Las revelaciones de que el tabloide dominical británico News of the World interceptó el buzón de voz de una niña secuestrada, cuyo asesinato se convirtió en destacada noticia en 2002, han catapultado a una inusual crispación pública y política las prácticas de determinada prensa sensacionalista en Reino Unido, controlada básicamente por Rupert Murdoch. El primer ministro David Cameron afrontó ayer una agitada sesión en los Comunes, donde prometió una investigación hasta el final para esclarecer los hechos.
News of the World,que tira casi tres millones de ejemplares, ha sido desde hace años el estandarte – no el único – de una perversión informativa que abarca la interceptación de comunicaciones privadas, familia real incluida, en busca de la exclusiva. Los directivos de Murdoch aseguraban hasta muy recientemente que se trataba de prácticas aisladas de redactores sin escrúpulos. El crecimiento exponencial de los espiados, sin embargo, revela sin asomo de duda un comportamiento a gran escala.
Advertência ao primeiro-ministro
El amarillismo periodístico no es novedad, y el magnate australiano, dueño también de cabeceras muy respetables, lo ha explotado valiéndose de relaciones privilegiadas con el mundo de la política y la policía y aprovechando la debilidad del organismo regulador británico. En el caso de la niña Milly Dowler, raptada y asesinada, su contestador no solo estaba interceptado por periodistas del semanario, sino que era regularmente vaciado para dar cabida a nuevos mensajes, lo que alentó en sus padres la idea de que estaba viva y confundió la investigación policial. La directora entonces del dominical, Rebekah Brooks, ahora máxima ejecutiva de Murdoch en Gran Bretaña, asegura insosteniblemente desconocer todo sobre el sórdido asunto.
La situación creada compromete a Murdoch – a punto de convertirse en titán de los medios británicos a través del control de la cadena de televisión Sky, obligado a sanear sin contemplaciones sus periódicos – y perjudica a la prensa inglesa en general. Pero constituye también una advertencia para el premier conservador Cameron, que hasta comienzos de año mantuvo como jefe de Prensa a Andy Coulson, un exdirector de News of the World que se vio obligado a dimitir en 2007, cuando se conoció el primer escándalo de escuchas. Y que tuvo que dejar Downing Street por nuevas alegaciones sobre su etapa al frente del dominical sensacionalista.