Me gustaría empezar por agradecer a mis colegas del Consejo Rector del Premio Nuevo Periodismo por el honor de poder presentar a nuestro homenajeado de este año. Para mi es un honor muy especial y mas que eso, una emoción profunda participar de este homenaje, pues soy un viejo amigo y compañero de algunas aventuras periodísticas de Clovis Rossi.
Me quedaría corto, sin embargo, si dijera apenas que soy amigo de Rossi. Tengo que confesar aquí que el ha sido mi ídolo, antes mismo de conocerlo, cuando para mi, el era apenas una firma en el periódico y un modelo de periodista que yo, joven en el oficio, quisiera seguir. Estoy hablando del inicio de los años 70, cuando Rossi aun estaba en el periódico O Estado de S.Paulo y ya iniciara su infatigable destino de enviado especial a las más variadas latitudes de este planeta. Cosa que sigue haciendo hasta hoy, cuando cumple 41 años de practicar el periodismo con dignidad, pasión, honestidad y inmensa habilidad.
En el otoño de 1980, yo ya había conseguido seguir de alguna manera los pasos de Rossi y era corresponsal de Jornal do Brasil en Buenos Aires, cuando coincidí con el en Montevideo para la cobertura del caso de una brasileña, presa política en Uruguay. Yo todavía no podía creer que allá estaba, lado a lado con mí ídolo, en una cobertura internacional. Rossi, muy solidario y generoso con los colegas – lo que es una característica fundamental de su personalidad – me invito para acompañarlo en una entrevista medio clandestina que haría con unos miembros de antiguo Frente Amplio y del Partido Socialista de Uruguay, si me acuerdo bien. Había que tomar ciertas precauciones de seguridad en aquellos tiempos de dictadura militar.
Tuvimos que ir en un largo viaje de bus a las afueras de Montevideo. Y allá, sentado atrás en aquel bus viejísimo, sin nada que hacer, me animé a contar a Rossi lo cuanto el me había inspirado profesionalmente en la década anterior. Mencioné notas específicas que el había publicado y cosas así. Con modestia autentica y un poco desconcertado con la revelación de mi conocimiento sobre su carrera, Rossi me miró medio desanimado y dijo algo que jamás me olvidé: ‘Rosental, yo solo tengo pasado. No tengo futuro.’ Mi ídolo que empezaba a ser mi amigo parecía sinceramente preocupado con el futuro. Acababa de entrar en otro periódico, Folha de S.Paulo, y de hecho, cuando miraba hacia atrás veía una carrera extraordinaria. Que más podría esperar del periodismo alguien que tan temprano se había convertido en editor-jefe de unos de los periódicos más antiguos y venerables de America Latina, O Estado de S.Paulo, donde había pasado por otros importantes cargos de editor aun jovencito? Yo protesté. ‘Claro que tendrás un futuro tan brillante como tu pasado’, le contesté, con el comentario más animador que pude tener, en aquella noche triste, de lluvia, en el otoño de Montevideo.
Quisiera poder haber imaginado que casi un cuarto de siglo después, yo estaría aquí en el otoño de Monterrey para participar de ese reconocimiento a trayectoria profesional de Clovis Rossi.
En los años que siguieron aquel viaje de bus, tuve el privilegio de trabajar al lado de mi viejo ídolo por algunos años, sobretodo en coberturas en América Latina – una pasión tanto para mi cuanto para Rossi, en que pese el hecho de que nuestro Brasil tenía la mala tradición de darle la espalda a nuestros vecinos.
Folha de S.Paulo, que se preparaba para transformarse en el periódico más grande y mas importante del país, lo envió a Buenos Aires como corresponsal en 1981. Trabajamos juntos en golpes de estado en Bolivia, que eran muy frecuentes en esa época, en la cobertura de la guerra sucia en el cono sur, en la guerra de las Malvinas y también las guerras de America Central. Rossi, que ya había cubierto el golpe contra Allende en Chile (donde tomó el gusto por explicar America Latina a sus compatriotas), la Revolución de los Claveles, en Portugal, y otros eventos importantes en el mundo, era muchas veces un guía para todos nosotros, reporteros de Brasil y de otras partes que nos encontrábamos en esas coberturas.
Hasta hoy, cuando viaja por el mundo cubriendo temas tan serios cuanto extremamente complejos, como el comercio internacional y la globalización, me consta que Rossi sigue ayudando a sus colegas, además de prestar un servicio valioso a los lectores de Folha. Lo imagino, como en los viejos tiempos, rodeado de colegas que buscan inspiración y explicación. Sigue siendo un farol que ilumina el camino, aun cuando eso le cuesta desagradar a unos tantos. No vivo en Brasil ahora, por lo tanto, no sigo bien la política allá. Pero si escucho comentarios y críticas a las columnas de Rossi. Cuando el PSDB estaba en el poder, me acuerdo muy bien que le acusaban de ser del PT. Ahora que el PT está en el poder, le acusan de ser del PSDB. Pero lo que Rossi es, de hecho, es un obcecado con el ‘por que?’ de las cosas. Su obsesión no es apenas ver y contar, sino también explicar, para dar sentido a las cosas – lo que si debería ser la esencia del periodismo en ese mundo inundado de información.
En su libro Que es el periodismo? Vale la pena ser periodista? Rossi cuenta la historia de un reportero de notas policíacas de Rio que llegó a Bolivia en medio a un golpe, fue ayudado por todos nosotros porque no tenía la mínima idea de lo que estaba pasando, y que un día consiguió meter su grabadora adelante del dictador y grabarle declaraciones. Su periódico publicó la entrevista con un titular de ocho columnas, como si fuera la primicia más importante del mundo. Ocurre que aquel dictador estaba por caer, sus declaraciones no tenían ninguna importancia en el contexto político de aquel momento y felizmente, Rossi (y tengo que decir que yo también) explicábamos ese contexto en nuestras notas y que el dictador estaba por caer, lo que de hecho paso aquel día mismo.
Hoy, más de dos décadas después, Rossi sigue siendo un reportero siempre preocupado con el ‘por que’ de las cosas, en lugar de ser un mero mecanógrafo de declaraciones. Sea en la columna de opinión que escribe seis veces por semana y en los reportajes que insiste en hacer con frecuencia, Rossi trata de dar sentido a lo que está pasando, con una prosa admirable y con un esfuerzo de reportero que da envidia a muchos jóvenes. Yo mismo he visto la cara de espanto de jóvenes reporteros viendo la energía de Rossi, en su búsqueda de información en la calle. Yo mismo hice esa cara de espanto, cuando trabaje con el. Leí parte de la cobertura de Rossi sobre los atentados del 11 de marzo en Madrid y me quedé impresionado no solamente con la narración dramática y de altísima calidad, sino también con el trabajo de campo. El no se quedo mirando televisión o escribiendo simple análisis, sino estuvo en los lugares, hablo con la gente, sintió el olor del terror y lo transmitió con palabras impresas. Y el estaba en Madrid en un periodo sabático, para escribir sus columnas y desarrollar un proyecto de identificación de fuentes para servir a otros periodistas.
Nuestro presidente Gabriel García Márquez ha dejado claro que la responsabilidad del Consejo Rector al otorgar el Premio Nuevos Periodismo Cemex-FNPI es enorme. Y no solamente lo es porque en tan poco tiempo ya se trata de uno de los premios periodísticos más importantes del mundo, sino por el extraordinario estándar que creamos al otorgar el premio homenaje en sus dos primeros años. Tenemos un buen número de excelentes candidatos de todas partes de Ibero América, pero quién debería seguir a Don Julio Scherer y a Don José Salgar, los homenajeados de 2002 y 2003, figuras históricas del periodismo de México y de Colombia, respectivamente, que nos honran hoy con su presencia aquí en este evento?
Estoy feliz que en el Consejo Rector hayamos elegido por unanimidad a Clovis Rossi. Queremos felicitarte, Rossi por tu trayectoria brillante, ejemplar, inmaculada y marcada por una pasión explicita por el oficio más bello del mundo, como dice nuestro querido Gabo. Y estoy seguro para decirte otra vez, mi viejo amigo, lo mismo que te dije en el fondo de aquel bus en Montevideo, hace 24 años: ‘No solamente tienes una trayectoria brillante, sino que también tienes un presente y un futuro igualmente brillantes’.
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Jornalista, membro do Conselho Diretor do Prêmio Fundación Nuevo Periodismo Iberoamericano, professor da Escola de Jornalismo da Universidade do Texas, em Austin, e diretor do Knight Center for Journalism in the Americas (http://knightcenter.utexas.edu)