Friday, 26 de April de 2024 ISSN 1519-7670 - Ano 24 - nº 1285

Josep M. Casasús

‘La fama proverbial del seny, el peculiar sentido común que se atribuye a quienes vivimos en Catalunya, alcanza por supuesto a La Vanguardia en su condición de diario catalán que se proyecta al resto del mundo desde Barcelona.

– Usted es el defensor de los lectores de uno de los diarios más sensatos de Europa y por esta razón le hemos invitado a participar en este debate- me dijo una alta funcionaria de la Unión Europea antes de que empezara una reunión convocada en Luxemburgo el pasado 27 de junio para tratar de la lucha contra todo tipo de discriminación.

Eran los últimos días de la presidencia luxemburguesa del Consejo europeo, y aquel elogio hacia La Vanguardia debemos valorarlo todos como un reconocimiento indirecto muy positivo a la calidad humana y cultural de los lectores de este diario.

La prensa, se dijo en aquella reunión de Luxemburgo, es la mejor plataforma para entablar un debate sereno, matizado y constructivo sobre los fenómenos cada vez más complejos y desconcertantes de la discriminación en los diversos ámbitos de la vida.

La radio y la televisión desarrollan este debate en términos de confrontación y emotividad. La prensa, si no se deja arrastrar por la dinámica de los medios audiovisuales, es el único sistema de comunicación que puede reconducir el conflicto, la desconfianza o la reacción visceral hacia el universo de la concordia, el respeto y la superación.

A la reunión de Luxemburgo acudieron 175 representantes de organismos dedicados a combatir discriminaciones y organizaciones de gente que se siente discriminada.

Solemos tener un concepto restrictivo del alcance de la discriminación. Cuando en política y en periodismo se habla de discriminación se suele reducir a la étnica y a la sexual. En los códigos deontológicos de periodismo se alude además a las discriminaciones por razones de creencias y por la extracción social y cultural. Pero en aquel encuentro europeo afloraron otros tipos de discriminación: por la edad, las discapacidades físicas y psíquicas, o la orientación sexual.

No exageremos las posiciones Debe admitirse que la lucha contra todas las discriminaciones es de cajón. El gran riesgo de esta lucha radica, sin embargo, en que la discriminación positiva contenga a su vez una discriminación contra el resto de la población. ¿No nos estaremos pasando en esto de las discriminaciones y del lenguaje llamado políticamente correcto?, me han preguntado durante estos años algunos lectores.

Veamos los dos casos más recientes.

El pasado 11 de julio, el lector José Climent, de Sant Cugat del Vallès, me pedía que defendiera su punto de vista con estas preguntas: ‘¿Es preciso aclarar que hay ocupas incívicos en el semititular de ayer domingo 10 de julio (páginas salmón) cuando la ocupación de por sí ya es incívica por ser ilegal? ¿Hace falta escribir okupación con k para dar más cancha a los ocupantes?’.

El pasado 24 de junio envió una carta el lector Enric Martínez i Gabaldó, de Creixell (Tarragona), en la que entre otras cosas decía: ‘Quiero exponer mi opinión sobre el tema de la inmigración, del cual los políticos y la misma prensa están haciendo una campaña mediática sobre lo bueno que son para el país, y la enorme riqueza cultural que ello nos aporta. Luego uno lee en las encuestas y escucha por la calle, y el sentimiento o la percepción son otros. Sólo hay que ver las propias encuestas de La Vanguardia en su publicación electrónica. A la que preguntaba ¿considera necesario el endurecimiento de las leyes de inmigración?, un 61% contestaba sí, y un 38,2% contestaba no’. Y sugiere este lector: ¿Por qué La Vanguardia no hace reportajes o artículos que reflejen el sentimiento de sus lectores? Cualquier persona que opine diferente a este tipo de pensamiento único de que la inmigración es buena, ya se le tacha de racista’.

Enric Martínez i Gabaldó es uno de los muchos lectores que consideran suyo este diario. Lo citan como su diario ( ‘mi diario’, dicen) cuando se refieren a La Vanguardia.Terminaba así su carta electrónica: ‘En fin, por favor, lo mío es una crítica positiva, no destructiva. Yo leo La Vanguardia desde pequeño, cuando mi padre la compraba cada día a 3 pesetas, y yo la sigo comprando igualmente y de eso ya hace más de cuarenta años. Yes por eso mismo que también siento en parte mío este diario y por eso me indigna este silencio corporativo’.

En la reunión europea a la que he aludido al comienzo de esta crónica dominaron las intervenciones contrarias a todas las discriminaciones: las negativas y las positivas.

En estos cinco años de mi ejercicio como defensor del lector he señalado diversos abusos de discriminación positiva en la prensa.

El 28 de abril del 2002, defendí la queja de la lectora Emma Moreno Sanz a partir de lo que había visto en una misma edición del diario: se citaba con iniciales a unos detenidos por abusos a menores, robo por violencia y agresiones a una ex novia, y eran identificados con su nombre y apellidos dos oficinistas imputados en el caso Gescartera. Se hacía discriminación positiva en favor de unos supuestos delincuentes comunes y discriminación negativa en contra de unos supuestos delicuentes de cuello blanco.

Otro caso lo expuse a petición del lector Alexandre Matheu i Serrano el 30 de diciembre del 2002. Vio que al informar sobre una pareja detenida por maltratar a su bebé se identificaba al padre con nombre y apellido mientras que de la madre sólo aparecían las iniciales. Preguntó el lector: ‘¿Se trata de una discriminación por razones de sexo?’.

El profesor Claude-Jean Bertrand en La déontologie des médias (PUF, París, 1977, pág. 66) atribuye este tipo de discriminaciones a un maniqueo maccartisme de gauche que discrimina en nombre de la no discriminación. Sólo podemos superar esta paradoja si aplicamos el seny,el sentido común.

ESTA ES LA ÚLTIMA CRÓNICA que he escrito como defensor del lector de La Vanguardia. Se han cumplido por completo los periodos que fija el Estatuto de esta función. Creo que el relevo en estos puestos de grato servicio debe pasarse con naturalidad.

Esta sección no saldrá en el mes de agosto. El domingo 4 de septiembre reaparecerán estas crónicas de defensa y orientación.’