El Seminario Diseño de la información, mejor conocido por sus siglas SDI, es uno de los mayores encuentros hispanoamericano de actualización y renovación profesional y en el que se reúnen expertos en las áreas del periodismo y la comunicación visual. La edición 2013 del evento organizado hace 7 años por la Cadena Capriles se realizó los días 12 y 13 de junio en el Teatro Chacao, en Caracas.
Uno de los expositores más destacados del evento fue el maestro y director del Consultorio Ético de la FNPI Javier Darío Restrepo, quien en su discurso abordó los desafíos éticos que internet y las redes sociales le están planteando a los periodistas en la actualidad. En su intervención, Restrepo trajo a colación varias de las preguntas que durante más de 12 años centenares de periodistas le han formulado a través del portal fnpi.org, en especial aquellas relacionadas con los límites entre publicidad e información.
Luego de la charla, el portal Clases de Periodismo publicó una nota con los 10 trinos que resumen lo más importante de la conferencia, según varios de los asistentes.
“Cuando a un periodista se le acaban las preguntas , se acaba él como periodista”, afirma Restrepo en el discurso que reproducimos en su totalidad a continuación.
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Mi agradecimiento por esta invitación y esta oportunidad de compartir con ustedes unas reflexiones sobre qué tiene que ver la ética en la Internet. Eso precederá toda la discusión.
Piensen en ese humano concentrado ante una pantalla, ausente de todo cuanto sucede a su alrededor. No les costará trabajo hacerse esa imagen, porque basta que miren a su lado y vean a la gente que usa sus pulgares en un aparato, ausentes de todos. Recordarán también esas imágenes patéticas de reuniones familiares, con una mesa servida y cada persona con un celular, ausente de los demás.
Esa escena, ese hecho, plantea un problema ético: Se trata de personas a los que la tecnología vuelve solitarios, a pesar de que la tecnología está hecha para reunirse con otros. Es una paradoja, pero ocurre. Alguien se ausenta porque está con su aparatico. Ese no-estar-presente cuando los otros están presentes, ese prescindir de los demás y aislarse, es un individualismo radical.
Lo ético, por el contrario es presencia y activación del otro. Es vivir en función del otro.Ahí ustedes alcanzan a percibir un dilema ético que plantea Internet. Aparece ese dilema porque se desaparece al otro, que es la base de lo ético.
Dice Cebrian que el hombre embebido, se aleja y se aísla de los otros. Excluye la socialización. Lo más grave, excluye el control social sobre la conducta.
Explica Graham, un filósofo británico que escribió sobre la filosofía de Internet, que la mayor parte de la educación es resultado de la socialización, es un proceso de formación, allí se define el refinamiento de valores y prácticas heredadas.
Cuando desaparece esa influencia de la sociedad y el hombre se aísla de todo control, los deseos más perversos no se reprimen. En Internet, el público represor no existe. A estos dilemas éticas se agregan otros.Internet produce relaciones basadas en criterios de eficacia. La ética se plantea entonces como respuesta a urgencias. El criterio de eficacia no está alejado de la otra desmoralizadora percepción de que ‘el fin justifica los medios’.
El fin de comunicar solamente con brillo enceguece éticamente para abusos como estos: utilizar a las fuentes, violar su privacidad,desaparecer la dignidad y los derechos de las personas. De manos de una tecnología poderosa y generadora de resultados, se puede llegar a ese abismo de que el fin justifica los medios.Quizás el peor es la pérdida de derechos de autor en los individuos que creen que Internet es un territorio sin dueños y todo es de quien lo necesite para sus fines.
Manuel Castells describe que se trata de un sentimiento personal de pérdida de control, de aceleración de nuestras vidas, en una carrera sin fin hacia una meta desconocida.Los viejos tenemos estos sentimientos frente a las tecnologías. Creemos que se salen de nuestro control. Por eso a veces no cabe en nuestras vidas lo que parece lógico en Internet. Se trata de un sentimiento de pérdida de control, que además es el nacimiento de otros dilemas éticos: Se privilegia la acción por encima de la reflexión, espacio donde es es más difícil tomar decisiones.
Los volúmenes oceánicos de información que abruman al receptor con la idea de que es imposible abarcarlo todo, lo limita a atender lo más llamativo y evidente. Eso puede ser un llamado a la resignación y a la mediocridad. Se opone al reclamo ético de la búsqueda de la excelencia. La velocidad en Internet, entonces, es punto de partida para otros conflictos. Para Cebrián, los cambios vienen determinados por los cambios con los que se producen,la velocidad es una constante que impone un ritmo a las cosas cercana a la improvisación,cuando no al atolondramiento.
El mal no es nuevo ni atribuíble únicamente a Internet, cualquiera que esté en una redacción sabrá que se da una batalla constante contra el tiempo. La batalla real se da en el terreno de la verdad. Internet te hace creer que es posible pisarle la sombra a los acontecimientos sin tiempo para la reflexión. Se aleja a pasos agigantados la costumbre de reflexionar y, por el contrario, aparece la costumbre de actuar de inmediato. Consumir tiempo, ese elementos escaso y no renovable en la especie humana, para comprender un acontecimiento y ser justos,es importante.
El otro es la razón de ser, el alma de nuestro oficio. Sin embargo la aberración es posible y se convierte en un conflicto ético la falta de relación con el otro. Mientras él sea el fin de la comunicación y haya interés público, el periodista no caerá en la indiferencia y la frialdad de los ‘esquizoides’. También se abre otro conflicto, el de la equidad, por ejemplo. Los que tienen un teléfono para decir sus opiniones en medios y espacios digitales son sólo un grupo. Así como se mira a la sociedad a través de encuestas, que excluyen a los que no tienen teléfonos o no responden, también tenemos la idea de ver la sociedad como un gran cibercafé donde “todos” se comunican por esos medios. Sin embargo en el mundo hay diferencias entre info-ricos e info-pobres.
Las posibilidades de empleo y ocio para los ricos, tienen más tiempo y acceso de forma exponencial a los beneficios de la información. Los que quedan por fuera, ven cómo se acelera su marginación. Vean este fenómeno digital desde un barrio pobre y vean cómo aumenta su abismo respecto al mundo informado. Las actitudes éticas son las de quien no se conforma con los medios exclusivos de los inforicos, sino de quien se ve con el compromiso de entender cómo se cierra la brecha con los infopobres. El buen periodismo, lo sabemos, no lo hacen los pasivos ni los resignados, sino los que se rebelan. La rebelión contra lo existente, la evidencia de que todo lo real debe ser cambiado. También frente a Internet entonces ven estos dilemas éticos. Un crítica al sistema es que no da una base para una vida moral. El mundo en el que entran es el de la anarquía moral.
Ese mundo debe ser analizado de forma crítica. La tarea entonces es la de humanizar a través de la información. Esa es quizás la actitud más ética que puede librar al periodista a pesar del desbordamiento de la información para evitar en la sociedad una especie de servidumbre a este nuevo poder que bombardea información.
Vamos a las preguntas que se están haciendo los periodistas al respecto. Seguro son preguntas parecidas a las que se hacen, y que me llegan al Consultorio del FNPI:
Relaciones de Internet y la publicidad. Ética. Audiencias con poder para emitir, que causan celos en los periodista. El desbordamiento de la información y la opinión. Entre otras. Como introducción a esos temas, considero necesaria una reflexión previa frente a estos ¿Será que la llegada a Internet hace necesaria una nueva ética? ¿Quién se adapta, el medio o la ética? ¿Existe un código para Internet? ¿Sirven los códigos tradicionales o hacen falta unos? Los monjes copistas, por ejemplo, producían libro a libro para los más ricos. El libro entonces era considerado un objeto sagrado.
Las viñetas, por ejemplo, debían hacerse claras en los textos para aquellos que no sabían leer. Cuando vino la revolución de Gutenberg con la imprenta, aparecieron reglas públicas. La primera edición de esa imprenta fue la Biblia, y allí apareció una duda: ¿podrá ponerse una Biblia en cada mano? De allí se pensó en contrapartes éticas para esa nueva masificación de la información. Por ejemplo: la exactitud de los textos y la responsabilidad con los lectores al llegar a públicos más amplios. Esa ética caminaba junto al desarrollo de la técnica. Y la ética es un asunto de actitudes, no de normas.
El fenómeno continuó con la radio, después con la TV y ahora con Internet. Las actitudes condicionadas con la evolución de la técnica. Ha sido necesario entonces darles aplicación de acuerdo con la naturaleza de la nueva tecnología y ha resultado que siempre ha mantenido su vigencia y los principios asociados a la verdad, el ejercicio de la justicia y la libertad. No se trata entonces de una nueva ética sino de nuevas aplicaciones que de la ética se hacen en estos nuevos espacios. No son adaptaciones, porque las adaptaciones aluden al oportunismo. Como ha sucedido con los códigos de otros medios, sucede con Internet: aparecen los códigos como necesidades que inducen estos medios. Unos de esos temas es el de la relación entre Internet y publicidad. ¿Se puede decir que las audiencias necesitan publicidad? ¿Hay restricción ética para los contenidos patrocinados? ¿El fin de Internet es dar diversión o sólo informar?
Es lo mismo que sucede entre medios impresos, la TV o la radio con la publicidad. El hecho es que la publicidad aprovecha el espacio informativo como rampa de lanzamiento para sus campañas. El objetivo es posicionarse en esos servicios, en instituciones que se sustentan en la legitimidad del medio. El dueño cree que le compran un espacio, cuando en realidad le compran su credibilidad.
El periodista detecta que se trata de algo más que un negocio, se trata de aprovechar un intangible que ha costado tiempo y esfuerzo: su credibilidad. El mensaje es claro: así como los lectores confían en la información, los anunciantes esperan que también confíen en su publicidad. Eso se está repitiendo en Internet. Y así como se llega a la impertinencia con los otros medios, está pasando con Internet. Pasa, por ejemplo, con el pegajoso anuncio que se superpone a lo que quieres leer. Lo peor es que mi pantalla no tiene por qué ser una casa franca para los anunciantes.
Hablemos de los contenidos patrocinados: gerentes y medios están llamados a rechazar a los anunciantes que exigen algo más para su contenido. Esa línea que señala la frontera entre la información y la publicidad debe mostrar hasta dónde llega el publicista y qué debe defender el periodista, no por su trabajo, sino por el derecho de la ciudadanía a recibir una información independiente y no manipulada. Si la información es un bien social y no una mercancía, ellos han de saber que el espacio de la información es sagrada. A este paso, los contenidos patrocinados, o son una trampa o son la manipulación de algo que es de todos. Es una trampa que se le hace a toda la sociedad.
Otra frontera es la diferencia entre información y opinión. Sin embargo, el periodista ciudadano,por falta de formación ética, cree legítima la falta de frontera entre opinión e información. En efecto, constituye una deformación de los hechos cuando se presentan ligadas junto al relato del que habla y es un engaño presentar como hecho lo que son opiniones. La libertad para opinar no ha desaparecido con la aparición de las tecnologías, pero aún se debe separar la labor del periodista de los alcances de los espacios de opinión.
Se pueden complementar el periodista ciudadano y el profesional en que el primero presenta la materia prima y el segundo puede aprovechar esa materia y desechar lo que la contamine. El ejercicio periodístico ha creado una técnica de manejo de las fuentes que no desaparecerá sino que se fortalecerá si desea profundizar su práctica profesional.Así ocurrió con los directores de los diarios que recibieron primero el material de Wikileaks. Una de las primeras decisiones de los editores fue darle a ese material el mismo tratamiento que otros materiales que se han recibido en otros espacios y momentos. No hay fuente que no deba ser sometida a dudas, preguntas y contrastes. Todas deben pasar por el mismo cedazo. Y además debemos procurar que sean idóneas e independientes. Internet no suprime sino que intensifica esta necesidad al multiplicar las fuentes y su alcance.
Sobre propiedad intelectual: Internet ha dado la idea de que sus contenidos son de todos. No se pensaba así de los contenidos impresos o los difundidos en la radio y la TV, y como en estos medios, el sentido de justicia impone el respeto por la propiedad intelectual. Aquel que haya hecho una pequeña noticia sabe que eso exige mucho trabajo, todos sabemos que el trabajo con la información implica horas de esfuerzo, ¿por qué debemos trabajar para que otro gane? Claro, hay una escasa legislación sobre lo digital, que es propicia para una zona de colonización donde se impone la ley del más fuerte.
Esto no significa que la justicia no deba imponerse. ¿Por qué apropiarme de un diseño para difundir la mentira de que tengo ese talento? Una legislación en esta materia deberá contemplar defensa para los autores y penas para los responsables, para que no se agote la producción de contenidos originales y de Se destaca el engaño de ofrecer información como parte del entretenimiento. El periodista sabe que su aporte a la sociedad es ofrecer información de calidad.
El entretenimiento se le deja a los profesionales del entretenimiento. Otra cosa negaría la naturaleza de la información y niega el rol de periodista que no está para entretener a nadie sino para satisfacer en todos. Finalmente, las nuevas audiencias, que pueden ser emisores, le está abriendo la necesidad de crear un información de mayor calidad y oportunidad, puesto que se convertirá en insumos para su trabajo. Esa información de calidad debe cubrir además la información libre que dan otros informantes sin método. Por último, le dará garantías al público de exactitud e independencia.
Internet está creando la necesidad imperiosa de hacer un periodismo de mayor calidad, que será el que se imponga pasada la efusividad de los nuevos medios digitales.
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Javier Darío Restrepo é jornalista