A VOZ DOS OUVIDORES
LA VANGUARDIA
Josep Maria Casasús
"El color del cristal con que se lee", copyright La Vanguardia, de Barcelona, Espanha, 6/5/01
"Una pequeña parte del correo y de las llamadas telefónicas que recibo está relacionada con las tendencias ideológicas que algunos comunicantes dicen advertir en ?La Vanguardia?.
Un lector de Mollet afirma: ?Este diario sirve ahora al nacionalismo soberanista y chovinista de CiU?. Un lector de Barcelona dice: ?Veo una creciente ?derechización? de signo PP en la línea editorial?. Otro lector barcelonés señala: ?Dan ustedes carta blanca a todas las ideas e iniciativas ?progres?, por decirlo de algún modo?. Un lector de Madrid concreta: ??Por qué no han publicado la ejemplar respuesta de Aznar a Zapatero en el pleno del Congreso de ayer? (página 81 del 26 de abril). Se nota que son ustedes socialistas?. Un notorio disenso entre ellos.
Recuerdo, de entrada, que los defensores del lector no tenemos competencias en materia de opiniones y de línea editorial. No procede la defensa en estas manifestaciones del contenido. Es muy lógico que así sea.
El Estatuto del Defensor, documento que pueden consultar en ?La Vanguardia Digital? (www.vanguardia.es/defensor/), encarga a este puesto la función de vigilar que los contenidos del diario sean acordes con las reglas éticas y profesionales del periodismo.
Es razonable que los defensores del lector sólo actúen, aquí y en otros diarios, en asuntos vinculados al ejercicio de la función profesional de los periodistas en sus vertientes únicamente técnica y deontológica.
Estos mismos principios me impiden identificar a los lectores que objetan las supuestas orientaciones del diario. Sí puedo constatar, sin embargo, que existen puntos de vista totalmente discordantes entre los lectores que me hablan de esta dimensión del diario. Las citas incluidas en el segundo párrafo de esta crónica de hoy son muy elocuentes. Demuestran que los lectores discrepan entre sí. El defensor, caso de poder actuar en esta materia, lo sería de todos ellos. Sería, por lo tanto, una misión imposible.
Cuando comparo las cartas que recibo sobre este asunto me pregunto si es el mismo diario el que leen unos y otros. La tendencia de un diario no es fácil de determinar. En la elaboración de su contenido intervienen muchas personas con sensibilidades muy diversas. Por esta razón, las impresiones que sobre cualquier diario tienen los diversos lectores son divergentes y contradictorias. Unos estiman que su diario va en una dirección, y otros creen que va en la dirección opuesta.
Todo diario es del color del cristal con que se mira. El producto es el mismo pero hay tantas interpretaciones como personas que leen. Existe mucha literatura de autoridades sobre esa cuestión. Ortega y Gasset afirmó: ?La realidad no puede ser mirada sino desde el punto de vista que cada cual ocupa, fatalmente, en el universo? (?El espectador?, Salvat, Barcelona, 1969, pág. 21).
Gaziel, en un artículo publicado en ?La Vanguardia? el 1 de enero de 1926, argumentó: ?Es natural, es justo, que ?La Vanguardia?, vista desde el punto de vista exclusivista y cerrado que ocupan los partidos políticos no satisfaga a ninguno de ellos. En esto estriba precisamente la razón de ser y la fuerza de este diario?. Es la fuerza de los lectores. El diario se debe a todos ellos.
Quienes estudian la prensa en los departamentos universitarios no han dado aún con un método que permita objetivar y describir con garantías científicas la ideología dominante en los diarios independientes. Lo más arduo es que el analista logre sustraerse de la influencia de su propia subjetividad. No es fácil, incluso para un experto investigador que se imponga un voto de estricta neutralidad, hacer abstracción de sus propios deseos e ideas al analizar un contenido.
EN ?EL SEMÁFORO? del lunes 16 de abril aparece con la luz roja de la desaprobación la foto de Francisco Arce Montes. Debajo de su nombre y apellido se le califica como ?Asesino?. El lector Salvador Santisteban me pregunta: ??Los asesinos merecen aparecer en la sección ?El Semáforo???. Y añade: ?Además, en la información de la página 22 de ese día se le identifica como ?presunto? violador y asesino de una muchacha?.
?El Semáforo? de ?La Vanguardia? es una pieza muy sucinta y con unas cláusulas de estilo muy peculiares. Caso de ser un género periodístico, sería un género difícil de clasificar y hasta cierto punto pintoresco, en el sentido más etimológico del término: pone luces simbólicas de color a unas noticias.
En ?El Semáforo? se destacan protagonistas seleccionados en función de algún hecho relevante del día. Contiene datos informativos pero, en definitiva, es una sección anónima de opinión. Conviene dejar claro, sin embargo, que la opinión institucional del diario sólo es aquella que se expone formalmente todos los días en sus editoriales. ?El Semáforo? es anónimo pero no es un editorial.
La operación de seleccionar, valorar y jerarquizar hechos y datos de la realidad actual es uno de los actos profesionales más característicos del periodismo moderno. También es el más complejo y arriesgado. En él, sobre todo si concurren las prisas del cierre de edición, pueden cometerse errores de criterio como el que prosperó infaustamente en ?El Semáforo? del pasado 16 de abril.
Se cometieron dos faltas de rigor deontológico. La primera, calificar de asesino a un presunto asesino, denominación que sí figuraba correctamente en la información de la página 22. La segunda, convertir a asesinos o a presuntos asesinos en protagonistas de ?El Semáforo?. Entre otras razones porque no ha lugar a la alternativa ?luz verde/luz roja? ante el asesinato o su presunción.
El sentido común de los lectores enmendó este lamentable fallo de selección y calificación. Pero el rigor debe ponerse sobre todo en las operaciones profesionales previas."
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