O jornalista brasileiro Clóvis Rossi, da Folha de S. Paulo, foi declarado pelo Conselho Reitor do Prêmio Nuevo Periodismo CEMEX-FNPI de 2004 como o ganhador na categoria Homenagem. Esta escolha baseou-se em sua trajetória como repórter irrepreensível, dono de uma carreira profissional de quatro décadas que tem sido modelo de conduta jornalística, além de contribuir para o entendimento entre o Brasil e o países da América Latina.
Gabriel García Márquez, presidente da Fundación Nuevo Periodismo Iberoamericano (FNPI) e Lorenzo H. Zambrano, presidente do conselho e diretor geral da CEMEX, encabeçam o Conselho Reitor do prêmio, do qual também fazem parte os jornalistas e escritores Alma Guillermoprieto (México), Carlos Monsivais (México), Geraldinho Vieira (Brasil), Germán Rey (Colômbia), Horacio Verbitsky (Argentina), Javier Darío Restrepo (Colômbia), Joaquín Estefanía (Espanha), Rosental Calmon Alves (Brasil), Sergio Ramírez (Nicarágua), Susan Meiselas (Estados Unidos) e Tomás Eloy Martínez (Argentina). Todos estarão em Monterrey (México) no dia 31 de agosto, quando Rossi receberá sua distinção das mãos de García Márquez e Zambrano, em uma cerimônia que terá lugar no Museo de Arte Contemporáneo (MARCO).
O repórter
Clóvis Rossi nasceu em São Paulo, em 1943, e se formou como jornalista na Fundação Cásper Líbero. Em 1963, iniciou sua carreira na sucursal paulista do matutino carioca Correio da Manhã. En 1965, transferiu-se para o jornal O Estado de S. Paulo, no qual desempenhou quase todas as funções, de redator a editor-chefe. A partir de 1977, trabalhou nas redações do Jornal do Brasil, IstoÉ e do Jornal da República.
Em 1980 foi contratado pela Folha. Foi correspondente em Buenos Aires (1981-83) e em Madri (1992), e participou de coberturas jornalísticas nos cinco continentes Atualmente é repórter especial, colunista e membro do Conselho Editorial da Folha. Publica uma coluna na página 2 do diário, a qual, segundo o diretor de redação do jornal, Otavio Frias Filho, ‘é uma leitura fundamental não apenas para políticos e empresários, mas principalmente para leitores anônimos que querem entender o Brasil e o mundo’.
Em seus 41 anos de profissão, cobriu o golpe de Estado no Chile (1973), a Revolução dos Cravos em Portugal (1974), a Guerra das Malvinas (1982), as sucessivas crises no Peru, Bolívia, Nicarágua, El Salvador, Honduras e Guatemala, e a redemocratização da Espanha (1977). Em 2001, conquistou o Prêmio Maria Moors Cabot, outorgado pela Faculdade de Jornalismo da Universidade de Columbia (EUA); em 2002, ganhou o Prêmio Ayrton Senna, na categoria de jornalismo político. Escreveu os livros O que é jornalismo?, Vale a pena ser jornalista?, A contra-revolução na América Latina, Militarismo na América Latina e Enviado Especial – 25 anos ao redor do mundo.
ENTREVISTA / CLÓVIS ROSSI
[do material de divulgação da FNPI; em espanhol]
El Premio Nuevo Periodismo CEMEX-FNPI fue instituido como una alianza entre la Fundación Nuevo Periodismo y CEMEX para promover la calidad del periodismo en los países de América Latina y el Caribe. El premio en la modalidad de Homenaje está dotado con 30 mil dólares como estímulo económico, gracias al patrocinio de CEMEX.
A propósito de su elección como ganador del Premio Nuevo Periodismo CEMEX-FNPI en su modalidad homenaje, Clóvis Rossi nos contestó la siguiente entrevista por internet.
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Cuéntanos sobre tus primeros años como reportero, hace ya cuarenta años, en el Correio da Manhã.
Clóvis Rossi – En verdad, no era solamente reportero sino que hacía de todo, porque trabajaba en la oficina de Sao Paulo de un diario de Río de Janeiro. Era pequeña y con poca gente. Por eso un día me tocaba acompañar los entrenamientos de Eder Jofre para disputar el título mundial de boxeo en peso gallo, y al otro fácilmente estaba tras las conspiraciones en contra o las manifestaciones a favor del que sería el golpe de 1964. Muchas veces también hacía el servicio de monitoreo de los noticieros de la radio, en ese entonces mucho más importante que el de la televisión (estamos hablando de 1963). Por eso, creo que tuve la suerte de aprender más en seis meses allí en esa pequeña redacción que lo que aprendería en seis años estando en una redacción, digamos, normal, con más gente.
Dicen tus colegas que, a pesar de ocupar cargos como editor o columnista, nunca has dejado de ser un reportero de calle, que se te ve buscando información junto a los periodistas más jóvenes y que tus dos metros de altura suelen destacarse aún en algunas ruedas de prensa. ¿Qué nos dices respecto a tu pasión por la reportería?
C.R. – De hecho, soy un reportero que hace también una columna, no un columnista que, a veces, es reportero. Yo creo que la mejor cosa de la profesión es poder ser testigo de la historia de mi tiempo, y, para eso, no hay otra manera de actuar, sino estando en la calle.
También afirman que es legendaria tu rapidez para redactar y que esto te deja tiempo para seguir reporteando y confirmando datos ¿Qué tan cierto es?
C.R. – Sí, soy muy, muy rápido. Cuando el publisher de Folha, Octavio Frias de Oliveira, me comenta de esa rapidez, le contesto que mi mejor calidad no es la de ser un buen periodista, sino un buen dactilógrafo. Por supuesto que me da ventajas, porque tengo más tiempo que otros reporteros para apurar información pues las redactaré en menos tiempo, cumpliendo las implacables horas de cierre con más facilidad.
¿Cómo describirías brevemente la evolución del periodismo brasileño desde tus comienzos como reportero hasta hoy?
C.R. – Creo que la gran diferencia está dada por la transición del autoritarismo a la democracia. Es necesario decir que periodismo en dictadura, a mi juicio, es periodismo de combate. No hay neutralidad posible. El periodismo en democracia tiene, por supuesto, su combate, pero es distinto. Ya no estás obligado a elegir un lado, el de la civilización, en contraposición a la barbarie que representan los autoritarismos.
Uno de los motivos que tuvo el Consejo Rector del Premio Nuevo Periodismo CEMEX-FNPI para concederte este galardón de Homenaje ha sido tu permanente preocupación por el resto de América Latina ¿Cómo ves la integración de Brasil con el resto del continente de habla hispana y viceversa?
C.R. – Yo me sentía muy solitario en los años 80 y parte de los 90 en esa inquietud por Latinoamérica y por la relación Brasil-Latinoamérica. Éramos pocos los que cuidábamos de eso, y casi siempre bajo una silenciosa mirada de casi conmiseración, porque la tradición cultural de Brasil y de América Latina es la de mirar al Norte, no al Sur. En los últimos años, casi diría que tuve mi revancha porque no solo la prensa sino los gobiernos han tratado de revalorar las relaciones Sur-Sur. Estamos todavía lejos del ideal, pero ya no necesitamos, por ejemplo, aclarar qué es Mercosur, al revés de lo que ocurría hace digamos 20 años.
Ahora, que eres uno de los columnistas más respetados de Brasil ¿qué contraste percibes de manera más fuerte acerca de escribir noticias y escribir opinión?
C.R. – Me siento un reportero que es también columnista. Por eso, mi instinto básico es siempre y primero el de reportear; sólo en seguida viene lo de opinar. Y opinar es casi siempre un subproducto de lo que aprendí haciendo reportajes.
¿Qué representa para ti, el que te haya sido concedido este premio?
C.R. – Es una revancha por los años en que cubrir América Latina parecía cosa de locos. Pero al mismo tiempo, es un desafió porque, como diría Eduardo Galeano, las venas de América Latina siguen abiertas.
¿Cuáles serían las dos o tres recomendaciones clave para un periodista que comienza ahora en el oficio?
C.R. – Yo creo que no hay fórmulas en esta profesión. Es mucho más una cuestión de transpiración (trabajar mucho, leer mucho, escuchar mucho) que de inspiración. Y, como en cualquier profesión, hay que tener pasión.