La libertad de prensa retrocede en el mundo. Periodistas censurados, detenidos, acosados, torturados, asesinados. La información se ha convertido en un material peligroso para los regímenes autoritarios. Informar es, en muchos países, una profesión de alto riesgo. Esta tendencia se ha agudizado como consecuencia de la llamada primavera árabe. Gobiernos como los de Egipto, Siria o Libia han echado mano de la censura en Internet y en las redes sociales, que actuaron de espoleta en aquella ola de reivindicaciones democráticas.
Reporteros sin Fronteras (RSF) pinta un negro panorama del estado de la prensa en el mundo. El año pasado fue el segundo más letal de los últimos 17. Las estadísticas son demoledoras: 97 periodistas asesinados, 174 encarcelados y más de un millar detenidos mientras ejercían su trabajo. “En 2011 ha habido más muertos, más exiliados y más secuestrados”, dice Malen Aznárez, presidenta de la organización en España. Pepa Bueno recordó este martes una frase del periodista Miguel Ángel Aguilar, según el cual “en las inundaciones, lo primero que falta es agua”, y la trasladó al periodismo: “Cuando el río de la información nos arrasa, hace falta más que nunca el periodista que interprete. Y este es un ejercicio que está en peligro en todo el mundo.”
El periodista marroquí Aboubakr Jamaï lo sabe bien. Ha sufrido en carne propia la censura en el país vecino. Fundador del semanario Le Journal Hebdomadaire, tuvo que cerrar la publicación en 2010. El gobierno le impuso una multa de 290.000 euros, que no pudo pagar, y se vio obligado a salir de su país. Asegura que la libertad de prensa ha sido “prácticamente asesinada” en Marruecos. “El gobierno utiliza tácticas, como la difamación y el boicot publicitario a los medios incómodos, para asfixiarlos”, dice. ¿De dónde viene ese boicot? Jamaï apunta directamente al monarca alauí, al que considera “un importante hombre de negocios.”
400 agressões contra jornalistas
Otros países, como Siria, hacen todo lo posible por evitar que los periodistas vean y cuenten lo que ocurre dentro de sus fronteras. La reportera Mayte Carrasco, que publica sus crónicas en EL PAÍS, ha logrado entrar en el fortín de Homs. “El acceso a los periodistas está vetado. El Gobierno no quiere testigos. Después de un mes he conseguido entrar de forma clandestina y de la mano de contrabandistas. No tenemos ningún tipo de protección. Corremos los mismos riesgos que la población local. Aunque los que más sufren son los camarógrafos. A uno de los ellos, las milicias del regimen le arrancaron recientemente los ojos. Ahora se ha convertido en un mártir al que todos llaman Los ojos de la verdad y es un ejemplo para muchos otros reporteros gráficos”, dice Carrasco, que ha cubierto como freelance guerras en Afganistán, Libia y Georgia.
El exilio ha sido el camino que ha tenido que seguir la mexicana Rosa Isela Pérez. Sus investigaciones sobre las desapariciones, torturas y asesinatos de mujeres en el entorno de Ciudad Juárez (quizá la zona más peligrosa del planeta) a manos del crimen organizado han sido determinantes. En su caso ha salvado la vida (algo que no siempre ocurre). España le ha concedido asilo político. “Ahora mis hijos pueden ir al colegio sin riesgo de que los baleen”, dice con un tenue tono de optimismo.
Consciente de que “la libertad de expresión en México pasa por uno de sus peores momentos: crímenes, agresiones, censuras…”, lo que más lamenta en la impunidad en la que se cometen los atropellos. A menudo, los policías que investigan las denuncias son los mismos que llaman a las familias amenazando. Los mismos que hacen desaparecer pruebas y obstaculizan las pesquisas para detener a los cabecillas del narcotráfico. En los últimos cinco años, en México hay documentadas 400 agresiones contra periodistas.
O que é correto e o que não é
La lista de RSF de predadores de la libertad de prensa está encabezada por el trío infernal formado por Eritrea, Turkmenistán y Corea, al que pisa los talones el compuesto por Siria, Irán y China. En los países árabes en los que han brillado los movimientos revolucionarios se dan dos circunstancias. Túnez, por ejemplo, ha ascendido 30 puestos entre las naciones respetuosas con la libertad de expresión. Pero Egipto ha retrocedido 39 escalones, como consecuencia de la frustración democrática que han supuesto las actuaciones del Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas.
Pese a algunos avances, Jamaï alerta sobre lo que está pasando en estos países. “No tenemos que dejarnos llevar por el romanticismo. Hay que ser muy cauto. No siempre se puede decir que estamos mejor que antes. En Marruecos, por ejemplo, el rey concedió hace poco el perdón a varios presos, pero hay un periodista que sigue encarcelado.”
Turquía, modelo para el mundo islámico, tiene poco de lo que presumir. Aznárez recuerda que “sin libertad de prensa no se puede hablar de países con democracia”. Y en Turquía hay 60 periodistas encarcelados. “La ley antiterrorista es abusiva. A todo lo que se considera que puede mellar la autoridad del gobierno o ir en contra de los intereses del Estado se le aplica a ley antiterrorista”.
Lo que la primavera árabe ha traído es una sofisticación de la censura. Los esfuerzos de los gobiernos represores han vuelto la mirada hacia Internet y las redes sociales. Con frecuencia, los periodistas intentan sortear el cierre de las publicaciones contestatarias impresas refugiándose en páginas web. Pero la larga mano de los censores llega al ciberespacio. Los blogueros también son perseguidos, encarcelados y asesinados. Las revueltas árabes han tendido un extraordinario altavoz en Facebook y Twitter, pero Jamaï pone en cuarentena estos instrumentos y reivindica la función de los profesionales. “No es cierto”, dice, “que el periodismo normal esté en declive y que los ciudadanos estén tomando ese camino. Es un mito. Los periodistas saben hacer su trabajo. Tienen las técnicas para informar de manera adecuada. En Twitter hay demasiada información. ¿Cómo discriminar lo que es correcto de lo que no lo es? La tarea del periodista es recoger la información, valorarla y ofrecerla los lectores para que la puedan digerir de la mejor manera posible.”
Acesso prévio aos telejornais
Los nubarrones se ciernen también sobre Europa. RSF ve con preocupación las dificultades que tienen que sortear los periodistas en Grecia, Francia o Italia. Aznárez recuerda que en este último país siete periodistas trabajan con escolta policial por amenazas de la mafia. Además, Italia ha caído hasta el puesto 69 (en una lista que lideran Finlandia, Noruega y Estonia) por culpa de la ley mordaza dictada por Silvio Berlusconi y de los intentos de filtraje administrativo de la Red.
Pero si hay un país europeo que genera inquietud es Hungría, que retrocede 17 puestos (cae al 40) tras la adopción de una ley que instaura el control directo de la mayoría política sobre los medios de comunicación. “Es una ley penosa, antidemocrática”, critica la presidenta de RSF en España. Y aún más escandalosa es la “tibia” reacción de Bruselas.
España ocupa el puesto 39 (justo por detrás de Francia), el mismo que el año anterior. RSF recuerda que ETA no se ha disuelto y que los periodistas se enfrentan a obstáculos a la libertad de información como la moda de algunos políticos de no permitir preguntas durante las conferencias de prensa. RSF confía en que el Gobierno de Rajoy “se ponga las pilas rápidamente” para impedir estas prácticas que lesionan la libertad de información.
Además, registra como actuaciones negativas las agresiones a periodistas – durante la visita del papa, el pasado verano – como consecuencia de los enfrentamientos entre peregrinos y grupos contrarios a la Jornada Mundial de la Juventud. En contra de la libertad de prensa ha jugado también el plan de los consejeros de RTVE de tener acceso previo a los contenidos de los telediarios. Aquello quedó en una intentona.
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[Rosario G. Gómez, de El País]