‘Contra Windows vivíamos mejor’. Durante años, los usuarios más activistas de Internet y defensores del software libre tenían como seña de identidad su oposición al monopolio de facto de Microsoft, cuyo sistema operativo Windows está instalado en más del 90% de los ordenadores de todo el mundo. Hoy, dos de cada tres búsquedas en Internet se hacen a través de Google -nueve de cada diez en Europa-, y muchos se preguntan si no ha llegado la hora de cambiar de enemigo.
La empresa nacida en 1998 en uno de los ya architópicos garajes de las casas bajas californianas, de la mano de dos jóvenes, bajo el lema ‘Don´t be evil’ (‘no seas malvado’), se enfrentó al modelo del gigante de Bill Gates, ya entonces una máquina de hacer caja vendiendo cajas con su Windows y su Office. Google se ganó el corazón y las pantallas de los PC de los internautas con útiles y eficaces servicios gratuitos, desde mapas de todas las ciudades hasta correo electrónico con memoria casi infinita. Esa utopía cibernética conquistó la simpatía de millones de usuarios que veían en la marca Google un sinónimo de solidaridad planetaria.
Las cosas parecen haber cambiado. Google salió a Bolsa en 2004. Sus fundadores, Larry Page y Sergei Brin, se convirtieron en multimillonarios y su lema buenista fue sustituido por otro mucho más apegado al negocio: ‘Búsquedas, publicidad y aplicaciones’. Su actividad principal de venta de anuncios asociados a las búsquedas se ve hoy como un saqueo desde sectores enteros, como la prensa, cuyas noticias alimentan gratuitamente al buscador y su Google News, o los navegadores como TomTom, que no pueden competir con un servicio gratuito.
Motivos há
A Google le brotan adversarios como hongos en un paisaje lluvioso: los editores y autores creen que su proyecto de digitalización de millones de libros -paralizado por la justicia estadounidense- pretende trasladar el monopolio del buscador al mundo editorial, saltándose o rebajando a mínimos la retribución de derechos de propiedad intelectual. Los operadores de telefonía y acceso a Internet se preguntan airados por qué deben hacer cuantiosas inversiones para ampliar y modernizar sus redes que satura Google con sus servicios, sin que reciban un dólar del buscador. Desde el mundo del móvil temen que el sistema operativo Android ideado por Google sirva de caballo de Troya para entrar en el sector y hacerse con el naciente mercado de la publicidad celular. Por si fuera poco, en Italia tres directivos de Google han sido condenados por permitir que un vídeo con vejaciones a un joven escolar autista estuviera dos meses colgado en su portal. Y el Senado estadounidense ha decidido tomar las riendas y propiciar una legislación para las empresas de Internet que permitan la censura en países como China.
Google es más fuerte que nunca. Y su fortaleza no se basa sólo en la capitalización bursátil -vale 130.000 millones de euros- sino en la adhesión inquebrantable de millones de usuarios que consideran su dominio en el mercado una recompensa al buen hacer y se preguntan: ‘¿Acaso no hay otros buscadores como Bing o Yahoo? ¿Qué culpa tiene Google si es el mejor y todo el mundo lo utiliza? ¿Dónde está entonces el monopolio?’. Basta ver los comentarios que suscita en Internet cualquier noticia sobre el buscador (como esta misma) para comprender que ese sentimiento proGoogle está muy enraizado en los consumidores, que además de su motor de búsqueda utilizan su navegador Chrome, ven vídeos en YouTube, se cartean por su Gmail, guían su coche por el Maps Navigation, hablan a través de Voice, o se comunican entre sí e intercambian archivos por Wave, entre otras muchas aplicaciones.
Con todo, en apenas dos años, Google ha saltado del menú de favoritos de esos usuarios a los tribunales. El último episodio que ha encendido las alarmas ha sido la toma en consideración por parte de la Comisión Europea de las denuncias presentadas por tres empresas contra el buscador de Internet por abuso de posición dominante. Le acusan de utilizar el tan célebre como secreto algoritmo que utiliza el buscador para relegar en los resultados de las búsquedas las webs de sus rivales directos.
Las compañías denunciantes son el buscador francés de temas jurídicos ejustice.fr y las páginas webs de comparación de precios Foundem y Ciao! Los denunciantes aseguran que Google aprovecha su posición de dominio en Europa, con el 90% de cuota de mercado, para manipular su aparentemente neutral sistema de búsquedas en beneficio de sus anunciantes y en detrimento de sus rivales. Google se defiende afirmando que detrás de esta denuncia está la mano de Microsoft (propietaria de Ciao! y socia de Foundem), con quien ya no disimula su guerra abierta, tras el acuerdo al que llegó la empresa de software con Yahoo para integrar sus sistemas de búsquedas y publicidad.
‘Esas tres quejas están en sus inicios. No hay ninguna investigación formal abierta. En ese periodo preliminar, estamos abiertos a dar toda la información que nos requiera la comisión, y veremos si tramita las quejas o no. A lo mejor se queda en nada. Creemos que nuestro funcionamiento se adapta perfectamente a la legislación europea y lo que hace es favorecer al usuario de una manera abierta y democrática. Respecto a quién hay detrás, en lugar de hablar de campañas orquestadas, basta dar datos objetivos, y es que dos de los denunciantes están relacionados con Microsoft. Sus motivos tendrán’, precisa Bárbara Navarro, directora de Relaciones Institucionales de Google España.
Assunto de dinheiro
Aunque todavía no hay ningún proceso en marcha, es la primera vez que Bruselas atiende una queja contra Google en materia de competencia. Y muchos recuerdan que así empezó Microsoft, y luego le llovieron las multas. ¿Se ha abierto la veda contra Google? Tal vez sea pronto para responder a esa pregunta, pero lo cierto es que a la empresa amigable por excelencia le han comenzado a surgir poderosos adversarios. Por lo pronto, se ha constituido un lobby para tratar de convencer a Bruselas de que pare las ínfulas monopolísticas del buscador. Se trata del Icomp (Initiative for Competitive Online Marketplace o Iniciativa por un Mercado Online Competitivo), con Microsoft y la agencia de relaciones públicas Burson-Marsteller como sus principales impulsores. Entre sus asociados figura Foundem, una de las tres empresas denunciantes, y la Premier League inglesa. En total, una amalgama de 45 empresas europeas y de EE UU de todo pelaje, desde firmas tecnológicas a otras más exóticas como Artequeso, una empresa familiar de Tembleque (Toledo) dedicada a la fabricación de queso manchego.
Las siete empresas españolas que integran Icomp dicen estar al margen de Microsoft. Alejandro Marcos, director creativo de Dreamers Europe, diseña contenidos de entretenimiento asociado a marcas. ‘Si un usuario crea un contenido que genera muchas visitas y dividendos de publicidad, y el creador no recibe un duro, hay que buscar una solución’, sostiene. Javier Celaya, fundador del Grupo Dosdoce Comunicación, un observatorio de comunicación online, hace hincapié en que ‘es necesario un debate sobre de qué manera dependemos de los buscadores para tener visibilidad y cómo afecta el papel de Google como empresa dominante’. Mario Pérez, de Safe Creative, dedicada al registro de la propiedad intelectual, se pregunta: ‘¿Qué pasa con los datos de una web si cierra?’. Pérez pide una regulación ‘para que esa información no se pierda y esté protegida’. Lucía López, propietaria del hotel Las Lagunas de La Vera, en la sierra de Gredos: ‘Casi el 90% de mi negocio se basa en la información que busca la gente en la web. Hay que evitar el monopolio’. Las empresas D4 Imagen y Comunicación y Distrito 01 también participan en el lobby, informa Elena Hidalgo.
Las pugnas con el regulador de la competencia no pueden esconder que lo que se sustancia entre unos y otros es, como casi siempre, un asunto de dinero. ‘Se trata de que todos ganemos mucho dinero’, reconocía sin ambages Eric Schmidt, consejero delegado de Google, en el Congreso Mundial de Móviles celebrado en Barcelona el pasado mes de febrero. ‘El móvil es lo primero’, proclamó Schmitd, e hizo temblar a un auditorio en el que figuraban los primeros ejecutivos de los operadores y fabricantes de móviles, temerosos de que Google traslade su dominio al mundo celular y se haga con el embrionario negocio de la publicidad móvil.
Mudanças no modelo de negócio
El director general de Google España, Javier Rodríguez Zapatero (sin relación familiar con el presidente del Gobierno), intenta disipar esos temores: ‘Hemos sido capaces siempre de crear nuevos mercados que no existían en el pasado y permitir generar eficiencias con todos los jugadores. En el móvil vamos por el mismo camino. No es un mercado publicitario ya existente, sino que está por crear. Google sitúa al móvil en primer lugar, por encima del PC, y vamos a desarrollar fórmulas para acercar la oferta y la demanda, creando un ecosistema que genere eficiencias para todos’.
Herramientas no le faltan. Ha creado Android que, según la consultora Gartner, será el segundo sistema operativo que equipará a los smartphone (teléfonos inteligentes) en 2012, tan sólo por detrás del Symbian de Nokia; ha lanzado su propio móvil (Nexus One) y, sobre todo, ha comprado por 750 millones de dólares AdMob, primera plataforma de publicidad móvil.
La transacción está siendo revisada por la FTC (Federal Trade Commission, supervisora de la libre competencia en EE UU) tras la denuncia presentada por Consumer Watchdog y el Center for Digital Democracy en la que aseguran que esta operación podría disminuir sustancialmente la competencia al hacerse con el 75% del mercado de la publicidad móvil y que será ‘perjudicial para los consumidores, publicistas y desarrolladores de aplicaciones, entre otros’.
Por su parte, Apple, que tenía sentado hasta hace poco en su consejo a Schmitd, ha presentado esta semana una demanda contra el fabricante HTC por violación de patentes, aunque pocos dudan que el objetivo último de su denuncia sea la propia Google, cuyo Android equipa los móviles de HTC, que además fabrica en exclusiva el Nexus One.
Otra de las grandes acusaciones contra Google es que no invierte, dejando que sean otros -fundamentalmente los operadores de telefonía y acceso a Internet- los que corran con los gastos, como el de redimensionar la red sobre la que corren sus brillantes (y gratuitas) aplicaciones, que le reportan pingües beneficios en forma de anuncios.
Los datos son elocuentes: aunque los ingresos de Google crecieron un 8,5% y el beneficio neto un 54% en 2009, su inversión (capex) disminuyó un 65,6%, hasta situarse en 810 millones de dólares (595 millones de euros). Telefónica, sólo en España, invierte el triple de esa cantidad, y más de diez veces en todo el mundo. Esa tacañería permite al gigante californiano tener una abultada tesorería que, a finales de diciembre, ascendía a 24.500 millones de dólares (18.015 millones de euros), el doble que un año atrás. Y los operadores se preguntan: ¿no utilizará tarde o temprano ese dineral en comprar a uno de los nuestros? O, lo que es lo mismo, ¿no estaremos alimentando con nuestras inversiones una OPA hostil de Google?
El presidente de Telefónica, César Alierta, abrió la veda, atreviéndose a decir en público lo que muchos de sus colegas decían en privado. ‘Es evidente que los buscadores de Internet utilizan nuestra red sin pagar nada, lo cual es una suerte para ellos y una desgracia para nosotros. Pero también es evidente que esto no puede seguir. Las redes las ponemos nosotros; los sistemas los hacemos nosotros; el servicio posventa lo hacemos nosotros, lo hacemos todo. Esto va a cambiar, estoy convencido’.
A la propuesta se sumó, con bastantes matices, Vodafone, y ya está encima de la mesa de los comisarios europeos. Los operadores piden abiertamente un modelo de ingresos compartidos cuando no directamente el pago de un peaje. Algo que no gusta desde luego en Google. ‘En primer lugar, sería pagar doble, porque ya estamos invirtiendo en infraestructuras y ya pagamos por nuestro acceso a Internet cantidades muy importantes. Y, además, cuando se habla de pago derivaría automáticamente en un modelo cerrado en Internet parecido al de la televisión de pago, y eso tiene muchísimas implicaciones, no sólo para nosotros sino para Internet’, indica Navarro
El googlepolio tiene hasta una web (www.googlepoly.net), que recopila las denuncias contra Google, a la que, desde varios ámbitos, acusan de controlar toda la cadena de valor de la distribución de la información del mundo digital, decidiendo qué contenidos son prioritarios en función de sus intereses publicitarios.
El 97% de los ingresos de Google proviene de la publicidad. Tras la adquisición en 2007 de DoubleClick, su principal competidor hasta entonces, se estima que puede controlar cerca del 70% del mercado total de la publicidad online. Con más del 60% de las búsquedas a escala mundial, y más del 90% en Europa, Google almacena los datos y las preferencias de millones de consumidores, que le permiten ser mucho más eficaz que sus competidores de cara a sus anunciantes. Buscar en Google es gratis, sí, pero cada clic en el lado derecho que reserva a sus anunciantes le reporta unos ingresos al buscador. Los detractores de la firma avisan de que, al manejar esa información, es Google quien controla el precio de la publicidad. En un mercado en recesión como el publicitario, el pago por clic creció un 13% en 2009.
‘Hay sitio para todos. No se corresponde con la realidad esa sensación de que Google tenga un dominio del mercado publicitario’, dice Rodríguez Zapatero. ‘La publicidad en España mueve en total unos 12.000 millones de euros, y sólo en torno a 700 son publicidad online, que en el caso de Google es mucho menos. En el mundo, la cifra total es de 500.000 millones de dólares, de lo que sólo un 5% son en Internet. Lo que está pasando es que Internet está cambiando los modelos de negocio para hacer más transparente el mercado. Y se trata de aprovecharlo’.
Privacidade e censura
No es la primera vez que Google se enfrenta a un conflicto por la privacidad. Aunque nunca tan grave. Un juez de Milán acaba de condenar a tres directivos a seis meses de cárcel por sendos delitos de violación de la intimidad. Según el tribunal, los acusados no impidieron en 2006 la publicación en Google Vídeos de un vídeo vejatorio contra un autista, menor de edad, golpeado por varios estudiantes. El vídeo, grabado con un móvil, estuvo accesible en la sección ‘vídeos más divertidos’ durante dos meses, hasta que Google lo retiró ante las protestas de una asociación de discapacitados y colaboró con la justicia para identificar a los agresores.
‘Es una sentencia absolutamente insólita. No se ha cumplido ni con la ley europea, como es la directiva de comercio electrónico, ni con su trasposición italiana que dice que las plataformas de hosting [alojamiento] no son responsables de los contenidos que cuelgan terceros. La responsabilidad de Google comienza cuando le comunican que tiene que retirar ese vídeo, y eso es lo que hicimos’, indica Bárbara Navarro. Esta directiva, responsable de políticas públicas de Google en España, recuerda que aquí ha habido casos similares y la Agencia de Proyección de Datos los ha archivado.
Google argumenta que es imposible establecer un filtro previo de los vídeos que se suben a la Red, dado el volumen: 22 horas de vídeo cada minuto. ‘Una plataforma de hosting no se puede convertir en un censor de contenidos porque acabaríamos con la libertad de expresión. ¿Quién es Google para enjuiciar los contenidos que se suben a la Red?’, indica Javier Rodríguez Zapatero, director general de Google España.
Sin embargo, y aunque desde otro ámbito completamente distinto, la censura forma parte del vocabulario rutinario de Google en países como China. La polémica de por qué el buscador aceptó el régimen chino de férrea censura en Internet ha dado un giro al amagar Google con irse del país si persistía esa falta de libertad. La amenaza, tan velada como oportunista según algunos, ha tenido un efecto colateral no deseado: un senador demócrata ha iniciado los trámites para redactar un proyecto de ley que obligaría a las firmas de EE UU a respetar el cumplimiento de los derechos humanos en todos los países en que presten servicios, bajo el riesgo de enfrentarse a cargos civiles o penales.
Lamentablemente, en este tema Google es sólo uno más. Sus colegas Microsoft y Yahoo, Facebook y Twitter, y otras empresas como Amazon, toleran o hacen la vista gorda ante la represión china en la Red. Se juegan demasiado en un país con 300 millones de internautas como para enredarse con detalles como el de los derechos humanos.
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Operadores pedem pedágio pelo uso da rede
O princípio da neutralidade na internet está em jogo
‘Si usas mi red, paga’. El nuevo lema que parecen amparar los operadores entra en colisión, al menos en teoría, con la llamada neutralidad de la Red (Net neutrality), un principio fundacional de Internet que afirma que la Red ha de tratar por igual todo el tráfico que circula por ella, y que los operadores no pueden discriminar a un proveedor de contenidos.
Los operadores niegan que vayan contra la NN. No se trata de romper la neutralidad, dicen, sino de que cada uno de los eslabones de la cadena de valor colabore en el mantenimiento de unas infraestructuras cuyas necesidades no paran de crecer. José Manuel Petisco, de Cisco, estima que de 2007 a 2012 crecerá seis veces el tráfico en Internet, y las redes actuales no lo soportarán. El 1% de los usuarios genera el 20% del tráfico y el 10% de los usuarios más intensivos genera el 60% del tráfico.
Muchos hablan de globo sonda y que, finalmente, las compañías no se atreverán a dar el paso y pedir un peaje a los buscadores (Google, Microsoft, Yahoo, etcétera). Se estima que el 6% del tráfico en Internet tiene como principio Google. Pero el tema no está sólo en el alero de las empresas, sino en el de los reguladores. El ministro de Industria, Miguel Sebastián, ha defendido en Bruselas, en plena presidencia española de la UE, esta posibilidad como ‘una opción abierta a estudiar’, aunque matizó que si finalmente los operadores recibieran algún tipo de compensación por el uso que ofrecen a esos buscadores, esos ingresos adicionales deberían trasladarse a los usuarios, se supone que en forma de menores tarifas de conexión.
El apoyo de Sebastián a los operadores sorprende en muchos ámbitos puesto que el PSOE compareció a las últimas elecciones generales con la defensa a ultranza de la neutralidad en su programa electoral.
Google defiende ese principio a capa y espada. ‘El debate sobre la neutralidad afecta a todo Internet y no solamente a Google, y debería ser europeo o global. Nacionalizarlo no tiene sentido. Se trata de diseñar el que habrá de ser el Internet del futuro para asegurar la innovación y la posibilidad de elección de los usuarios. Google invierte mucho en infraestructuras, que tiene un resultado de ahorre de costes para las operadoras y un servicio mejor para el usuario’, dice Bárbara Navarro.
Técnicamente, es perfectamente posible discriminar o bloquear a los proveedores. Ya se hace, aunque nunca se reconoce, con los sistemas de intercambio de archivos P2P, que permite las descargas de películas y música, que consumen mucho ancho de banda. BT denunció al servicio de distribución de vídeos de alta definición de la BBC a través del reproductor iPlayer por saturar su red.
Los operadores culpan además a Google de pedir, por un lado, que no se la discrimine, mientras que, por otro, crea su propia infraestructura (una red de fibra óptica experimental de altísima velocidad de hasta 1 gigabit).
El presidente de Telefónica, César Alierta, ha pedido abiertamente una regulación para los buscadores. Otros, como el presidente de Jazztel, Leopoldo Fernández Pujals, le secundan aunque con matices: ‘El Gobierno debería decantarse por crear unas normas y un árbitro, pero sin que el cliente pierda, ni pagando más ni cortándole el acceso a la información’.
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A imprensa se rebela contra os links de Google News
Os editores europeus temem um monopólio dos livros fora de catálogo
El libro comienza a perder sus páginas de papel y se hace digital. Google también quiere rentabilizar la muerte de la Galaxia Gutenberg. Su proyecto Google Books pretende digitalizar millones de libros tras firmar un acuerdo en 2008 con las asociaciones de editores y autores de EE UU. En un principio, Google quiso ir por libre, digitalizando los libros directamente de varias bibliotecas, pero los editores estadounidenses le pararon los pies y le obligaron a pagar.
Ahora los que protestan son los editores europeos. Tanto, que Google se vio forzada a retirar del catálogo todas las obras que no pertenecieran al mundo anglosajón. El acuerdo está por el momento bloqueado por la justicia estadounidense ante las alegaciones que apuntan a que el proyecto puede suponer un monopolio sobre la distribución de libros descatalogados o de las obras huérfanas, aquellas cuyos derechos no se sabe a quién corresponden.
Luis Collado, responsable de Google Books y Google News, cree que, pese a ‘esta oportunidad perdida’ para que miles de libros descatalogados pudieran salir a la luz, los editores europeos se sentaran a negociar. En cuanto al reparto acordado en EE UU para estas obras -un 63% para editores y un 37% para Google-, Collado afirma que se trata sólo de una referencia que puede cambiar para Europa.
Antonio María Ávila, director ejecutivo de la Federación de Gremios de Editores de España, considera que Google ha actuado con ‘prepotencia y soberbia, causando una pésima imagen en el mundo editorial’, como prueban los sucesivos aplazamientos de los tribunales estadounidenses para dar el visto bueno al acuerdo de Google Books ante ‘las más que fundadas sospechas de monopolio’. ‘Con todo, es inevitable sentarse a negociar, aunque respetando las normas de propiedad intelectual de Europa’, añade.
Condição de existência
El libro electrónico está aún en pañales en España. En 2009 se vendieron alrededor de 60.000 ejemplares, aunque esta cifra se incrementará en tres millones de unidades en los próximos cinco años. La cuota de facturación del libro electrónico es del 1,33%, lo que supone 42 millones de euros, pero se espera que este año se produzca un despegue: una de cada cinco editoriales comercializará más del 50% de su producción en versión digital además de impresa.
En prensa, la situación es aún más enconada. Cada vez más editores de prensa estiman que Google utiliza sus contenidos para captar publicidad sin que obtengan ninguna compensación. En Alemania se está tramitando una denuncia ante el regulador de competencia (Bundeskartellamt); el asunto también ha sido llevado a los tribunales en Italia; en Bélgica fue condenada tras una demanda de Copiepresse, la gestora de los derechos de editores belgas de diarios, y en Francia, el presidente Sarkozy estudia imponer una tasa a los buscadores -conocida ya como tasa Google-, con el fin de compensar a la industria cultural.
No obstante, el padre de la rebelión contra el buscador es Rupert Murdoch, el magnate australiano dueño de The Wall Street Journal o The Sun, que ha anunciado la limitación del número de noticias que se pueden enlazar de sus medios y negocia con Microsoft el cobro por enlazarse a través de su buscador Bing. El cobro por el enlace puede verse como la panacea de un sector como el de la prensa que ve perder año tras año su parte del pastel publicitario. Aunque para cualquier periódico salirse de Google es más fácil que enviar un correo electrónico, los medios deben pensárselo bien: las noticias indexadas por Google News pueden representar más del 40% del tráfico de la web de un diario.
Aquí también hay un trasfondo económico agravado por la peor crisis de la prensa en su historia reciente. La publicidad ha caído un 20,8% en 2009 en España. En prensa diaria se desplomó un 22%, y la única que creció -un 8,4%- fue la publicidad online, hasta alcanzar los 661 millones, e Internet ya es el tercer destino de las inversiones tras la televisión y la prensa escrita.
Los editores españoles no descartan llevar a cabo alguna acción similar a las de sus colegas alemanes o italianos. ‘Nos avalan las leyes españolas y europeas, y vamos a perseverar para que nuestros derechos se apliquen con firmeza en todos los ámbitos y en todos los soportes’, precisa Ignacio Benito García, director general de la Asociación de Editores de Diarios Españoles (AEDE).
Benito recuerda que los editores son los únicos titulares de los contenidos de los diarios. ‘Sin esos contenidos editoriales de la prensa, servicios como Google News y otros agregadores ni siquiera existirían, con independencia de que fuesen viables o no’. (Ramón Muñoz)
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China negocia para que Google continue no país
Jose Reinoso, de Pequim (6/3/2010)
China y Google están negociando para solventar el enfrentamiento que mantienen desde enero, cuando la compañía informática dijo que no seguirá censurando los resultados de sus búsquedas en Internet, y amenazó con dejar el país. Así lo aseguró ayer Li Yizhong, ministro de Industria y Tecnología de la Información, en el marco de la sesión anual del Parlamento chino. Google también denunció ciberataques desde China a sus ordenadores y a los correos electrónicos de disidentes chinos en EE UU que utilizan su servicio Gmail.
Nicole Wong, vicepresidenta de la firma, dijo el martes ante el Congreso estadounidense que no se han fijado un plazo para salir de China, y reafirmó la intención de la empresa de dejar de cooperar con la censura.
Google negocia una solución que le permita seguir en el país asiático. Pero será compleja, ya que Pekín otorga prioridad al control de lo que sus ciudadanos pueden leer, ver y escuchar en los medios de comunicación, incluido Internet. Pekín ha declarado que toda empresa que opere en su territorio debe cumplir las leyes, lo que, en principio, equivale a someterse a la censura.
El Gobierno chino también se encuentra en una posición incómoda, ya que la retirada de Google supondría un fuerte varapalo para la imagen del país, además del enojo de muchos de sus ciudadanos.
Microsoft, otra de las empresas que coopera con la censura de Pekín, aseguró ayer que mantendrá su estrategia de desarrollo en el jugoso mercado de Internet chino.