Friday, 22 de November de 2024 ISSN 1519-7670 - Ano 24 - nº 1315

Josep Maria Casasús

LA VANGUARDIA

"Los tiempos de Jayson Blair no son los de Pla", copyright La Vanguardia, 29/6/03

"El periodista catalán más citado de toda la historia, Josep Pla, fue despedido como corresponsal en París del diario ?La Publicidad?, en junio de 1920, por perpetrar un plagio sin paliativos y sin arrepentimientos. Lo cuenta el profesor Lluís Bonada en su biografía sobre aquel autor (Editorial Empúries, 1991, págs. 31 y 32).

El director del diario, Romà Jori, se enteró del plagio al comentarlo sus amigos del Ateneu. Pla había copiado prácticamente de cabo a rabo un texto publicado por el diario parisino ?Le Temps?. Cuando el director amonestó al plagiario éste contestó que casi todo lo que había enviado desde París estaba copiado. Fue despedido fulminantemente. Pero la prosa de Pla era de las pocas cosas que se podían leer en una prensa dominada entonces por los artículos tópicos, adocenados y rutinarios. En consecuencia, Pla fue readmitido unos tres meses después.

No tendrá esta oportunidad el periodista Jayson Blair, despedido de ?The New York Times? por perpetrar fraudes profesionales continuados. Su caso ha desencadenado una crisis en el citado diario cuyo episodio más relevante han sido las renuncias del director Howell Raines y de su adjunto, Gerald Boyd. El caso lo trató ?La Vanguardia? en las ediciones de los pasados días 12 de mayo (crónica de Eusebio Val), 1 de junio (crónica de defensor del lector), 6 de junio (información y crónicas de Val, Xavier Mas de Xaxàs y Andy Robinson) y 7 de junio (editorial, crónica de Val, revista de prensa).

La lectora Ester Márquez me ha escrito dos cartas interesándose por este asunto, cuyos datos clave resumo a continuación.

El pasado 11 de mayo ?The New York Times? explicó que su reportero Jayson Blair había publicado textos falsos, inexactos, manipulados o plagiados. Se detectaron faltas e irregularidades de esta índole en 36 de las últimas 73 piezas que escribió este periodista para aquel diario. El pasado 5 de junio el director Howell Raines y su adjunto, Gerald Boyd, dimitieron, aunque es probable que en esta solución de la crisis concurrieran otros factores. Una crónica publicada anteayer en ?La Vanguardia? (Vivir, pág. 12) informaba de otro caso en el ?Times?, aireado por su rival ?The Washington Post?.

Quiénes son responsables

Ningún diario es inmune al virus del engaño. Otra gran institución periodística como es ?The Washington Post? sufrió el caso de la periodista Janet Cook, que ganó el Pulitzer en 1980 con un reportaje sobre un niño heroinómano. Era una historia falsa. Y el propio ?The New York Times? reconoció el 22 de febrero de 2002 que su colaborador Michael Finkel había falseado identidades de personajes en un reportaje protagonizado por niños esclavizados en África. La falta de ética no es nueva. Lo nuevo es que los fraudes profesionales de un periodista provoquen la dimisión de un director y de su adjunto.

Esta salida crítica sorprende desde la perspectiva de los criterios deontológicos e incluso jurídicos del periodismo influido por la tradición francesa. Tanto en el sur de Europa como en otros países de cultura latina prevalece la responsabilidad individual del periodista en las infracciones que él cometa. Por el contrario, en la escuela anglosajona (en un sentido amplio que incluye a los países escandinavos, además de Gran Bretaña y Norteamérica), la responsabilidad por las faltas de ética del periodista culpable la comparten los directivos y el diario como institución. El profesor Claude-Jean Bertrand insinúa este contraste entre distintas culturas periodísticas en su obra ?La déontologie des médias? (PUF, París, 1997, págs. 46 y 47).

La ética gana peso

El caso protagonizado por Jayson Blair nos mueve también a deliberar sobre otros aspectos generales de la ética de la comunicación. Nos lo propone la citada lectora Ester Márquez: ?Creo que la actual situación del ?Times? debería servir precisamente para reflexionar sobre la ética de la profesión periodística?.

En este sentido, el desenlace de ese último caso en ?The New York Times? creo que es representativo de una tendencia de cambio de prioridades en el mundo periodístico. Los valores éticos y deontológicos ganan peso en la balanza respecto a los valores estéticos y de mercado que pugnan por alterar el equilibrio. Un síntoma de ese cambio de signo es la inmolación profesional de los dos directores del aquel diario a partir de evidenciarse que había fallos graves en los resortes de control del rigor de los contenidos.

Más allá del caso concreto, esa crisis refleja las tensiones entre dos corrientes periodísticas: la que se fija como objetivo principal publicar aquello que al lector le gusta y le atrae, aquello que el lector ?desea saber? (valores de mercado), aunque a veces se resienta el rigor; y la que se fija como objetivo principal publicar aquello que el lector ?debe saber? (valores éticos), aunque tal vez le disguste o le aburra, y a costa a veces de sacrificar en aras del rigor la difusión de una noticia que nos puede ?pisar? la competencia.

Los tiempos están cambiando al convertirse la ética en un valor de mercado. La ética ya es un reclamo comercial. Todo diario trata de mostrarse más ético que sus rivales, objetivo que modera otros criterios de competitividad. En ningún caso debe escatimarse el rigor, ni tampoco la modestia cuando se trata de reconocer el error. Tal como publicó ?The New York Times? el pasado 6 de junio en su memorable editorial de contrición, hay que trabajar por el objetivo perpetuo de la información perfecta sin olvidar que el periodismo es un oficio imperfecto."