Saturday, 23 de November de 2024 ISSN 1519-7670 - Ano 24 - nº 1315

Josep M. Casasús

‘El caso Watergate, del que tanto se habla al descubrirse quién era la misteriosa Garganta Profunda que informaba a los periodistas, contradice lo que decías en uno de tus artículos sobre la obligación de no publicar un hecho si no se puede confirmar en tres o más fuentes’, me dijo un redactor a modo de reproche cordial.

El redactor, a quien no identifico puesto que no comparto su proposición y porque considero que en esta columna los protagonistas son los lectores, añadió lo siguiente: ‘Si los dos periodistas de The Washington Post hubiesen esperado a tener más fuentes, tal vez nunca se habría descubierto que el presidente Nixon estaba detrás de aquella operación de sabotaje y espionaje político’.

Discrepo de la primera premisa. W. Mark Felt, ex director adjunto del FBI, persona que ha resultado ser aquella Garganta Profunda, no era una fuente en el sentido estricto que esta palabra tiene en periodismo.

Considero que es de interés de los lectores conocer los términos de un debate que incide en los derechos del público ante los medios de comunicación. Es un deber de los defensores del lector abordar aspectos generales de la actividad periodística que puedan repercutir en la calidad de la información.

W. Mark Felt no era una fuente. Era un confidente o informador confidencial que dio pistas a los periodistas Bob Woodward y Carl Bernstein para que encontraran las fuentes que podían suministrarles datos exactos para avanzar en la investigación en la que trabajaron durante más de dos años.

Si Garganta Profunda hubiese actuado como una fuente, los dos periodistas habrían publicado toda la historia el primer día.

La función técnica que cumplió Felt en aquel caso se describió de manera implícita en una frase del editorial de La Vanguardia publicado el pasado 2 de junio: Woodward y Bernstein revelaron los delitos e irregularidades de la administración Nixon ‘gracias en gran medida a la colaboración de Felt’.

El trabajo de dos años de estos dos redactores, entonces en la sección de sucesos del Post,no se limitó a hablar con un confidente. Contrastaron datos con las fuentes hacia las que les encaminaba Garganta Profunda.

W. Mark Felt operó, en definitiva, como un guía experimentado para indicarles el camino de las fuentes dentro del espeso bosque de las corrupciones propias del poder cuando éste crece sin escrúpulos éticos.

Síntesis del caso

Recapitulemos sobre el caso con datos que dio el corresponsal de La Vanguardia en Washington, Eusebio Val, en su crónica de 1/VI/2005.

El sábado 17 de junio de 1972 cinco hombres fueron detenidos de madrugada cuando trataban de penetrar ilegalmente en el cuartel general que tenía el Partido Demócrata en el hotel Watergate – sito en el complejo del mismo nombre – en Washington DC, a orillas del Potomac. Llevaban consigo un completo equipo fotográfico y una serie de instrumentos electrónicos.

Luego se descubrió que algunos de los intrusos tenían vínculos con el Partido Republicano y con la Casa Blanca. Uno de ellos, James W. McCord, admitió ser de la CIA.

Bob Woodward y Carl Bernstein, dos redactores de sucesos de The Washington Post,comenzaron a profundizar en las raíces del caso a partir de las pistas que les indicaba Mark Felt.

Tirando de un largo hilo llegaron hasta el tejido de la presidencia estadounidense después de contrastar decenas de fuentes.

Amenazado con el impeachment,Nixon dimitió el 8 de agosto de 1974. Fue el primer presidente que acababa de esta forma.

Del confidente a las fuentes

Woodward, Bernstein y el entonces director del diario, Ben Bradlee, han reconocido esto ahora: ‘Felt fue Garganta Profunda y nos ayudó enormemente en nuestra cobertura del Watergate. Ayudó al Post en un momento de relaciones tensas entre la Casa Blanca y gran parte de la jerarquía en el FBI’.

Desde los primeros días del caso, Bradlee pedía a los periodistas que contrastaran fuentes y que éstas no fueran anónimas.

Seis días después del allanamiento de la oficina en Watergate los redactores pasaron un texto a Bradlee con alusiones a Hunt, un primer sospechoso próximo a la Casa Blanca.

-No, no han conseguido nada. Una bibliotecaria y una secretaria dicen que Hunt estaba leyendo un libro. Eso es todo – dijo Bradlee retrepado en la silla del despacho –.

Woodward se mostró un tanto inseguro. No conocía bien las reglas sobre revelación de las fuentes a un director de diario.

– ¿Desea usted conocer la fuente informativa? – preguntó el redactor Woodward –.

– Sólo quiero su rango. ¿Está a la altura de un ayudante del presidente? – dijo Bradlee –.

La respuesta de Woodward no convenció.

– La próxima vez consiga información más consistente – dijo Bradlee al reportero –.

Escenas como ésta, extraída del libro El escándalo Watergate (Euros, Barcelona, 1974, p. 37), se repitieron durante dos años.

¿Siempre es necesario consultar varias fuentes antes de dar por válida una noticia? Depende del tipo de noticia y de las garantías que merece la fuente. No siempre es la fuente con más autoridad la que merece el beneficio de la confianza. Quedó claro el 11-M en Madrid. Por esta razón cabe apurar al máximo el contraste de fuentes.

Garganta Profunda ayudó a aquellos redactores a que bebieran en buenas fuentes. Pero no publicaban nada sin antes contrastarlo. Otra de las diferencias entre una garganta oculta y una fuente es que, de acuerdo con la doctrina periodística anglosajona, la fuente informativa tiene que identificarse.

En la prensa europea influida por la tradición francesa se atiende más al principio del secreto profesional de los periodistas en materia de gargantas pero también de fuentes.

El secreto profesional periodístico está incluido en la Constitución española (art. 20).

Se considera allí que el deber de informar al público se asegura mejor si está garantizada la protección de fuentes y confidentes mediante el reconocimiento legal del derecho de los periodistas al secreto profesional.

Defender al lector es también asegurarle que a partir de las pistas que pueda dar un confidente se trabaja con fuentes solventes.’