Facebook perderá en 2011 alrededor de 1,7 millones de usuarios por fallecimiento, de los más de 600 millones que tiene en todo el mundo. Es un dato estimado de la consultoría americana Entrusted. Para elaborar tan tétrico cálculo han comparado el crecimiento de usuarios de la red social con los ratios de muertes del Centro de Control de Enfermedades de distintos países.
Facebook perderá en 2011 alrededor de 1,7 millones de usuarios por fallecimiento, de los más de 600 millones que tiene en todo el mundo. Es un dato estimado de la consultoría americana Entrusted. Para elaborar tan tétrico cálculo han comparado el crecimiento de usuarios de la red social con los ratios de muertes del Centro de Control de Enfermedades de distintos países. Y solo en EE UU habrá, previsiblemente, 480.000 defunciones. Estas, al igual que les ocurrirá a los internautas conectados a redes sociales que mueran de forma repentina, plantean un problema añadido: qué hacer con su vida en Internet. Hay dos opciones para los familiares: el borrado total de sus datos u organizar un homenaje in memoriam.
La red social es reacia a dar el número de bajas por afán de preservar la privacidad de los usuarios y evitar el morbo de algunas compañías. Así lo asegura una directiva de Facebook en Madrid. Aunque en la Red morir no siempre es sinónimo de desaparecer.
El padre de Carmen Gutiérrez falleció de forma súbita, de un ataque al corazón. ‘Tenía 49 años y estaba divorciado de mi madre. Pasaba muchas horas frente al ordenador chateando y buscando nuevos amigos. Borrar su rastro virtual fue una ardua tarea’, explica la joven, de 19 años. Fallecer en Internet no es fácil y exige, además, una decisión importante por parte de la familia, como explica la portavoz de Facebook: ‘Las opciones son: eliminar todo el material -perfil, fotos o vídeos del pariente desaparecido- o crear un homenaje posmortem para aquellos que quieran que el recuerdo persista’.
A este dilema se enfrentó Carmen Gutiérrez: ‘Era muy duro entrar en la web y comprobar que la gente seguía escribiendo en su muro [el lugar de intercambio de mensajes en Facebook]. Deseaba que pararan’. Magdalena Martín, psicóloga clínica que trabaja con enfermos paliativos, subraya que las dudas relativas a qué hacer con las cuentas de correo y perfiles son cada día más frecuentes: ‘En esta difícil decisión se deben tener en cuenta dos factores: la añoranza o deseo de recuerdo y el miedo o impotencia a la hora de afrontar el fallecimiento’. Ninguna opción es peor que la otra. ‘Mientras la elección que se tome vaya acorde con la salud mental de los que se quedan, será la acertada y se afrontará la pérdida correctamente’, añade.
‘En el caso que la familia quiera eliminar el perfil, Facebook cuenta con un formulario en caso de fallecimiento’, añade la citada directiva de la compañía.
Pero no siempre ha sido así. En el año 2009 saltó a los medios de comunicación la noticia de que una mujer americana, Stephanie Bemister, que denunciaba a la plataforma de Internet por no retirar el perfil de su hermano, William Bemister, director de documentales y periodista. El caso llegó a los tribunales y el perfil fue retirado, dejando al descubierto las lagunas de esta red social en cuestión de privacidad.
Desde entonces ofrece una página en la que los familiares del fallecido pueden solicitar directamente el retiro de su perfil; aunque la compañía sostiene que por política de empresa prefieren dejar activos, por un tiempo, a manera de homenaje, para que solo los amigos aceptados en vida puedan escribir mensajes en el muro.
En el formulario exigen el nombre completo del fallecido, el correo electrónico usado en la cuenta, un documento que demuestre el deceso y la relación parental con el afectado. ‘Aunque tenía curiosidad por saber los amigos de mi hermano decidimos la opción menos dolorosa, hacerlo desaparecer’, argumenta Julia, otra persona que se ha visto envuelta en esta encrucijada. Cuando comenzaron los trámites pensaron que iba a ser más sencillo: ‘Rellenar unos datos y listo. Ni siquiera sabía si la ley nos amparaba’, explica.
Miguel Juan Cobacho, abogado y miembro de la web salirde internet.com, argumenta que Facebook, aunque sea una empresa americana, se rige por la legislación española. El borrado de datos de personas fallecidas en España puede realizarse a petición de los parientes y del Ministerio Fiscal: ‘Hay que cumplir unos requisitos para lograr la eliminación completa de alguien muerto. La ley de Servicios de la Sociedad de la Información responsabiliza al titular de la web de la desaparición de contenidos si la información referente a la persona es lesiva o ilícita’. Y para evitar problemas, solo se permite procesar este tipo de solicitud a un familiar directo. Este es un requisito fundamental en las tres redes sociales mayoritarias en España: Tuenti, Twitter y Facebook. La segunda, además, ofrece a los allegados una copia de los tweets, los mensajes instantáneos de 140 caracteres con los que se comunican los miembros de la red.
Tras dos semanas de espera, Julia y su familia obtuvieron respuesta por email. ‘Pedían más datos: el año de nacimiento de mi padre, las cuentas de correo asociadas o las redes a las que pertenecía. Una locura’. Enviaron la información que faltaba. Ni las palabras de condolencia por parte de la red social, ni la promesa de llevar a cabo la petición fueron suficientes para calmar la angustia de la familia durante esos días: ‘Incluso avisamos a nuestros amigos para que no aceptaran las solicitudes de mi padre’.
Ícaro Moyano, portavoz de Tuenti, asegura que en la red social española esto no ocurre, ya que la solicitud se ejecuta ipso facto si se manda todo lo necesario: ‘Solo es necesaria la petición de la familia y una certificación de defunción y el perfil desaparece’.
El último aviso fue el más inquietante: ‘Una vez localizada la cuenta, tomaremos las medidas apropiadas para proteger la intimidad del titular. ‘Pero si estaba muerto’, arguye Julia. Tras una ardua espera de dos meses, la cuenta es finalmente eliminada y no queda rastro virtual. ‘Fue un respiro. Es muy duro ver cómo tu padre te quiere agregar como amigo durante días’ concluye la joven. Desde Facebook aseguran que borrar los datos de un fallecido suele tardar unos 15 días, aunque ‘tenemos muchos usuarios, y puede haber retrasos’. La falta de información y de contacto con estas redes crea un sentimiento de impotencia en las familias. ‘No tienen un teléfono. Solo les puedes contactar por correo, pero no sabes si terminará en saco roto’.
Desde la Agencia de Protección de Datos española aclaran que la normativa de protección de datos, al tratarse de un derecho fundamental inherente a la persona extingue al morir. No obstante, ‘esto no significa que las personas que tuvieran vínculos con el fallecido no puedan dirigirse a los responsables de la entidad que posea los datos personales y solicitar su cancelación’.
Hay quien prefiere hacer del fallecimiento un homenaje porque el recuerdo les reconforta. Facebook ofrece un servicio denominado memorializing. Consiste en eliminar toda información del perfil (estatus, actualizaciones y todos los contactos), dejando solo el muro para los mensajes. Max Kelly, jefe de seguridad de Facebook, escribió en su blog: ‘Cuando alguien nos deja, puede vivir en nuestro recuerdo y por lo tanto no tiene por qué desaparecer en nuestra red social’. Fue el caso de Pedro Uche, músico y teclista tinerfeño, que falleció el 13 de septiembre de 2009 en Las Palmas de Gran Canaria. El primer mensaje, público para cualquier persona que entre en su perfil, es muy claro: ‘Memorial Pedro Uche: Esta es una página de recuerdo al músico fallecido hace un año. No hay ningún Pedro detrás del Facebook. Somos sus amigos y familiares’. Una opción que está muy de moda; gente que prefiere atenuar su dolor en la Red.
‘Cada vez son más las flores marchitadas en los cementerios, las tumbas sucias por el olvido del tiempo y las lágrimas ahogadas en los hogares. Estas fueron algunas de las razones que nos llevaron a crear un sitio web dedicado a nuestros muertos’, subraya Marta Sanmamed, responsable del portal de Internet, pervive.com. Esta empresa fue fundada el 1 de noviembre del 2009 en Madrid. Desde entonces 34.519 usuarios de 99 países han visitado el portal de Internet con 206.253 páginas visitadas. ‘El número de incineraciones ha crecido, por lo que cada vez hay menos tumbas que visitar, y eso hace que un sitio como este en la Red para recordar a nuestros fallecidos sea fundamental para muchas personas’, asegura.
Los datos que se deben incluir son los mismos que en cualquier red social: nombre, un email y una contraseña. Además del entramado de búsqueda de amigos propia de estos portales. ‘La privacidad de las cuentas la maneja el cliente, no hay dobles caras. Si quieres eliminar la cuenta, la eliminas y punto’, añade. ‘La gente puede escribir condolencias o mandar regalos -ramos, encendido de velas o postales -. Hasta el momento, 54.374 velas han sido encendidas y 53.774 flores enviadas. Está al alcance de cualquiera’.
Son conscientes de que los primeros meses tras el deceso son los más duros para los familiares, ‘pero pasado ese tiempo -los expertos definen el periodo de duelo en seis meses-, según muestran nuestras estadísticas, son los amigos y allegados los que participan más activamente en estos memoriales’, recalca Sanmamed. ‘Es como un cementerio virtual, aunque a mí no me gusta que se le llame así’.
Cuenta con dos opciones de perfil. Uno gratis, que permite un uso limitado (con la biografía, tres fotos y un vídeo, además de mandar mensajes y flores). Y otro algo más sofisticado que cuesta 49,95 euros y que da opción a publicar de forma ilimitada las fotos y vídeos que se desean. ‘Normalmente, son memoriales privados pero algunos son tan bonitos que los familiares los hacen públicos’, concluye Sanmamed. Para ella el arte y el amor son los mejores antídotos contra la muerte. Como dijo el político y escritor francés René Chateaubriand, ‘es más duro asumir la muerte que padecerla’.
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É possível sair da internet
Mucha gente, seducida por la revolución tecnológica, ha olvidado las precauciones que se tomaban en tiempos analógicos. Y ahora hay quien desea borrarse de las redes sociales y que su nombre desaparezca de los buscadores de Internet.
Cualquier persona puede solicitar la eliminación de sus datos de la Red. La legislación española es una de las más restrictivas del mundo en cuanto a protección de datos. ‘Por ejemplo, en EE UU no existe este derecho para los ciudadanos’, comenta Juan Miguel Cobacho, abogado y especialista en esta materia. Desde el pasado verano ha asesorado a más de 200 clientes, algunos de ellos protagonistas de sanciones vejatorias. ‘Todo suele comenzar de la misma manera. La persona se percata de que han publicado cosas sobre él en distintos sitios de Internet. Se disgusta y quiere la cancelación’. Lo primero a hacer es acudir a la página en cuestión y entrar en ‘su política de privacidad y solicitar la cancelación de los datos’. El tiempo estimado de contestación es de unos 10 días.
‘Tenía curiosidad y metí mi nombre en el buscador de Google. En la primera línea encontré una página que contaba mentiras terribles sobre mí. Estaba preocupado. Un conocido me recomendó la web de Cobacho’, cuenta José Antonio Martín, de 48 años. Los precios ‘irrisorios’ del bufete casi le echan para atrás, 50 euros por los trámites. ‘Conseguí eliminar mis datos de la página, pero no desapareció de Google’. Sus abogados le animaron a seguir. ‘A pesar de que hubo un tiempo en el que sufrí mucho, ya que seguía apareciendo en el buscador y el pleito duró casi dos años, gané y estoy muy feliz’, concluye Martín.
Si, por el contrario, no ha habido contestación en el plazo estimado la mejor opción es acudir a la Agencia Española de Protección de Datos (AEDP). ‘Los ciudadanos están solicitando cada vez más que tutelemos sus derechos de cancelación de información publicada en Internet. No quieren que sus datos aparezcan en los índices o resultados que ofrecen los motores de búsqueda’, apunta el organismo. Este servicio es gratuito, no se necesita abogados y en seis meses solucionan el problema. ‘Se han incrementado las reclamaciones relativas a informaciones gráficas -fotos o vídeos- en redes sociales y portales de vídeo, como YouTube’, añaden desde la AEDP. Si la resolución es positiva la información desaparece.
Si es negativa, seguramente se refiera a un problema mayor: ‘La página que aloja la información no puede borrar los datos por existir un amparo legal o un conflicto con otro derecho fundamental’. Esto ocurre a menudo con los datos personales publicados en los boletines oficiales o en los medios de comunicación.
Las redes sociales deben establecer mecanismos de cancelación y borrado efectivo de la información de los perfiles cuando lo solicite su titular, así como atender las eventuales reclamaciones, principalmente cuando sus datos son publicados por terceras personas. Desde la AEDP argumentan que es necesario que ‘tanto los miembros como no miembros de las redes sociales tengan un medio de ejercer su derecho de acceso, rectificación y supresión’ de datos.
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Passos úteis para apagar rastros
** Para eliminar un perfil de persona fallecida en Facebook se puede acudir a: http://www.facebook. com/help/contact.php?show_form=deceased. Aunque sea norteamericana, la red social se rige por la legislación española. Para borrar rastros es necesario el consentimiento de la familia directa o del Ministerio Fiscal.
** En el caso de Tuenti lo mejor es que los familiares directos notifiquen el fallecimiento del usuario a la empresa y solicitar la cancelación del perfil.
** Twitter ofrece a los allegados una copia de todos los tweets del fallecido.
** Borrar las cuentas de correo del fenecido: Hotmail las elimina tras 30 días de inactividad. Gmail, es más complicado, ya que se requiere una completa comprobación: los datos del solicitante, algún tipo de documento que acredite el parentesco o poder legal, el email y el encabezado completo de un correo electrónico que la persona haya recibido desde su cuenta.
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Repórter do El País