Wednesday, 24 de April de 2024 ISSN 1519-7670 - Ano 24 - nº 1284

Camilo Valdecantos

EL PAÍS

"El lenguaje malsonante", copyright El País, 23/12/01

"El Libro de estilo de este periódico ha venido gozando de un importante éxito editorial. Está a punto la decimoquinta edición desde que se imprimiese por vez primera en noviembre de 1977. No sólo es un código interno de actuación profesional, sino que su difusión supone un compromiso público ante los lectores, muchos de los cuales lo conocen y lo invocan.

El Libro de estilo se abre con un catálogo de ?Principios?, es decir, de normas fundamentales para este periódico, entre ellas una que trata de expulsar de las páginas de El País las que denomina expresiones malsonantes: ?Las expresiones vulgares, obscenas o blasfemas están prohibidas. Como única excepción a esta norma, cabe incluirlas cuando se trate de citas textuales y, aun así, siempre que procedan de una persona relevante, que hayan sido dichas en público o estén impresas y que no sean gratuitas. Es decir, sólo y exclusivamente cuando añadan información?, y prosigue: ?Una palabrota pronunciada durante una entrevista no justifica su inclusión en el texto, cualquiera que sea la persona que la emitió?.

La norma es tan rotunda y, afortunadamente, tan severa que deja escaso margen a la duda o a la interpretación y, sin embargo, el Defensor ha advertido una cierta tendencia a salpicar las páginas con lenguaje grosero.

Se escriben tacos con peligroso parecido a como se sueltan en el lenguaje hablado. Lo peor es que la palabrota tenga, además, cierto carácter de burla para personas concretas.

El pasado martes, en la sección de Deportes, se publicó una información titulada ?El regreso de ?Rafa, no me jodas?. Se hablaba allí de Rafael Guerrero Alonso, un árbitro asistente que adquirió notoriedad el 30 de septiembre de 1996, cuando advirtió al árbitro del partido Zaragoza-Barcelona de una agresión entre dos jugadores que suponía la sanción con penalti y la expulsión del agresor. Lo malo fue que las cámaras de televisión, además de grabar el diálogo entre el árbitro y el asistente, demostraron que éste se había equivocado.

En la misma información se recordaba que Guerrero Alonso sufrió un calvario a partir de aquel momento. En un partido del domingo pasado parece que cometió otro error, muy aireado, que daba pie a la información de marras.

?Tiene sentido llevar a un titular una expresión como mínimo de burla y sustituir el nombre de alguien por un remoquete que, sin duda, mortifica a su destinatario? En el texto se da por sentado ? sin que nada avale tal afirmación ? que desde aquel aciago incidente a Guerrero Alonso se le conoce con esta expresión, innecesariamente burlona.

Santiago Segurola, redactor jefe de la sección de Deportes, ha admitido abiertamente que se trata de un doble exceso, por el lenguaje malsonante y por el tono desdeñoso para el afectado.

Un exceso ?de libro?

Estos excesos en el lenguaje malsonante y sin sentido tuvieron una especie de apoteosis el domingo día 9, en la entrevista a José Miguel Monzón, Gran Wyoming: ?El mundo ha sido hecho para joderme?. ?Cuando todo lo que se hace te toca los cojones?. ?Me entraron ganas de repartir unas cuantas hostias?. Estas tres perlas adornaban el texto de la conversación que mantuvo con Karmentxu Marín.

Si el Libro de estilo establece que ?una palabrota pronunciada durante una entrevista no justifica su inclusión en el texto, cualquiera que sea la persona que la emitió?, y si la única excepción que se admite es que, en un momento dado, expresiones de este tipo ?añadan información?, es fácil concluir que el hecho de que Gran Wyoming utilizase ese lenguaje durante su conversación resulta perfectamente irrelevante a la hora de volcarlo en el periódico.

Un lector se dirigió al Defensor en tono muy lacónico: copió las tres frases y antepuso esta exclamación: ??Qué perfil!?.

Por cierto que la norma que el periódico se ha dado a sí mismo con tanto rigor alcanza a todos sus contenidos, no sólo a los informativos, y la plaga del lenguaje malsonante llega con alguna frecuencia a las columnas de opinión. Allí puede tener sentido en un momento determinado, como rigurosa excepción y siempre que la inteligencia y el buen sentido de quien firme lo encaje de tal manera que resulte aceptable en el contexto.

Es posible que el lenguaje chabacano que inunda muchos programas de la mayoría de las cadenas de televisión ? donde toda la vulgaridad imaginable tiene asiento y, al parecer, audiencia ? esté provocando un efecto contagioso que la palabra escrita en el periódico debe rechazar con energía.

En este terreno, la prensa escrita puede servir de freno -frente a la fuerza expansiva de la imagen televisada- a una corriente de mal gusto que parece anegar buena parte de las manifestaciones públicas en nuestro país con pavorosa impunidad.

No se trata de promover la excelencia. Basta con ayudar a que no se esfume un mínimo decoro.

Decoro que, aunque de forma involuntaria, puede perderse, incluso, en los anuncios por palabras.

En la sección de Línea Erótica se publicó el siguiente texto: ?COJA. Pero muy morbosa. Pequeña deformación pélvica. Pago yo. 130 pesetas minuto?.

Se trata de un anuncio para adultos de los que ofrecen una conversación telefónica con cargo a quien marca el número.

Desde Cáceres, un lector, que pide no ser identificado, ha hecho llegar el estupor y la repugnancia que le produjo el texto.

Las dos sensaciones las comparten el Defensor y el director de Publicidad, Ricardo Casillas, que ordenó la retirada inmediata de un texto que, lamentablemente, se coló entre la maraña de reclamos publicitarios."