La libertad de expresión acaba de lograr una trascendente victoria en México. La Corte Suprema falló el pasado 23 de noviembre a favor de la revista Letras Libres en el litigio que ha mantenido durante siete años con el diario La Jornada, tras haber acusado la revista que dirige el historiador liberal Enrique Krauze de complicidad con ETA al principal periódico de la izquierda mexicana en un artículo de opinión publicado en abril de 2004.
El caso, en el que se enfrentaban el derecho a la libre expresión de la revista y el derecho al honor del diario, peregrinó por distintos tribunales de primera y segunda instancia hasta que la máxima autoridad judicial mexicana ha considerado en su sentencia que “la libertad de expresión es una piedra angular de la existencia misma de una sociedad democrática” y que, por tanto, “goza de una posición preferencial frente a los derechos de la personalidad, dentro de los cuales se encuentra el derecho al honor”.
La sentencia, de la que ha sido ponente el magistrado Arturo Zaldívar Lelo de Larrea, señala que “el valor constitucional de una opinión no depende de la conciencia de jueces y tribunales sino de su competencia con otras ideas”, lo que genera un debate esencial para “la plenitud de la vida democrática”. El fallo argumenta que la crítica en un género periodístico como es la columna de opinión no supone la imputación de un delito, en este caso de terrorismo. “El debate en temas de interés público debe ser desinhibido, robusto y abierto, pudiendo incluir ataques vehementes, cáusticos y desagradablemente mordaces sobre personajes públicos o, en general, ideas que puedan ser recibidas desfavorablemente por sus destinatarios (…) estas son las demandas de una sociedad plural, tolerante y abierta, sin la cual no existe una verdadera democracia”, escribe el magistrado.
“Assassinos hipernacionalistas”
El conflicto estalla en la primavera de 2004 cuando Fernando García Ramírez, subdirector entonces de Letras Libres y hoy miembro de su consejo editorial, escribe un artículo titulado Cómplices del terror. En él se preguntaba por qué La Jornada no informó a sus lectores del acuerdo de colaboración suscrito con el diario abertzale Gara en octubre de 2002, daba cuenta de que el periódico mexicano siempre nombra a ETA como “organización separatista” y nunca como “banda terrorista” y recogía la polémica entre el juez Baltasar Garzón y La Jornada por la cobertura de la visita del magistrado a México en enero de ese año para asistir al interrogatorio de seis detenidos vascos inmersos en un proceso de extradición a España por su presunta vinculación con ETA.
Dicha cobertura motivó que Garzón escribiese el 30 de enero de ese año una carta a la directora de La Jornada, Carmen Lira, quejándose de “manipulación” informativa: “No me preocupa en absoluto que ustedes me insulten o denosten mi trabajo (…) pero sí me preocupa que presenten como paladín de la libertad y de la dignidad restaurada a una organización terrorista que tantas muertes ha causado”.
Con estos precedentes, García Ramírez concluyó su columna acusando al diario mexicano de estar “al servicio de un grupo de asesinos hipernacionalistas”, lo que llevó a la directora de La Jornada a presentar dos demandas el 31 de agosto de 2004: una por lo civil por daños morales contra Letras Libres y otra por lo penal contra el autor, proceso este que no prosperó.
Vontade de caluniar e difamar
Durante estos siete años, Enrique Krauze ha sufrido un auténtico linchamiento moral por parte del diario. “Me han acusado de ser agente de la CIA, del Mossad, de la mafia cubana de Miami, de entreguismo a España, de ser un ariete de la nueva Reconquista española…. Han utilizado la técnica cubana del asesinato de la reputación”, afirma el historiador.
La campaña arreció contra Letras Libres, su director y el magistrado Zaldívar cuando trascendió el signo de la ponencia de éste. La Jornada publicó el pasado día 18 un editorial en el que sostenía que de aprobar la Corte Suprema la “aberrante” tesis de Zaldívar “instauraría una suerte de ley de la selva” y asestaría “un golpe mortal al ejercicio responsable de informar”.
Josetxo Zaldúa, coordinador general de edición de La Jornada desde hace 17 años, afirma: “No somos cómplices de ETA y me remito a los editoriales del periódico. Desde el primero que escribimos sobre ETA, en 1986, ya exigíamos que dejase de matar”. Zaldúa añade: “Letras Libres no se molestó ni en comprobar el tratamiento editorial de ETA en mi periódico ni en preguntarme si yo tenía dos procesos abiertos por terrorismo. Eso son ganas de calumniar y difamar”. El jefe de redacción de La Jornada fue exonerado de los cargos de terrorismo por hechos ocurridos en los años setenta hace veinte años.
“A imprensa se combate com a imprensa”
Al final, el alto tribunal resolvió fallar a favor de Letras Libres evitando la existencia de zonas blindadas a la crítica. La Corte Suprema argumenta que el tema tratado en la columna “Cómplice del terror” era de “relevancia pública”, pues “aborda la línea editorial de uno de los diarios de mayor circulación” de México. Añade que pese al tono “desabrido y de mal gusto” empleado por su autor, “la libertad de expresión protege no solo la sustancia de la información y la ideas sino también la forma o tono en que se expresan”, y concluye que “el hecho de que un artículo haga referencia a conductas que podrían considerarse ilícitas, no necesariamente se traduce en la imputación de un delito”.
El influyente periodista mexicano Miguel Ángel Granados Chapa, muerto recientemente, resumió el conflicto en una columna sobre el caso publicada el pasado junio en el diario Reforma recordando una vieja sentencia: “La prensa se combate con la prensa.”
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[Luis Prados é jornalista de El País]