Friday, 22 de November de 2024 ISSN 1519-7670 - Ano 24 - nº 1315

Haverá novos padrões comunicativos para o desenvolvimento?

915 personas participamos en el Congreso de Roma ‘Communication for Development’, entre académicos, expertos, operadores, asesores, decidores, ponentes y quienes ayudaron en la organización y orientación del evento. Fueron tres días intensos entre el 25 y el 27 de octubre. Si bien conformábamos un público diverso con idiomas y realidades altamente diferenciadas, pudimos dialogar y encontrarle sentidos o utilidades a la comunicación, marcando su naturaleza imprescindible en el desarrollo. La composición de los asistentes ya nos sugiere un interés diverso por incidir en cambios sociales, tratando de relevar la importancia comunicativa en las políticas del desarrollo de países y regiones. Procedíamos de diversos continentes, siendo algo más alta la presencia del norte que del sur. Hubo 84 países comprometidos. [Dos de América del Norte, 6 de Oriente Medio y Norte de Africa, 18 de Africa, 18 de Europa, 18 de América Latina y Caribe y 22 de Asia y Pacifico. Estos números no incluyen los 39 miembros del staff (Banco, FAO CI) y los periodistas o productores de medios: 188. Llama la atención la escasa presencia de españoles.]

Latinoamérica estuvo con fuerza, más cualitativa que cuantitativa, dada su larga y amplia experiencia en este campo. Hubo más varones (57%) que mujeres, (43%) aunque con cierta equidad en el balance. La temida torre de Babel se esfumó para que aflorara un cierto resplandor comunicativo que construye esperanzas de tiempos mejores. Y no fue la traducción el principal factor de entendimiento sino la convicción que la experiencia comunicativa vivida demostraba cambios sociales más allá de su valor añadido, pues humanizaba y hacía vinculante el desarrollo emprendido. Así fue posible construir algunos consensos importantes, o mantener algunos temas en debate, incluso detectando algunos vacíos al no avanzar sobre ellos. La misma conducción de las tres instituciones organizadoras como el Banco Mundial, la FAO y la Iniciativa de Comunicación, demostraron que era posible construir juntos, desde la diversidad.

La comunicación en el desarrollo asciende en importancia

El trabajo previo y el realizado durante el evento pusieron en evidencia el relieve de la comunicación en el desarrollo, desde prácticas y reflexiones expuestas. Se sostuvo que ella permite articulaciones entre sujetos e instituciones para construirse como actores individuales o colectivos, fortalecidos para el cambio social, potenciando sus capacidades ya existentes. Ella posibilita mayores inclusiones y compromisos con el desarrollo dada su identidad integradora mediante la palabra inserta en el diálogo, desde diversos lenguajes, medios y estéticas. Sabe fomentar discusiones y definir diseños, induciendo a la identificación y resolución de problemas, haciéndolos públicos para influir sobre su resolución. Genera procesos expresos de evaluación y reorientación de muchos proyectos existentes para resolver aquellos conflictos aparentemente insalvables. Mediante ella los actores se ven a sí mismos y a los otros para emprender transformaciones, aumentando el impacto de sus actividades. Sólo con ella se configura un ‘nosotros’ amplio de protagonistas para el desarrollo. Sin haberlo manipulado, hubo un sentimiento y una voluntad colectiva de que ‘Sin comunicación no hay desarrollo’ [Título del evento latinoamericano realizado en Lima en Setiembre del 2006].

Las experiencias presentadas mostraron los diversos logros que ella ha permitido o multiplicado, aumentando la capacidad de incidencia de muchos proyectos en relación a los objetivos del milenio. Se gana así en productividad. Se permite la identificación pública de las grandes desigualdades y problemas que nos aquejan, movilizando a amplios sectores para generar transformaciones o avances concretos. Los propios medios logran comprometerse con algunas temáticas del desarrollo. Se disminuye los riesgos en salud y medioambiente, atenuando enfermedades y previniéndolas. Hasta la corrupción logra detenerse o disminuir desde la vigilancia ciudadana. Muchas discriminaciones y problemas lograron superarse con el apoyo de la comunicación, permitiendo una mejor construcción de ciudadanía. La razón y la pasión por el cambio se unen así, logrando que los niveles objetivos y subjetivos insertos en la vida cotidiana se tomen en cuenta y enfilen hacia la búsqueda de una sociedad diferente, más justa y libre.

Revaloración de la participación: actores del desarrollo y construcción de ciudadanía

En el proceso de exponer, debatir y mostrar lo que se hace, se revaloró la importancia de la participación como un aspecto identitario e inherente a la comunicación para el desarrollo. A la vez se fueron destacando aquellos esfuerzos que redefinían a la participación comunicativa como generadora de compromisos mancomunados por el cambio social, compartida entre Estado, sociedad civil, medios y ciudadanía, en articulación dialogante. En ese panorama se encontraron diversos matices en conceptos y en definiciones estratégicas del uso de la participación. Unos la valoraban como método o como estrategia inmanente a las prácticas comunicativas; otros en cambio recalcaban su validez cuando se conseguía que los beneficiaros del desarrollo fueran actores y protagonistas del cambio social; varios la destacaron como factor liberador de opresiones y generador de poderes organizativos o comunitarios y locales.

No faltaron quienes iban más allá pues valoraban la participación como proceso de movilización en la construcción de ciudadanías activas para poder promover, hacer y vigilar el desarrollo. Incluso hay quienes en los pasillos de la FAO sugerían la capacidad de una comunicación participativa y creativa al mismo tiempo, en la cual la inclusión iba acompañada de esperanza. Para algunos la participación era también un compromiso político con la democracia y el desarrollo, haciéndonos todos responsables de los cambios a implementar, por ejemplo en los medios masivos y en los derechos a la comunicación. Así, ganó en importancia la comunicación participativa para el desarrollo.

Respeto a la diversidad cultural en una comunicación que comunica

La sola presencia de tantos países, de diversas experiencias y enfoques culturales e idiomáticos, con variadas ubicaciones en el campo de la comunicación, nos decía que si bien todos nos relacionábamos con la comunicación, éramos diferentes. Sin embargo, no necesariamente sufríamos de antagonismos que nos llevaran a la confrontación y la enemistad. No era una diversidad que nos aísla pues estábamos hablando de ella. Por el contrario había un clima de apertura, de aprender escuchando, de alcanzar perspectivas nuevas. Fueron visibles los atuendos y los estilos, sintiéndonos en un nuevo lugar MUNDO. La dinámica del congreso permitió que nos entendiéramos y supiéramos desde qué lugar estamos hablando. Y que nos sorprendiéramos de los avances logrados o de los dilemas en confrontación. La cultura se fue ubicando como un eje transversal que importaba para identificar la importancia de la comunicación en el desarrollo.

En cuanto temática específica, ésta fue más visible en las mesas referidas a salud y sostenibilidad. Allí se expresaron muchos avances ya logrados al respecto, tanto en sus niveles comprensivos como de acción. Ayudó el saber partir del ‘otro’ y sus problemas sociales enganchados a los culturales. Y una larga experiencia en comunicación con sectores rurales e indígenas marcó un compás continuo de relevamientos culturales como factor a considerar con respeto pero con apertura al cambio.

Discrepancias sobre el rol de los medios masivos, sin énfasis en esfera pública y democracia

En este nivel hubo más desencaje, a mi entender. Para muchos, la comunicación está inserta en proyectos específicos de desarrollo y no más allá de ellos, usando la comunicación directa o interpersonal en la comunidad, el uso de medios y campañas varias. Otros, como correlato a una fuerte crítica a los medios del Estado y a los comerciales, vienen implementando en el mundo medios alternativos, sean comunitarios o educativos, para fomentar cambios sociales en contraposición a los masivos que no toman en cuenta al desarrollo. Y existen también tendencias nuevas que presionan o influyen para que los medios masivos de mayor alcance coloquen temas de desarrollo en la agenda pública y se adapte a las necesidades de cada localidad o territorio geopolítico. En los dos últimos casos estamos refiriéndonos a una identidad mediática referida a la comunicación como derecho de todos, pero aun poco trabajada. Mientras que la primera suele ubicarla como un componente importante del cambio social a lograr.

En todos los casos se percibe una corriente de diversas rutas que se aleja de la política (despolitización) y de la democracia, diferenciándola del desarrollo, como si fuesen gestiones de diverso tipo. Así el compromiso de construir ciudadanía desde la comunicación se toma en cuenta con mucha debilidad. Estas son algunas de las razones que explican por qué en el Congreso no se produjo un debate sobre el tema, quizá para evitar confrontaciones o porque las distintas posturas aún no están identificadas y desarrolladas como posiciones legítimas, quedando solo como tendencias o estrategias diversas. Aún se trabaja poco la comunicación política en las relaciones: gobernantes/gobernados, Estado/sociedad civil, políticas de comunicación para la sociedad y sus procesos de descentralización, etc. Así la construcción democrática de un país o una sociedad desarrollada parece que a los comunicadores se nos escapa de las manos.

Es evidente que las mesas de comunicación y gobernabilidad podrían haber asumido un debate más preciso al respecto. De hecho algunas ponencias presentadas y aceptadas lo permitían. También están las mediaciones legales, éticas y políticas a establecer entre los poderes económicos y políticos frente a la ciudadanía, como camino a emprender en la línea del desarrollo. Pero la temática es aún muy nueva para muchos comunicadores e incluso académicos, especialmente para quienes se ubican en la primera y segunda posición.

La perspectiva instrumental aún perdura

La insistencia en destacar los valores añadidos que le da la comunicación al desarrollo, es un trayecto adecuado para garantizar la supervivencia de la misma. Pero es un camino riesgoso, pues vuelve a colocar a la comunicación como un conjunto de instrumentos para el desarrollo desde su rol secundario. Se repliega a su naturaleza primigenia de ‘medio’. Muy pocos colocaron las concepciones de desarrollo en cuestión, desde tanta experiencia acumulada. Al mismo tiempo no se llega a aceptar o comprender que la comunicación es también una finalidad del desarrollo. Una sociedad vinculada entre sí, dialogante y con una esfera pública sólida, es un objetivo del desarrollo. Llegar a comunicarnos entre los diferentes actores de una sociedad supera la fragmentación y privatización en la que nos encontramos. Conceptos como los de mediación o de esfera pública aún no ingresan con suficiente solidez a nuestras prácticas, sea la temática que fuese.

Urgencia de trabajo teórico para pensar la comunicación desde la práctica del desarrollo

El evento reflejó cómo la comunicación está hecha más de apuestas y de prácticas que de pensamiento. Además, en el afán de convencer a los decidores sobre la importancia de la comunicación, se cerraron posibilidades de valorar y evaluar con profundidad de qué comunicación estamos hablando, para qué la usamos y cómo la queremos implementar, investigando sobre los modelos que trabajamos y que se encuentran insertos en nuestras prácticas. Sin un grosor teórico suficiente, la comunicación podría volver a caer en el olvido y en una dimensión secundaria del desarrollo mas bien vinculada exclusivamente a la tecnología.

En ese sentido, éste no fue un evento que pretendiera avanzar en profundizar desde esta perspectiva, sino más bien se mostró la amplitud de la acción comunicativa y el valor añadido de ésta en toda intervención que busque el desarrollo. Así se abrieron las puertas de su legitimación. Y aparentemente se ha conseguido con éxito una valoración de su utilidad. Fue en conjunto como un mapeo de lo que hay, pero menos de lo que es posible hacer, materia evidente de otro congreso.

Tengo la impresión que si bien para los organizadores éste es un evento único que no pretende repetirse, el que además fue precedido por otros regionales promovidos por la FAO y otras instituciones de cada zona, sin embargo para muchos asistentes sólo fue un primer paso que debiera dar lugar a otros. Si se pudiera imaginarlos hoy tendrían que ser diferentes y con menos necesidades financieras, siendo la reflexión y el debate los nuevos ejes de su definición estratégica. El tema ha sido puesto, comprometiendo a autoridades y agencias de cooperación en una nueva voluntad de inversión, que no deje de incorporar a la comunicación para garantizar un mejor desarrollo.

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Investigadora principal do Centro de Investigação e intregrante do Conselho Diretivo da Asociación de Comunicadores Sociales Calandria (Peru), da qual foi fundadora