Monday, 23 de December de 2024 ISSN 1519-7670 - Ano 24 - nº 1319

Outro mais a confundir o caminho

“Las naciones prosperan o decaen simultáneamente con su prensa.” (Joseph Pulitzer)

En el mundo, la propiedad de los medios de comunicación ha venido cambiando de manos. Las grandes corporaciones se han lanzado a su caza, dando origen y resultado a las grandes corporaciones mediáticas. Las implicaciones de este fenómeno son fácilmente perceptibles. La más visible de todas ha sido la privatización de la libertad de expresión, un logro ciudadano que costó sangre. En Nicaragua asistimos desde la década de los noventa a un fenómeno singular. Por primera vez aparecieron en escena actores foráneos con un enorme peso mediático. Con el declive de la prensa escrita, zarandeada por el auge de los medios audiovisuales su mirada esta puesta desde entonces en la radio y la televisión. El despliegue prodigioso de los satélites de comunicación derrumbaba fronteras y metía en jaque al Estado Nacional.

Antes de lanzarse a la colonización del espectro radioeléctrico, las comunicaciones internacionales estuvieron a la orden del día. Los grandes países, hacia cuyas prácticas y resultados fijan la mirada los operadores locales, ensayaban formas eficaces de conquistar las audiencias más allá de sus territorios, con sus audiciones en onda corta. La irrupción satelital cambió las reglas del juego. Nada volvió a ser igual. La globalización tenía en la conjunción satélite-televisión-ordenadores- su barco de proa. La aparición de internet ha sido una marejada incontenible para los medios impresos. La añeja fórmula, cuántos lectores tienes para saber cuánta publicidad darte, entró en barreno. Los grandes medios impresos no han podido hasta ahora lidiar con esta soga que estrangula sus finanzas.

Los periódicos han propiciado el auge del mercado, pero no pudieron contener la ruptura del monopolio informativo que implicó la aparición de las redes sociales. El porcentaje de publicidad normado en relación al porcentaje de información que debe llevar cada edición, fue desencajado por el apremio de las ganancias y el dreno de la publicidad al internet. Los cambios en el concepto de noticias, su arrevistamiento, los publirreportajes, sus concesiones obscenas a los poderes públicos y privados, su acaparamiento por políticos, dueños de fábricas, industrias, tarjetas de créditos, repartos residenciales, hoteles, etc., los vuelven demasiado vulnerables frente a estos intereses. Peor El Nuevo Diario donde las líneas de mando se superponen. Según el juego de intereses existen mandos de primera, segunda y tercera. León Núñez frente a los redactores tiene mando de primera, ante Luis Rivas su mando es de segunda. Rivas ante Ramiro Ortiz es apenas un correveidile de tercera.

¿Cómo enfrentar los conflictos de interés que surgen a cada momento? La función informativa y editorial de los medios son desnaturalizadas. Demasiados intereses en juego. No es lo mismo operar bancos que dirigir periódicos. Ambos responden a lógicas distintas. Uno de los primeros en percatarse de esta realidad fue el inversionista financiero, George Soros. El multimillonario separa uno y otro campo. Un banquero desea incrementar sus ganancias al corto plazo, los ciudadanos tienen interés en recibir información de calidad. La compra de El Nuevo Diario por el dueño de una corporación bancaria –Banpro- ha dejado en evidencia los motivos para adquirir un periódico que había calado en la conciencia nacional. León Núñez llegó a su dirección en carácter de abogado de esa institución. No para defender los intereses de los lectores. El sombrero le queda demasiado grande, memorándum dixit de por medio. Con su actuación ha dejado en mal predicado a Ortiz. ¡Saco y rajo! Ninguna sutileza.

Durante una conversación en su despacho quedé claro que ni siquiera podría resguardar los intereses de su patrón. Con cierto regocijo me dijo que El Nuevo Diario publicaría todo tipo de encuestas. ¿Una que critique al Banpro? pregunté. ¡No de ninguna manera! Con cierta arrogancia me hizo ver el destino inmediato de un medio que merecía mejor suerte. Una de las mayores fortalezas de El Nuevo Diario bajo la conducción de Danilo Aguirre y Francisco Chamorro es que admitían las críticas que se formulaban al periódico. En las páginas de opinión recibían las desavenencias de políticos e intelectuales con su política informativa. Algunas veces Francisco Chamorro después de recibir la columna del Observatorio de Medios de Comunicación-CINCO, me llamaba para mostrar sus desacuerdos, pero jamás censuró o eliminó su contenido.

Cuándo en una de las columnas del Observatorio interrogué si no había una información de mayor interés, que el desplegado de una fotografía en que aparecía Ortiz recibiendo un premio, a renglón seguido preguntaba sobre otra fotografía que La Prensa publicó en primera página donde las candidatas a misses posaban con Hugo Holmann. Tenía presente los dilemas que confrontan los editores. Como no sabe nada del oficio, Núñez aplicó la guillotina y ordenó que eliminaran ese ítem. Igual censura impuso al elogio que mereció el acierto de La Prensa de haber creado la Sección Activos. No soportaron el reconocimiento que hicimos a las jóvenes que tienen a su cargo esta sección. Durante una comparecencia con Eduardo Enríquez en el programa televisivo Esta Noche, bajo la conducción de Carlos Fernando Chamorro, criticamos las últimas mudanzas realizadas por La Prensa. En vez de enfadarse Enríquez explicó los motivos por los cuales tomaron esa determinación. Muchos de estos señalamientos resultaron valederos. La Prensa hizo los ajustes esperados.

El primer comunicado público por los noveles e improvisados dirigentes mediáticos, anunciaba lo que sería el periódico. En Esta Noche lamentamos el desatino. Los hechos muestran lo poco que entienden de periodismo. En vez de expresar su compromiso con una línea editorial independiente y la importancia de mejorar la calidad de El Nuevo Diario, antepusieron la rentabilidad del medio. Money, Money. Primero pesos y centavos, después pesos y centavos. Nadie objeta que debe ser rentable. Desde los albores del periodismo, Joseph Pulitzer, expresó que la calidad debe ser la preocupación primordial de los medios, como garantía de un buen negocio. Fue tan evidente y procaz la manera que censuraba la columna del Observatorio de Medios que opté por retirarla. León Núñez hace sarcasmo y se mofa de quien le da la gana, pero tiene una piel tan sensible o tal vez piensa que para defender a Ortiz, debe comportarse mejor que Iker Casillas. Atajar goles donde no existen. ¿Qué dirán los analistas de Acoyapa? Tiene el cuello más largo y la nuca más flexible de lo que todos presumíamos.

Su primer resentimiento público fue por las advertencias que formulé en Confidencial cuando supe su nombramiento, afirmé que el reto era enorme y que sabía muy poco del tema. Nada más. No tuve que esperar mucho para saber que me asistía la razón. Acomplejado, expresó que no iba a la televisión si yo estaba presente en la entrevista de todos los lunes en Esta Noche. ¡Ay don León! Desde su pequeña silla, -¿quién si no?- ordenó nunca más publicar un artículo o un ensayo mío. Impuso la censura y el veto. Se calzó las botas. Un error común consiste en suponer que cualquier persona puede dirigir un periódico. El tema de la propiedad y conducción de los medios debe preocupar a todos los nicaragüenses. La salud democrática de un país depende en gran parte de la independencia y libertades que garantizan los medios. ¿Qué libertad de expresión salen a defender en los foros internacionales? El rumbo que ha tomado El Nuevo Diario es lamentable. ¡Otro más que confunde el camino!

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[Guillermo Rothschuh Villanueva é escritor, Juigalpa, Chontales (Nicarágua)]