Thursday, 18 de April de 2024 ISSN 1519-7670 - Ano 24 - nº 1284

Josep Maria Casasús

LA VANGUARDIA

"Lo que piden los lectores", copyright La Vanguardia, 1/9/02

"Durante los dos primeros años de mi mandato como defensor del lector he atendido un total de 4.518 quejas, consultas y sugerencias formuladas por ustedes mediante correo electrónico (2.175), teléfono (1.621) y correo postal (722), si no yerro en mis cuentas.

Todas las peticiones razonables que me formulan lectoras y lectores son gestionadas ante los diferentes responsables de los contenidos del diario. Algunas quejas concretas se reflejan en el apartado Fe de Errores que aparece a veces en la página de Cartas de los Lectores, y otras son incorporadas a este espacio reservado para la crónica del defensor del lector que aparece todos los domingos del año sin falta, salvo en el mes de agosto.

?Qué piden los lectores? El mayor número de demandas que exponen ustedes ante este defensor contiene quejas relacionadas con errores, erratas, equivocaciones y lapsus, en cualquiera de sus variantes.

En este primer grupo de comunicaciones se incluyen sólo las quejas en las que el reclamante no está personalmente afectado: distorsiones relativas a nombres de personas y a lugares geográficos, a datos de la realidad histórica y actual, y a ortografía, morfología, léxico, semántica y sintaxis.

Son quejas que los lectores formulan con el ánimo de contribuir a la mejora del diario. En este sentido es obvio que las reclamaciones sobre contenidos de la prensa son muy diferentes a las que se dirigen a otros productos o empresas. Suscriptores y lectores habituales aprecian ?La Vanguardia? como algo suyo. Es el gran rasgo de este diario.

Es legítimo que los lectores participen de los aciertos periodísticos del diario, y por lo tanto tienen todo el derecho a exigir que los profesionales mejoremos nuestra labor.

Compartimos todos, fuera y dentro de la redacción, la experiencia de protagonizar la historia de un diario arraigado desde 1881 en una sociedad vigorosa y abierta, y vinculado a la formación de muchas generaciones de lectores atentos, críticos y exigentes.

En una carta escrita después de comentar aquí el pasado 23 de junio el uso del color en la prensa, el lector Humberto Martínez Fernández decía respecto a estas crónicas del defensor: ?Han derivado hacia una colección de ensayos y tesis documentadas, tomando como pie alguna carta de lector, cosa que me parece bien, puesto que, posiblemente, ?La Vanguardia? haya mejorado tanto que ya no se produzcan reclamaciones, sino sólo consultas?.

No, no han bajado las reclamaciones. La prueba es que de las 106 crónicas publicadas desde el inicio de mi actividad en este puesto, 92 están dedicadas a denuncias y conclusiones sobre quejas formuladas por los lectores o planteadas ante la redacción a instancia del propio defensor. Las restantes 14 crónicas del total de estos dos últimos cursos han estado dedicadas a orientar a los lectores sobre sus derechos y a satisfacer consultas y sugerencias, función que originalmente también tenemos asignada los defensores. Algunos lectores me lo reclaman.

Éste es el caso del lector Joan Comas Ferrer. Me exhortó en estos términos el pasado 21 de abril: ?Es absurdo que el defensor se limite sólo a exponer errores y erratas. Es necesario elevar el tono, como he visto que hace el defensor de ?Le Monde? y como veo que hace usted en algunos artículos?.

Este lector es partidario, pues, de aquel segundo grupo de crónicas de defensor en las que, a sugerencia de un lector o por iniciativa propia, escribo sobre asuntos relacionados con derechos de las personas, ética de la comunicación o deontología periodística.

Está claro que discrepan los dos lectores que he citado. La discrepancia es habitual en muchos otros casos. Por ejemplo, unos alaban y otros reprueban el mismo título de una noticia. Ocurrió con éste: ?El Ejército recupera Perejil sin violencia? (portada del 18 de julio de 2002). Según el lector Antonio Peña Izquierdo, el título era incorrecto; según la lectora Josefa Mercé, era perfecto.

Un tercer grupo de gestiones reflejadas también en algunas crónicas del defensor son las quejas que afectan directamente al derecho individual de un lector que considera lesionadas su imagen o intimidad, o que ha sido víctima de algún error o de algún abuso profesional de los periodistas. Por supuesto, son pocos casos, afortunadamente.

En este segundo mandato de dos años que comienza hoy me propongo dosificar otra vez los tres tipos de crónica o, dentro de cada una de ellas, las diversas funciones que el puesto tiene encomendadas. Alternaré las dedicadas a reclamaciones con aquellas que cumplen la función de orientar o prevenir a los lectores sobre la actividad periodística.

Aprovecho la crónica de hoy, concebida a la manera de una memoria de inicio de curso, para recordar que el Estatuto del Defensor del Lector de ?La Vanguardia? puede ser consultado siempre en www.lavanguardia.es/defensor/.

En cualquier caso, las condiciones de independencia y autonomía que garantizan la labor del defensor del lector suponen que su acción institucional tiene que ser, sobre todo, persuasiva, mediadora. Por esta razón en la prensa francesa y más concretamente en el diario ?Le Monde?, citado antes por el lector Joan Comas Ferrer, se designa este puesto con el sustantivo ?médiateur?.

En la mayoría de diarios en inglés el defensor del lector de prensa recibe la denominación de ?ombudsman?, término que figura precisamente en la dirección de correo electrónico de este puesto en ?La Vanguardia?."