Friday, 22 de November de 2024 ISSN 1519-7670 - Ano 24 - nº 1315

Josep M. Casasús

‘El periodista es el único animal que tropieza más de dos veces en la misma piedra’, me ha comentado cordialmente esta semana un lector cansado de denunciar errores contumaces. Son errores o erratas de lenguaje. Me quejo por ellos en la redacción, pero vuelven a repetirse. No siempre ocurre en la misma sección.

Edward E. Scharff, en su obra sobre ‘The Wall Street Journal’, reconoce estoicamente que el propósito de aspirar a la erradicación total del error impreso es una misión tan imposible como la de expulsar las hormigas del parque nacional de Yellowstone.

El error aparece en los lugares más insospechados, tanto en textos de autor como en despachos de agencia o en piezas sin firma.

Las amonestaciones por ese tipo de errores deben, pues, objetivarse. Sería injusto que lectores y defensor personalizaran los errores pertinaces. Cuidar el lenguaje es un deber ético que incumbe sobre todo a los periodistas. Pero también a los lectores, incluido por supuesto su defensor, por partida doble: como periodista y como lector al que han encomendado velar por los contenidos del diario y por los derechos de los lectores.

Uno de esos errores reincidentes merece protestas constantes del lector Jordi Gendra. El pasado 12 de mayo insistió así, legítimamente, contra un vicio que parece crónico: ‘Otra vez me pongo en contacto con usted por el mismo problema de siempre. Siento ser tan pesado pero después de tanto tiempo veo que la redacción persiste en el uso del estereotipo ‘hebreo’ en lo referente a las noticias sobre el conflicto palestino-israelí’.

El lector cita un título de aquel mismo día en la versión digital: ‘Familias de Rafah abandonan sus casas ante el avance masivo del Ejército hebreo como represalia’.

En un correo electrónico anterior, este mismo lector ya me había confiado otra observación: ‘Señor Casasús, continúo pensando que el uso del término hebreo que se hace en la redacción es tendencioso ya que sólo se emplea para calificar a términos como ‘ejército’, ‘soldados’, ‘ministros’ o ‘gobierno’. Nunca lo emplean para referirse a víctimas, o a cualquier otro término que implique una situación de debilidad’.

El caso en el que insiste este lector no es privativo, por supuesto, de la redacción de ‘La Vanguardia’. Es una confusión que forma parte del universo de estereotipos y rutinas de una cultura general indolente, y está inducido incluso por realidades históricas documentadas en mapas y textos oficiales.

Esta última vía de confusión se detectó hace unas semanas a raíz de una carta que envió otro lector, Juan José Rodríguez. Decía: ‘Leyendo por internet los diferentes artículos sobre la muerte de Ahmed Yassin y sus consecuencias, he visitado un último apartado llamado ‘Gráficos dinámicos’ la cesión de territorios en Oriente Medio llevándome la sorpresa de que en lugar de referirse a Israel, al cual indican entre paréntesis, se refieren al Estado judío. Sinceramente, creo que ya va siendo hora de que periódicos como ‘La Vanguardia’ (no espero lo mismo de otros medios que son monocolores), dejen de emplear términos como éste. No es necesario que volvamos a mencionar que no existe un estado judío, ni tanques judíos, ni bombas judías. Conozco muchos judíos que, además de no estar de acuerdo con lo que el gobierno israelí hace, sienten escalofríos cada vez que oyen o leen este tipo de calificativos auténticamente fomentadores del racismo’. El lenguaje no es ajeno a la ética.

El redactor jefe de La Vanguardia Digital, Txema Alegre, atendió la queja, aplicó cambios al citado gráfico, y nos ofrece esta aclaración: ‘El mapa del año 1947 reza ‘Estado judío’ y ‘Estado árabe’ puesto que la resolución 181 de la ONU incluye literalmente la denominación ‘Jew State’. En el mapa del año 1949, terminada la guerra del 48, ya se reconoce de hecho el Estado de Israel por parte de la ONU al igual que un Estado árabe. En el resto de mapas no se alude a Estado árabe sino a territorios ocupados’.

Recordemos, una vez más, la terminología correcta respecto a este problema. Las palabras judío, hebreo, israelí e israelita no son sinónimas. Aludiré a las definiciones contenidas en el Libro de Redacción de ‘La Vanguardia’. La palabra judío se circunscribe al ámbito de la religión; hebreo es la lengua hablada en Israel y en otras comunidades judías; israelí es el nombre que designa los habitantes de Israel; y el término israelita se refiere al antiguo pueblo bíblico.

EL ABAD OLIBA, antiguo referente histórico de la catalanidad, es imposible que asistiera a las fiestas de entronización de la Verge de Montserrat el 27 de abril de 1947, al contrario de lo que decía un pie de foto en la página 9 de ‘Cultura/s’ del pasado 12 de mayo. Es un disparate que motivó llamadas de dos lectores: Manuel Casanoves, de Vic, y Josep Miserachs Codina, de Igualada. El abad Oliba murió en Cuixà en el año 1046.

Busqué el origen del fallo. El coordinador de redacción de ‘Cultura/s’, Sergio Vila-Sanjuán, explica que el pie era defectuoso de origen, y que no se detectó en la redacción, como debió hacerse. Pide disculpas. Comprobé que el error aparecía en el pie de foto de archivo. Alguien se confundió hace tiempo al leer ‘Comissió Abat Oliba’ en la foto de 1947, y colocó al abad que vivió mil años antes entre los asistentes a la primera gran concentración catalanista de la posguerra.

La ignorancia de la historia, como la de las leyes, no excusa de su cumplimiento.

El abad que aparece en aquella foto es Aureli Maria Escarré, inspirador de la Comissió Abat Oliba, localizado en aquella instantánea por muchos lectores del diario.

EL VERBO LOCALIZAR no admite el prefijo ‘des’ para formar ‘deslocalizar’, palabra que ahora se intenta poner de moda en la prensa y en la política, comenta atinadamente el lector Emili Aguirre Sáenz de Tejada.

Localizar significa: fijar, encerrar en límites determinados; o averiguar el lugar en que se halla una persona o cosa; o determinar o señalar el emplazamiento que debe tener alguien o algo. Es evidente, dice el citado lector, que, atendiendo a su etimología, el vocablo localizar no es susceptible de poder aplicársele el prefijo ‘des’. Evitémoslo.

LOCALIZARON en el diario un verbo haber sin ‘h’ y una preposición ‘a’ con ‘h’ las lectoras Rosa Padrón Argentó y Pilar París Sotés. Esos errores son también faltas a la ética.’