Thursday, 28 de March de 2024 ISSN 1519-7670 - Ano 24 - nº 1281

Carles Esteban

‘Desde hace ya bastantes años casi todos los suplementos dominicales de los grandes diarios dedican amplias secciones profusamente ilustradas a las nuevas tendencias de la moda femenina y masculina. Se trata, en general, de trabajos encargados a estilistas y fotógrafos especializados en captar el glamour de las prendas y los complementos que las acompañan, y que además saben ofrecer una atmósfera adecuada para las colecciones en cada ocasión: cuando se acerca un cambio de estación, cuando se presenta ropa especial para fiestas y celebraciones señaladas o cuando se trata de ropa informal o deportiva, etcétera. El lector Jordi Gurrera, que confiesa que sigue atentamente esos reportajes en el Magazine de La Vanguardia, escribe al Defensor del Lector un correo electrónico en el que señala que a su juicio ‘es un error publicar fotos de moda demasiado artísticas en les que el objetivo fundamental (la moda) no se puede transmitir correctamente al lector’. Y aporta una exhaustiva lista de reportajes publicados a lo largo del último año en los que en muchas de las fotos no se aprecia claramente el vestido que se anuncia o alguna otra prenda, o el detalle de un cinturón, un sombrero, unos guantes o unos vaqueros. No porque las fotos sean de mala calidad o tales prendas no las lleven puestas los modelos o las modelos, sino porque los enfoques fotográficos están tan volcados en la atmósfera en la que se desarrolla la presentación que, o bien pasan inadvertidos, o simplemente no se pueden ver con claridad. Ello es más trascendente por cuanto en los pies de las fotografías se detallan todas las piezas de cada conjunto, así como el diseñador o la tienda donde pueden adquirirse. Si un pie de foto dice que la modelo lleva un sombrero o unos guantes de tal o cual diseñador y la imagen no muestra claramente dichas piezas, hacemos un flaco servicio a los lectores, viene a decir Jordi Gurrera.

El subdirector de La Vanguardia y responsable del Magazine dominical, Josep Carles Rius, admite que la observación del lector ‘incide en un viejo debate que se plantea en las redacciones de los suplementos dominicales y de las revistas llamadas de estilo de vida’. ‘Los reportajes de moda – continúa- tienen como primera finalidad presentar las tendencias de la temporada para orientar a los lectores sobre las opciones que encontrará en las tiendas. Sin embargo, los reportajes pretenden más avanzar las líneas estéticas, las formas, los colores o las influencias en los diseños que las prendas concretas. Por eso los reportajes de moda tienen, en general, un componente artístico notable y son obra de fotógrafos prestigiosos que saben transmitir sensaciones, además de información, es decir, buscan una cierta belleza estética e intentan ir más allá de lo que sería un catálogo de ropa. En muchas ocasiones, además, van acompañados de propuestas donde se muestran las prendas de una forma mucho más evidente’.

‘Para encontrar el equilibrio entre la necesaria apuesta visual de un reportaje de moda y la información concreta que el lector precisa – agrega Josep Carles Rius-, las imágenes se acompañan de datos sobre cada prenda que aparece en las imágenes. A veces ocurre que la estética se impone a la información y acaban por resultar imperceptibles algunas piezas de ropa que, en cambio, son citadas en los pies de foto, lo que, evidentemente, puede defraudar al lector y pedimos excusas por ello. Considero que en estos casos es mejor no citar las prendas o complementos que no se aprecien claramente en las fotografías antes que renunciar a la ambición artística de los reportajes de moda’.

PROSTITUCIÓN. En las últimas semanas Catalunya vive intensamente dos debates entrelazados: el de las ordenanzas municipales de Barcelona que intentan, entre multitud de medidas destinadas a combatir el incivismo, erradicar el ejercicio de la prostitución callejera, y el proyecto todavía difuso del Gobierno de la Generalitat para regular el ejercicio de la prostitución en espacios legalizados no públicos y en condiciones laborales e higiénicas adecuadas. Es un debate muy complejo que promete dar de sí, pues no existe unanimidad sobre tan delicada cuestión. Y hay sectores sociales que consideran que dar cobertura legal a la prostitución es dar carta de naturaleza a una actividad que muchas personas consideran degradante por más que se conozca como el oficio más viejo del mundo. Ni siquiera países que van más adelantados en materia legislativa sobre esta actividad, como Holanda (donde existe una regulación) o Suecia (donde está prohibida y se persigue y multa a los clientes) tienen criterios unánimes. A propósito de un reportaje aparecido en la sección de Sociedad el pasado 27 de enero, el lector Fernando Javier Álvarez Morte señala que el artículo se ilustraba con una fotografía de Marc Arias en la que se veía a dos mujeres jóvenes en un portal con un pie de foto que decía: ‘Prostitución en la calle Joaquín Costa de Barcelona’. El lector manifiesta: ‘Como creo que puede verse afectada en su honor cualquier persona que apareciese en un pie de foto similar, quisiera conocer varios aspectos: ¿cuál es la directriz en La Vanguardia para el tratamiento de estas fotografías? ¿Cómo se sabe si son prostitutas? ¿Se les pregunta a las fotografiadas si lo son? ¿Se les pide permiso? ¿Se presupone por la manera como van vestidas? ¿Por estar esperando?’. La segunda cuestión a la que hace referencia el lector es de orden editorial, ya que, según explica, esa misma fotografía volvió a ser publicada el día 7 de febrero, en la sección Vivir. Y pregunta: ‘¿No debería indicarse que era una foto de archivo habiendo pasado varios días?’.El redactor jefe de la sección de Sociedad, Miquel Molina, considera interesante el debate que plantea el lector, ‘en un momento en el que se pone en cuestión una ordenanza municipal que permite a la Guardia Urbana identificar a las mujeres que ejercen la prostitución en la calle’. ‘¿Cómo se sabe – añade Molina- si una mujer está ejerciendo esta práctica? En el caso que nos ocupa, la sección de Sociedad se basó en la información aportada por el fotógrafo Marc Arias. El fotoperiodista permaneció varios minutos apostado en la calle Joaquín Costa, uno de los principales focos de prostitución callejera en Barcelona, y pudo comprobar como las dos mujeres que aparecen en la imagen – sus rostros figuran deliberadamente deformados para evitar su identificación- se dirigían en varias ocasiones a hombres que circulaban por la acera. La actitud y el contexto eran inequívocamente los de alguien que está ofreciendo servicios sexuales, aunque – y en esto debemos agradecer al lector su aportación- hubiera sido sin duda más correcto un pie de foto más neutro, del tipo ´Mujeres en una zona en la que se ejerce la prostitución´’. En cuanto al segundo tema, Miquel Molina considera que ‘es cierto que se hubiera debido especificar que era una imagen de archivo’.’