reportaje que le ha valido el premio lo realizó durante dos días en Málaga. El texto de la información iba acompañado de un vídeo realizado por el cámara italiano Giulio. Era una historia sobre la exhumación de un centenar de cuerpos en el antiguo cementerio malagueño de San Rafael, la fosa común más grande de España y en la que, hasta la fecha, se han levantado 2.400 cuerpos.


‘Fue el patio civil lo que más me impactó. Había gente maniatada con alambres y otro con el tiro de gracia en la cabeza. Detrás de cada cuerpo, sabes que hay una familia’, recuerda Amaya García, para quien la recuperación de la memoria histórica no tiene nada que ver con venganzas, ni rencores. ‘Los familiares sólo buscan respeto y dignidad. Quien quiera cantar el Himno de Riego, que lo cante y quien quiera rezar, que rece’, añadía la reportera mientras recordaba la frase de Francisca, cuyo padre estaba enterrado en una esquina con los brazos cruzados. ‘Ella me dijo que no hay futuro sin pasado’. (R. G. G. / R. G.)


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‘Foi o mais difícil que já escrevi’


No conocía a Luis Montes, el anestesista del hospital Severo Ochoa, de Leganés, acusado por el Gobierno regional de Madrid de sedar sin consentimiento y provocar la muerte de enfermos terminales, pero fue tal su indignación ante el acoso sufrido por los médicos que no dudó en rescatar de la memoria su propio caso. El periodista y escritor Jorge Martínez Reverte llamó a sus cinco hermanos para pedirles su consentimiento y su complicidad para sacar a la luz el caso de Josefina. ‘Es la historia más difícil que he escrito y en la que menos he tardado. Me sabía la historia de memoria. La tenía guardada en el disco duro’.


Josefina era la madre de los Martínez Reverte, a la que uno de sus hijos ayudó a morir dignamente cumpliendo así su deseo. Enferma de cáncer, el ‘encargado de cumplir los terribles encargos de Josefina’, como se le denomina en el texto, inyectó en el suero la dosis del combinado que haría de su muerte un tránsito indoloro y dulce. Josefina tenía 75 años. Su historia fue escrita por Jorge Martínez Reverte en un reportaje que bajo el título Una muerte digna fue publicado el 3 de febrero de 2008 en EL PAÍS. ‘Me extrañó que se publicara en la portada de ese domingo y a cinco columnas. Todavía hoy me sigue extrañando’.


‘Me irritó bastante lo que estaba sucediendo con Montes. Le sometieron a un acoso brutal. Como si él y su equipo fueran una pandilla de asesinos de ancianos’, recuerda el escritor y periodista, quien en el artículo no nombró a la anestesióloga que colaboró con ellos, pero ayer sí quiso mencionar expresamente a Inmaculada de la Hoz.


Todavía se extraña el periodista, nacido en Madrid en 1948, del vacío legal que existe en España sobre la muerte digna. ‘Lo importante es que se sepa cómo tiene que funcionar esto en una sociedad democrática y civilizada. No es excusable que no se legisle en serio. Es lo mismo que pasa con el aborto. No entiendo estas actitudes timoratas’.


Al contrario de lo que ocurrió con el equipo del hospital de Leganés, Martínez Reverte no sufrió ningún tipo de persecución tras la publicación del reportaje. ‘Estoy convencido de que a mi madre le hubiera gustado que contara su historia. Eso sí, es algo que no puedo constatar’.


Quizá al doctor Montes también le gustó el reportaje. Pero nunca se lo dijo a su autor. Sólo cuando se hizo público que había sido merecedor del Premio Ortega y Gasset le escribió a Martínez Reverte. Fue ‘una carta muy cariñosa’. (R. G. G. / R. G.)