París – Las orientaciones de Nicolas Sarkozy para la prensa escrita francesa han sido bien acogidas en líneas generales. El presidente sugiere modificar la ley que ahora prohíbe la concentración de medios – por ejemplo, nadie puede poseer una canal de televisión, un periódico y una cadena de radio de ámbito nacional – y cuestiona la actual competencia entre periódicos gratuitos y de pago.
Sarkozy ha encargado a Bernard Spitz, un socialdemócrata moderado y liberal, antiguo colaborador de Michel Rocard, que coordine cuatro grupos de reflexión sobre la prensa. Uno se ocupará ‘del futuro de los oficios periodísticos’, otro del ‘proceso industrial de la prensa’, un tercero de ‘la prensa digital’ y finalmente el cuarto grupo estudiará las cuestiones ‘relativas a la relación entre prensa y sociedad’.
Ese proceso ha sido bautizado como el de los ‘Estados generales de la prensa’ y, si bien las cuatro comisiones entregarán sus conclusiones antes de que acabe el año, ‘la reflexión debiera prolongarse hasta entrado el 2009’, según precisó Christine Albanel, ministra de Cultura.
A diferencia de lo ocurrido con el sector audiovisual, cuando Sarkozy anunció la supresión de la publicidad en los canales públicos antes de consultar al sector, en el caso de la prensa son los propios profesionales los que disponen de dos meses para elaborar propuestas destinadas a mejorar la calidad y competitividad.
Protección de las fuentes
El presidente francés expresó también su convicción sobre la necesidad de garantizar ‘la protección auténtica de las fuentes de información, la preservación de los derechos de autor, el reconocimiento jurídico de los equipos de redacción, la necesidad de mantener su independencia, y muy particularmente la de la AFP [agencia pública de noticias] y la del audiovisual público’.
Ese canto a favor de la libertad y la independencia está en abierta contradicción con el comportamiento de Sarkozy, tradicionalmente intervencionista pues la mano del presidente aparece en el nombramiento de directores de radios, de responsables de información nacional en diarios o radios, o ha favorecido el enriquecimiento de grupos audiovisuales dirigidos por sus amigos.
Ahora, Sarkozy cuestiona la eficacia de las ayudas públicas a la prensa (en torno al 10% de su facturación) con la intención de comprobar si cumplen con los objetivos fijados. Su posición es que la prensa debe ser rentable porque ese es ‘el mejor medio para ser independiente’. Al tiempo, sostiene que la prensa gratuita es ‘la muerte de la prensa escrita’.