Wednesday, 27 de November de 2024 ISSN 1519-7670 - Ano 24 - nº 1315

José Miguel Larraya

‘En los correos y llamadas que recibe el Defensor del Lector hay una constante que por cotidiana no deja de ser dolorosa. Es la queja por nuestra desidia en el uso del idioma. No son todos gramáticos, aunque los hay doctores, sino lectores, buenos lectores que aman el idioma en el que hablan y escriben y nos reprochan que,siendo el idioma la materia prima que utilizamos para fabricar el periódico, lo tratemos con desconsideración e ignorancia. No se trata de erratas, tal vez imposibles de erradicar totalmente de las páginas de un diario, sino de errores gramaticales o del uso incorrecto del vocabulario con la incorporación gratuita de anglicismos o galicismos. He escogido algunos ejemplos menores de estas últimas semanas como homenaje a esos lectores que valoran el diario y a los que apenan nuestras faltas.

Markus Villegas envió este correo: ‘¿Cómo es posible que un diario de tanto prestigio cometa dos errores gramaticales como éstos? Así no es de extrañar que los españoles cada vez hablen y escriban peor’.

‘Jueves, 17 de abril, en la portada: ‘Dos pesos pesados del grupo ya han dejado claro estos días que rechazan toda opción de ocupar un puesto de responsabilidad, ni en el Congreso de los Diputados ni en el partido’.

‘Aquí debería poner ‘ya sea en el Congreso de los Diputados o en el partido’ o bien ‘tanto en el Congreso de los Diputados como en el partido’. Sábado, 19 de abril, sección Sociedad, página 44, en el titular: ‘Cuatro años sin ver a su hija por haberla pegado’.

‘Yo me pregunto ¿dónde la pegó? ¿En un álbum de cromos? Así los laísmos nunca serán erradicados’.

Carlos Estrada Iturraspe o Cecilia Domínguez Luis, entre otros, también se quejaron sobre las reiteradas faltas de laísmo y leísmo que aparecen en las páginas del diario: ‘No sé si ustedes repasan, aunque sólo sea de vez en cuando, su propio manual’, escribió Cecilia Domínguez. ‘Si lo hacen verán que en el apartado de Normas gramaticales, en el punto 12.42, se habla del laísmo como la utilización incorrecta del la por el le, con ejemplo incluido’.

‘Dado que hoy en día la lengua está sufriendo auténticos atentados (léase lenguaje de chats o de móviles, presentadores y locutores varios), un periódico que se precia de su carácter global y español, ponga, al menos todo el cuidado posible para que no se siga pateando al idioma de Cervantes’.

Como estamos en tiempos de cambios políticos, los lectores nos han recordado que no podemos escribir que fulano ‘ha sido cesado’ ni tan siquiera que mengano ‘cesó’ a zutano. El Libro de estilo lo explica bien. Cesar es un verbo intransitivo como caer o entrar. Uno cae, pero no es caído por otro; uno entra en un sitio, pero no es entrado en él. Uno cesa, le piden el cese o se le obliga a cesar. Lo habitual es que a uno lo destituyan.

Jesús M. Palao escribió esto sobre el sustantivo deflagración, cuyo uso indebido suscita quejas: ‘Soy lector inveterado de EL PAÍS desde el día de su aparición hasta hoy y, al igual que me ocurre con otros medios que leo o escucho, me indigno cada vez que se utiliza en los mismos el sustantivo deflagración como sinónimo de explosión. Parece mentira que tantos periodistas, esto es, profesionales universitarios cuya herramienta de trabajo es la palabra (hablada o escrita) cometan un error tan craso con semejante ligereza, y lo que es peor, con total ignorancia del error que cometen’.

‘Veamos: la deflagración es un proceso de combustión relativamente lento y con llama, que todos hemos visto cuando John Wayne prendía un reguero de pólvora que llegaba hasta el polvorín de los forajidos para volarlo. Pues bien, esta voladura es una explosión, violenta y ruidosa por ser un tipo de combustión muy rápida que genera una onda expansiva, mientras que la combustión del reguero de pólvora, casi silenciosa y con una llamita que lo recorre, es una deflagración’.

Un error gramatical que nos reprochan frecuentemente es la utilización del estilo directo e indirecto con una conexión sintáctica incorrecta.

‘La diferencia entre el estilo indirecto (fulana de tal confiesa que le gusta jugar al parchís porque se lo enseñó su padre ‘de pequeña’ y así se siente ‘unida a él’) y directo (fulana confiesa que le gusta jugar al parchís: ‘Me lo enseñó mi padre de pequeña y así me siento unida a él’) es un tema que se estudia en el segundo trimestre de 1º de la ESO. Y lo sé porque lo estuve repasando hace unos días con mi hija. Si no le entraba en la cabeza, la suspendían. Ha aprobado. Tiene 12 años’.

Algunas otras incorrecciones como propuestas puntuales, al confundir lo puntual con lo concreto, responden a la degradación del lenguaje periodístico en expresión de un lector. Otro, irónicamente, ha reclamado que puestos a cometer errores incorporemos el término ‘ostentóreo’ que acuñó involuntariamente Jesús Gil. ‘Emplean ustedes a menudo de forma incorrecta el verbo ostentar como sinónimo de ejercer un cargo. No me digan que la fusión de ostentar y estentóreo no es un hallazgo con una gran carga semántica. Así podría decir que son ‘ostentóreos’ sus errores’.’