Tuesday, 26 de November de 2024 ISSN 1519-7670 - Ano 24 - nº 1315

Tomàs Delclós

“Si un lector tropieza con un titular en la edición digital que dice ‘Cuando ves los problemas del Congo, lo demás pierde importancia’… ¿qué imagina de qué va la noticia? Ignacio Domínguez, que remitió un menaje a propósito del mismo, comenta que, lógicamente, esperaba ‘encontrar un artículo que hablase de eso: de los problemas del Congo’. Pero la citada crónica se centra en los movimientos de la primera dama francesa para distraer la atención sobre su pasado sentimental que en estos momentos parece tener ocupados a los franceses. La breve crónica apunta un tema interesante, la supuesta estrategia de Valérie Trierweiler para mejorar su imagen (más del 70% de los franceses desaprueba a su primera dama), pero su enunciado sugiere otro foco informativo.

El lector aprovecha el mensaje para reclamar una mayor atención del diario a los problemas de África. ‘Por favor, alejen a los lectores de su diario de los clichés y tópicos sobre África y escriban con seriedad sobre los problemas reales del Congo y de África, sin caer en la visión paternalista de primeras damas besando pobres niños africanos’. El texto precisamente exponía la utilización de estas fotos por parte de los tutores de la imagen de la primera dama, pero, como señala certeramente el lector, el titular era desorientador.

A veces, la queja del lector se focaliza en el empleo de un término que carga con una connotación negativa, de estigma social. Ha ocurrido recientemente en dos ocasiones. Una, en una noticia titulada ‘Familiares sacan a enfermos mentales de sus centros por no poder pagar el copago’. Ele Lozano subrayó que uno de los ejemplos citados en el texto era el de una persona con síndrome de Down. Y argumentaba: ‘El síndrome de Down no es una enfermedad mental. (…) Una persona con discapacidad intelectual, en la mayoría de los casos nace con ella, y son síndromes asociados a los cromosomas o a su desarrollo en la madurez. La enfermedad mental, sin embargo, es adquirida, tiene una serie de síntomas y de problemas muy diferentes’.

Alberto Rocamora, por su parte, remitió un aviso en el que comentaba: ‘Me parece poco adecuado el titular ‘Al menos 14 muertos en el incendio de un taller de minusválidos en el suroeste de Alemania’, cuando desde hace décadas ese término ha venido siendo sustituido por el de discapacitados (…). Me parece que con el lenguaje se puede hacer mucho’. Ambos fueron corregidos en la portada del digital.

Otro titular que levantó una notable reacción fue el que encabezaba una información sobre la encuesta del INE acerca de los niveles salariales en el sector público. El título inicial decía que los funcionarios cobran un 30% más que la media. Pero la propia información aportaba dos datos que lo corregían: la encuesta, publicada ahora, se trabajó en 2010 y excluía a los funcionarios adscritos a mutualidades. Ello supone, según los cálculos aportados por un lector, Sergio de los Ríos, que alrededor del 90% de los funcionarios del Estado no entran en la misma. Al margen del porcentaje exacto, en cualquier caso es notablemente alto y no permitía atribuir el sujeto de la noticia a los funcionarios. El titular, a raíz de los argumentos emitidos por varios lectores, fue corregido. Según datos sindicales, este colectivo ha visto recortado su salario en un 30% en tres años. Algunos remitentes leyeron la noticia como una campaña contra los funcionarios. ‘Somos víctimas y no culpables de la situación económica’, argumentaban varios. No había ninguna voluntad en este sentido. La propia noticia incluía una valoración del sindicato mayoritario de los funcionarios que criticaba los datos. En la edición impresa, la noticia ocupó media columna. En algunos otros medios, llegó ampliamente destacada a la portada.

En todos estos casos, el reproche no se centra en el texto de la noticia. Se dirige al titular que lo sintetiza defectuosamente.

Otro caso de la edición digital corregido fue el que inicialmente hablaba de que ‘El Gobierno suaviza las exigencias medioambientales a las empresas’. Guillermo Ferrer escribió destacando que de la lectura del texto, al margen de la intención real de la citada ley, no se concluía la afirmación del titular. En la noticia, comentaba, solo se hace mención a dos ‘exigencias medioambientales’ que se van a ‘suavizar’. La primera es que el plazo de concesión de la autorización se abrevia, subrayaba, pero ello únicamente afecta al plazo. La segunda ‘exigencia’ que se va a ‘suavizar’ es que desaparece la renovación a los ocho años de la autorización medioambiental. ‘Esto sí podría considerarse suavizar una exigencia, si no fuese por un detalle. En la frase siguiente afirman que a partir de ahora no va a haber una vigencia determinada, sino que el órgano medioambiental vigilará que se esté cumpliendo’. Es decir, proseguía, se pasa a una evaluación permanente. El responsable del área atendió los argumentos del lector. A pesar del convencimiento de que la ley puede suponer una rebaja de las exigencias medioambientales, el texto de la noticia no permitía sostener esta idea. La norma es muy compleja para hacer esta lectura sin un análisis más a fondo. El título corregido decía: ‘El Gobierno agilizará los permisos ambientales para las empresas’.

Algunos lectores, cuando remiten sus advertencias sobre titulares erróneos o imprecisos, añaden la sospecha de que se trata de astucias expresamente pensadas para ganar audiencia, por la vía del sensacionalismo o colocando la noticia en un lugar preferente en los buscadores, particularmente Google, que es el que mayor tráfico, entre los buscadores, remite a los medios. Adrián Segovia, director de Inteligencia de Mercado en Prisa Noticias y, por tanto, experto en los algoritmos de los buscadores, me comenta que en los cursos sobre edición digital que se han impartido en el diario, las dos únicas recomendaciones que se dan es que lo único que se debe tener en cuenta es un criterio periodístico y, pensar, eso sí, las posibles ventanas de exposición de la noticia (fotos, vídeos, documentación anexa…). ‘De entrada’, comenta, ‘lo que lee Google no es la portada, remite a la noticia del interior’. Es cierto, prosigue, que es recomendable utilizar los conceptos (descriptores, en el argot de los buscadores) por los que presumiblemente el lector indagará para encontrar la noticia en un buscador. Un titular metafórico, por más ocurrente que sea, despista a los buscadores. En este sentido, es más lógico titular que un determinado político ‘dimite’ que usar la expresión ‘deja la política’, porque basta consultar las búsquedas sugeridas que presenta Google para comprobar que los internautas han utilizado el primer concepto y no el segundo para encontrar la información. ‘Pero el criterio del diario es no hacer locuras en este tema’.

El Libro de Estilo fija una recomendación clara sobre la política de titulares. Han de ser ‘inequívocos, concretos, accesibles para todo tipo de lectores y ajenos a cualquier clase de sensacionalismo. Asimismo, serán escuetos, aunque nunca se sacrificará la claridad expositiva a su brevedad, ni se eludirán las normas elementales de la sintaxis castellana’. No hay que buscar filigranas ni mucho menos caer en una formulación aparentemente atrayente pero imprecisa o falsa. Ello, a la larga, penaliza porque genera desconfianza.”