Wednesday, 08 de May de 2024 ISSN 1519-7670 - Ano 24 - nº 1286

Camilo Valdecantos

EL PAÍS

"?Progolpistas? " copyright El País, 21/4/02

"Los acontecimientos vividos en Venezuela a lo largo del fin de semana pasado han puesto sobre la mesa del Defensor más de setenta cartas; casi dos docenas eran opiniones o reflexiones sobre lo acontecido que nada tienen que ver con su función.

Quedan 53 que abordan el tratamiento dado por el periódico a los sucesos de golpe y contragolpe que zarandearon al presidente Hugo Chávez durante 48 horas.

Siete de esas cartas son advertencias al periódico sobre el carácter dictatorial de Chávez.Nueve mensajes critican, con bastante dureza, la tribuna de opinión publicada con la firma de Ignacio Ramonet, director de Le Monde Diplomatique, que atacaba el golpe y defendía la figura de Chávez.

El resto, es decir, 36, son de crítica al periódico por sus informaciones y, sobre todo, por su posición editorial en aquellas jornadas. Muchas rezuman, muy legítimamente, una clara carga ideológica y acusan al periódico de progolpista.

Doce de estas cartas tienen idéntico texto y distinta firma, con lo que se hace patente que alguien puso en marcha un dispositivo de protesta que ha logrado un cierto seguimiento.

Conviene también aclarar que muchos de los 70 escritos proceden de Latinoamérica y que sólo uno ha llegado por correo ordinario, desde Canarias; hubo tres llamadas telefónicas y el resto es correo electrónico: una muestra elocuente del soporte elegido por los lectores para manifestar su opinión.

El conjunto de las quejas, que no es posible desgranar aquí con pormenor, se resume en dos direcciones: la línea editorial del periódico no se ha mostrado firme ante un acontecimiento de carácter golpista, y la información ha tenido excesos injustificables contra la figura de Chávez, además de contradicciones, o falta de rigor sobre los sucesos más graves, concretamente sobre los responsables de los muertos que provocó la revuelta.

El reloj en contra

Hay que poner por delante un dato, sin ningún ánimo justificador, sino estrictamente explicativo: cuando en Venezuela son las seis de la tarde, en nuestra península son las doce de la noche. Los periódicos tienen unas horas de cierre casi inexorables, con muy escasos márgenes de maniobra.

Esas seis horas son una eternidad, a efectos informativos, en contra del periódico, en medio de una situación en la que los acontecimientos se suceden vertiginosos, las fuentes son difíciles o imposibles de encontrar y los que hablan, en muchas ocasiones, tergiversan, exageran o mienten.

Un golpe de Estado provoca, por definición, caos, incertidumbre, desinformación y posiciones exaltadas radicalmente.

Justamente por eso, los resortes profesionales de cautela y rigor, ante acontecimientos que fluyen muy turbios, debieron activarse tanto, o más, que el entusiasmo informativo.

Dicho esto, es necesario acoger las protestas de los lectores y ofrecerles una explicación.

El sábado día 13 el periódico abrió la primera página en casi todas sus ediciones con este titular: Los militares de Venezuela entregan el poder al líder de los empresarios. Quedaba claro -también en el texto- que se trataba de un golpe militar.

Pero, pasadas unas horas, Pedro Carmona, que era el empresario en cuestión, se trasladó desde Fuerte Tiuna, donde en ese momento estaba detenido Chávez, hasta el palacio presidencial de Miraflores, en Caracas, y a las doce de la noche de aquí juró el cargo como presidente y anunció una retahíla de medidas.

El periódico decidió entonces cambiar su primera página y tituló: Carmona asume la presidencia de Venezuela y promete elecciones en un año, con lo que se borró cualquier referencia al golpe militar. Pareciera que Carmona se hubiese hecho con la presidencia por hechizo. El afán de la última hora hizo que se esfumase del titular el carácter golpista de los acontecimientos.

Ese mismo sábado, en la información desde Caracas, firmada por Ludmila Vinogradoff, hubo, con toda seguridad, excesos que no parecen justificables por la libertad de maniobra que ofrece la crónica o el reportaje; por ejemplo: ?Fue necesario sacrificar varias vidas para que dejara el cargo, del cual sale con las manos manchadas de sangre. Ya no puede lucir una imagen glorífica de mártir o víctima de la oposición, sino de ?asesino?, como se lo echaron en cara sus compañeros de armas?.

En ese párrafo, y en otros, faltó distanciamiento y desapasionamiento, dos exigencias profesionales que debieron aplicarse al editar el texto.

Respecto de los muertos en el inicio del golpe, todas las fuentes disponibles en aquellas horas los atribuían a los partidarios de Chávez. Tardó en saberse que hubo fuego cruzado y sigue sin estar clara la autoría de todos los disparos.

Golpe de Estado

La mayoría de las críticas se dirigen a la línea editorial del periódico. Aquí ocurrió al revés que con la información: la primera edición del domingo día 14 incluía un párrafo que ha herido a muchos de los que protestan: ?Está de más lamentar que el ex teniente coronel haya sido obligado a abandonar el poder?.

La dirección del periódico ha asegurado al Defensor que quiso decirse justamente lo contrario a lo que muchos leyeron; es decir, quiso escribirse que ?no hace falta?, que ?sobra? la condena, por obvia, pero lo cierto es que una redacción muy desafortunada -corregida en sucesivas ediciones- da pie para que el Defensor acoja la protesta de los lectores, entre otros, y por todos, de Ramón Trujillo, que, desde Santa Cruz de Tenerife, ha enviado una carta cuajada de reproches.

El primer editorial sobre los acontecimientos, publicado el sábado día 13, comenzaba así: ?Sólo un golpe de Estado ha conseguido echar a Hugo Chávez del poder en Venezuela?.

No parece posible dudar de que el periódico dejó claro, desde el primer minuto, que estábamos ante una asonada militar, y así lo transmitió a sus lectores.

El Defensor no es quién para analizar las opiniones del periódico. Es obvio que el juicio político que le merece el personaje es muy severo. Quizá por eso los editoriales del fin de semana estuvieron -legítimamente, por supuesto- tan cargados de reproches a la trayectoria política de Chávez que oscurecen la condena del golpe y dan pie a la protesta. Es posible que la espera, cuando los acontecimientos están en marcha, sea más oportuna que el afán de pronunciarse de inmediato, sin un retrato claro de la situación."