Thursday, 19 de December de 2024 ISSN 1519-7670 - Ano 24 - nº 1318

Milagros Pérez Oliva

‘Desmontando a la monja-bulo. Éste era el titular del reportaje que la sección Vida y Artes dedicó el pasado 1 de noviembre a ‘desmontar’ el discurso que la monja benedictina Teresa Forcades desgrana en un vídeo titulado Campanas por la gripe A, uno de los últimos grandes éxitos de Internet. Cientos de miles de personas han visto en YouTube esta filmación de 53 minutos. ‘Todos los narradores conocen la combinación perfecta para una buena historia: una víctima, un villano y un héroe’, comienza el reportaje, firmado por María R. Sahuquillo y Emilio de Benito. ‘El reparto es fácil: la víctima es la humanidad, la verdad científica, los pobres del mundo; los villanos, la industria farmacéutica, la OMS; y el héroe (…) una monja benedictina de las montañas de Montserrat’. ‘El mérito de Forcades’, prosigue el texto, ‘es que, a pesar o gracias al hábito, parece seria y seguramente actúa con buena intención. Con la mejor. Es médica de la Universidad de Barcelona y afirma que se especializó en Medicina Interna en Nueva York. (…) Como Mary Poppins, ella también, entre cucharada y cucharada de azúcar, puede hacer comulgar (nunca mejor dicho) con ruedas de molino’.

Las ruedas de molino son en este caso las teorías de Forcades sobre la vacuna de la gripe A, que incluyen insinuaciones sobre una posible conspiración de la industria farmacéutica, lo que da pie a que, en un apunte firmado por Ricardo de Querol, se inscriba este vídeo entre las ‘teorías conspiracionistas’.

El reportaje ha provocado un alud de cartas. Muchas de ellas presentan el mismo texto, lo cual indica que obedecen a una campaña, pero también las hay espontáneas. La mayoría han sido remitidas por mujeres y predominan las profesionales de la salud. Con distintas palabras, abundan en una idea que la psicóloga clínica Olga Fernández Quiroga expresa así: ‘El artículo contiene todas y cada una de las acusaciones que los autores vierten contra la doctora Forcades: apariencia de seriedad, medias verdades y descalificaciones’.

La endocrinóloga y ex diputada socialista Carme Valls Llobet, autora de varios libros sobre salud y género, escribe: ‘El artículo intenta una burda manipulación de las palabras de Teresa Forcades. No se pueden utilizar medias verdades, o directamente mentiras, para descalificar. Son muchas las comunidades científicas contrarias a realizar intervenciones preventivas sin las adecuadas garantías de seguridad’, afirma en relación a la vacuna.

‘El titular no se corresponde con el contenido’, dice Margarita López Carrillo, presidenta de Xarxa de Dones per la Salut: ‘Bulo es una noticia falsa divulgada con fines negativos, y en las afirmaciones de la doctora no hay ninguna falsedad, cosa que sí ocurre en el artículo’. Lo mismo opinan las doctoras Dolores Ariño, de Zaragoza, y Pepa Pont, de Valencia. Otras, como Mariona Chavarría, piden ‘respeto para las opiniones diferentes’ y critican que no se haya incluido la versión de Forcades, ‘algo especialmente llamativo en un escrito tan beligerante’.El redactor jefe de Sociedad, Ricardo de Querol, defiende la oportunidad del artículo: ‘Los cientos de mensajes recibidos a favor y en contra de Teresa Forcades me confirman en la idea de que nuestra explicación era muy necesaria. La teoría de la conspiración en torno a la gripe A que expone esta médica está teniendo tal impacto que un periódico de referencia como EL PAÍS estaba obligado a hacer un análisis crítico, apoyado en la opinión de científicos de primera fila. Si no recogimos también la versión de Forcades fue porque no contestó a nuestra insistente petición. Pero su punto de vista está recogido en su vídeo’.

Querol afirma que ‘el objetivo no es la neutralidad, sí la honestidad y el rigor. No seríamos equidistantes en un debate entre el darwinismo y el creacionismo; o entre la ciencia y la superstición. Si la expresión ‘monja-bulo’ parece a muchos poco respetuosa, pedimos disculpas. Pero mantengo que, desde el rigor, teníamos que desmontar el bulo de ese mensaje llamando a la población a evitar vacunarse’.

Someter a un análisis crítico un vídeo tan controvertido entra sin duda en las funciones del periodismo riguroso. Pero el artículo contiene errores de forma y contenido que empañan el resultado. El titular es profundamente descalificador. Y no es el discurso de Forcades lo que se califica de bulo, sino a la propia monja, a la persona. ¿Diríamos ‘desmontando al presidente-bulo, al diputado-bulo’? Un titular tan desafortunado predispone contra Teresa Forcades, pero también descalifica al propio artículo porque muestra una beligerancia y un apriorismo que casan mal con la objetividad. La comparación con Mary Poppins contribuye al menoscabo y juicios de valor como ‘parece seria’ y ‘seguramente actúa con buena intención’, le dan un tono que algunos lectores consideran displicente. La ausencia de la versión de Forcades es además una grave carencia, pues no todos los lectores han visto el vídeo.

Expresiones como ‘afirma que se especializó en Medicina’ introducen una sombra de duda, cuando es un dato comprobable, pues el currículo de Forcades es público e incluye un doctorado en Teología y un master en Salud Pública. Decir que su ‘única obra conocida es un librito llamado Los crímenes de las grandes compañías farmacéuticas’ es también inexacto, pues tiene publicaciones sobre teología y sobre feminismo, una de cuyas figuras más acreditadas, la catedrática Milagros Rivera Garreta, ha escrito también a la Defensora en favor de la monja feminista.

‘No hemos pretendido dudar de su currículum. El citado como ‘librito’ ocupa 44 páginas’, afirma De Querol. ‘Decimos de ella que es buena comunicadora y que su crítica a la campaña de vacunación es la mejor fundamentada de las que circulan por la Red. Forcades incluye una buena divulgación de qué es la gripe, hechos ciertos presentados como enigmas, medias verdades y datos erróneos para llegar a conclusiones indefendibles. Es un hecho que Baxter cometió un error en un ensayo con hurones de una posible vacuna para la gripe aviar (no para la A). Deducir de ahí que la vacuna de la gripe A puede estar contaminada y acabar con media humanidad es, desde el punto de vista de la ciencia, un disparate, un bulo, una falsedad. Entre la extravagancia conspiracionista y la razón científica, EL PAÍS está con la segunda’.

Ciertamente, la teoría conspirativa es el talón de Aquiles del vídeo de Teresa Forcades y, aunque ella misma se arrepiente de su comentario, es evidente que le resta credibilidad. Pero si el propósito del artículo era defender la razón científica, el resultado ha sido en parte fallido. El artículo ha actuado como un bumerán contra el diario y ha reforzado a Forcades en el papel de heroína, al que ahora puede añadir además el de víctima. Y no ha contribuido a aclarar el principal enigma de este caso: ¿Por qué, a pesar de sus debilidades, el vídeo ha tenido tanto éxito? ¿Por qué Teresa Forcades sigue teniendo tantos y tan cualificados defensores? Sus extraordinarias dotes para la comunicación -53 minutos de monólogo en plano corto- y la serena convicción que transmite han podido contribuir, sin duda. Pero hay algo más.

La razón de su éxito estriba precisamente en la parte científica de su discurso, aquella en la que expresa dudas y críticas a la gestión de la gripe A. El vídeo se ha convertido en la voz disidente frente a un discurso oficial que se ha impuesto, como un pensamiento único, por encima de dudas razonables, y que ha ahogado las voces que criticaban, por alarmista y onerosa, la gestión de la pandemia. Voces también científicas, como el documento emitido el 25 de septiembre por la Sociedad Española de Salud Pública y Administraciones Sanitarias (SESPAS), que agrupa a 3.800 profesionales; el documento de la Federación de Asociaciones para la Defensa de la Sanidad Pública, de 28 de octubre; o el Butlletí Groc (abril-junio) de la Fundación Instituto Catalán de Farmacología. En todo caso, de la misma manera que no se puede desmontar un discurso oficial mezclando datos ciertos con especulaciones, el periodismo riguroso tampoco puede desmontar supuestos bulos con descalificaciones. Para defender la verdad, no bastan las buenas intenciones.’