El 4 de junio el fiscal general de la Nación, Eduardo Montealegre, anuló la decisión tomada hace dos días por la fiscalía colombiana de poner en libertad a Alejandro Cárdenas Orozco, exparamilitar de las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC). En 2011 este hombre confesó que había participado en el secuestro y la violación de la periodista Jineth Bedoya, ocurrido en el año 2000; después se retractó. Reporteros Sin fronteras (RSF) denuncia un caos inaceptable que perjudica a Jineth Bedoya.
En menos de una semana, la justicia colombiana cambió en tres oportunidades sus decisiones en el caso de Bedoya. El 2 de junio dijo que el caso precluía y quedaba en libertad Cárdenas Orozco. Al día siguiente, el jefe de la unidad de derechos humanos dijo que esto no era definitivo e invitó a las partes a presentar recursos. El 4 de junio el Fiscal General declaró nulidad, reanudó la orden de captura e inició la investigación al fiscal del caso. En la hora en la cual escribimos estas líneas, el ex-paramilitar queda libre. Una situación caótica.
“A qué juega la justicia colombiana en el caso Bedoya?”, pregunta Claire San Filippo, responsable del Despacho Américas de RSF. “La decisión del Fiscal General de encarcelar otra vez Cárdenas Orozco subraya la absurdidad de su liberación al principio de la semana: RSF está consternada por la confusión del aparato judicial colombiano. El Estado está enviando mensajes confusos a la periodista, a las víctimas de violaciones de los derechos humanos en general y la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH). Este caos desastroso para Jineth Bedoya subraya el largo camino que queda por recorrer en un país donde la impunidad de los crímenes cometidos contra periodistas es generalizada.”
El Estado colombiano presentó ante la CIDH que la confesión de Cárdenas Orozco era una muestra de justicia en el caso de Jineth Bedoya pero en realidad, después de 15 años lo que queda en el caso de la periodista es impunidad.
“Segurança e fim da impunidade”
Para su abogado, Pedro Vaca de la Fundación para la Libertad de Prensa (FLIP), esto muestra un enorme desorden en la Fiscalía, “no explicamos cómo cambia tres veces la postura; esto altera enormemente, en términos emocionales, la vida de Jineth. Hoy estamos procesalmente en el mismo punto que a principios de la semana pero con una persona que dejaron en libertad”.
Jineth Bedoya, que era periodista de investigación de la sección judicial del diario El Espectador, fue secuestrada el 25 de mayo de 2000, cuando investigaba casos de motines y homicidios registrados en la prisión El Modelo, de Bogotá. Durante su secuestro fue víctima de torturas y agresiones sexuales.
El exparamilitar Alejandro Cárdenas Orozco reconoció en 2011 haber participado en el secuestro de la periodista pero en 2013 se retractó. Como él (antes de la declaración sobre Bedoya) se había acogido a la Ley de Justicia y Paz de 2005, que preveía amnistías, rebajas e indultos de penas para los paramilitares desmovilizados a cambio de sus confesiones, se solicitó que el exparamilitar no se beneficiara con esta ley por no haber contado “toda la verdad” pero la solicitud fue rechazada por el fiscal encargado que consideró que los hechos sobre los que éste había mentido eran anteriores a su participación en las AUC.
En Twitter, Jineth Bedoya, quien había identificado a su agresor, expresó su dolor: “Mientras apoyaba Ley de Feminicidio @FiscaliaCol ordenó libertad de uno de mis violadores. Tengo el corazón golpeado y la dignidad intacta!”
Colombia, el segundo país más mortífero para el gremio periodístico en el continente americano, sigue siendo muy peligroso para los actores de la información. El 9 de febrero pasado, con ocasión del Día del Periodista, RSF les preguntó cuál sería su mejor regalo. Su respuesta fue unánime: la seguridad física y el fin de la impunidad.
Colombia se encuentra en el lugar 128, entre 180 países, en la Clasificación Mundial de la Libertad de Prensa de Reporteros sin Fronteras publicada en febrero pasado.
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