Friday, 29 de March de 2024 ISSN 1519-7670 - Ano 24 - nº 1281

Tomàs Delclós

“Un lector, Ángel Hernando, ha remitido una carta en la que reprocha que se acentúe el apellido del presidente de la Xunta de Galicia. Sustenta su queja en una consulta dirigida a la Real Academia. La carta dice: 'En EL PAÍS (y en el resto de la prensa española, diría yo) aparece continuamente el apellido Feijóo tildado. Creo que no debe tildarse por ser una palabra llana terminada en vocal. No obstante, ante los Feijóo que aparecen por doquier, pensé que pudiera estar yo equivocado. He evacuado consulta a la Real Academia Española y esta me contesta: 'La palabra objeto de su consulta contiene un hiato formado por una secuencia  de vocales idénticas y se acentúa de acuerdo a las reglas generales: Feijoo [fei.jó.o] se escribe sin tilde porque es una palabra llana terminada en vocal'.

Sin embargo, aunque el diario se escribe en castellano, en el tema de los nombres propios se respeta la grafía de otras lenguas peninsulares si así lo hace su titular. En el caso del presidente de la Xunta, utiliza Feijóo. El Libro de Estilo del diario establece a propósito de esta cuestión que : 'Los nombres y apellidos en cualquiera de las otras lenguas habladas en España se acentuarán según las normas ortográficas de ese idioma, y no las castellanas. Ahora bien, si en el nombre se utiliza la grafía castellana y la otra en el apellido, cada uno de ellos se acentuará con las normas que le corresponden. Ejemplos: ‘Josep Maria Pujada’, pero ‘José María Climent’. Distinto es cuando un determinado nombre tiene la misma grafía en castellano y en el otro idioma. En tales supuestos, se respetará la versión que utilice su titular, si es que se conoce; cuando no sea así, se empleará la castellana'.

Por otra parte, Diego Rodríguez me ha remitido la siguiente reflexión sobre el olvido informativo del asturiano, el aragonés y el aranés. Reproduzco su texto:

'Soy lector de EL PAÍS prácticamente desde que aprendí a leer, ya que mi padre es lector de su diario desde el primer número. Hace ya muchos años que vengo observando como su periódico, cuando de escribir sobre las lenguas españolas se trata, ignora de manera reiterada y diría que deliberada al asturiano, aragonés y aranés (occitano). El porqué de esta actitud hacia tres idiomas que forman parte de nuestro acervo cultural español es algo que se me escapa. Podría alguien argumentar que El PAÍS solo se preocupa de los idiomas oficiales, pero entonces no se explica porque el aranés, que es oficial en Cataluña, es reiteradamente ignorado. O bien que es que no se imparten en las escuelas, pero es que aranés y asturiano se estudian desde hace décadas en la escuelas del Valle de Arán y del Principado de Asturias respectivamente. O incluso podríamos recurrir a la rancia teoría, carente de todo rigor científico, de que estos tres idiomas son dialectos no dignos de ser considerados lenguas, pero ningún filólogo hoy en día aceptaría semejante idea, más aún teniendo en cuenta que los tres idiomas son lenguas declaradas en peligro de extinción por la UNESCO y que el asturiano es oficial en Miranda del Duero (Portugal) y el occitano lo es en Cataluña, y que los tres están teóricamente protegidos por leyes autonómicas. Así pues noticias como esta se me siguen haciendo extrañas, sesgadas e incompletas; me parece muy injusto, para con los hablantes de las tres lenguas, y para todos los lectores de EL PAÍS en general, que se dejen de lado de forma reiterada a las mismas. La ausencia de noticias concretas acerca de estos tres idiomas españoles es otra carencia que les animaría a corregir. Estamos hablando de tres idiomas que han formado parte sustancial de la historia de España, y en el caso del aragonés se da la circustancia de que no se habla en ningún otro país del mundo. Sinceramente, creo que deberían replantearse su actitud hacia ellos, más aún si se tiene en cuenta la dificilísima situación que atraviesan hoy en día en sus respectivos dominios lingüisticos, situación a la que un diario tan influyente como EL PAÍS contribuye desde hace años por omisión'.”