Thursday, 28 de November de 2024 ISSN 1519-7670 - Ano 24 - nº 1316

Os fotógrafos adotam o celular

Veintiocho días y talento. Era todo lo que Daniel Torrelló necesitaba para su experimento de fotografía. Y un móvil. El planteamiento era sencillo: un día, una foto. Retratar un mes de su vida, el pasado febrero. Publicó en la Red las 28 imágenes de sombras, edificios y músicos callejeros y esperó la reacción. “Me escribió bastante gente pidiéndome hacer lo mismo. Ya he colgado los meses de cuatro personas. Pronto habrá más”, dice. Y explica por qué: “Por la sensación de inmediatez. No la tenía desde las Polaroid”.

Igual que Torrelló, con 11 años de profesión a la espalda, cada vez más fotógrafos experimentan con eso que millones de personas hacen cada día: tirar fotos con el móvil y compartirlas, o no, en Internet. Unos lo prueban en el trabajo, como David Guttenfelder, de la agencia Associated Press, que el año pasado se pateó Afganistán empotrado en el Ejército estadounidense disparando instantáneas con su iPhone. Sin retoques ni florituras. Las fotos corrieron como la pólvora generando el comentario generalizado de “son las más realistas que he visto”.

Unos se lo toman como un pasatiempo, pero otros muy en serio, como el catalán Jordi V. Pou, de 42 años. Retratar con el teléfono casi es un vicio para él. “Me compré un iPhone en 2009, probé la cámara y pensé: 'es una basura'. Luego me di cuenta de mi error. Es otro concepto”. La posibilidad de enfocar, disparar, retocar y enviar en segundos desde el móvil le fascinó.

Con esa idea montó kokovoko.info, en el que se prometió subir una foto diaria. Y lo ha cumplido, casi 700 en 567 días, todas engarzadas con el mismo hilo: la cotidianeidad de la gente y los rincones de Lleida, su ciudad. “Kokovoko es la isla que no aparece en ningún mapa en Moby Dick, el libro de Melville. De ahí el nombre. Retrato lugares anónimos de mi entorno”.

Pou organizó el año pasado una de las primeras exposiciones en España de fotografía móvil, en el Centro de Arte Contemporáneo de La Panera (Lleida). Pero sus instantáneas y las de otros fotógrafos llenan muestras grupales en Nueva York, Melbourne, Berlín, Philadelphia y Madrid. Es un fenómeno global y local, como Internet, que le sirve para cultivar el contacto virtual con una comunidad creciente de enganchados al móvil. “Hablo con colegas de todas partes, desde Brasil hasta Singapur”.

Museos, centros y salas empiezan a dar cabida al movimiento. En Bilbao se vio iPhonegrafía en enero, a cargo de David de Haro y Fernando Gómez. En mayo tuvo lugar Déjà Vu en el Ateneo de Madrid, de Matth Van Mayrit. Y acaba de cerrar sus puertas eyephoneograhy en la Escuela de Fotografía de Madrid. Para Rocío Nogales, organizadora del certamen, no es irónico que las fotos digitales, surgidas en la Red, quieran dar el salto al papel. “No tiene sentido que haya comunicación solo online u offline. Vamos a la combinación de ambas”.

Las exposiciones siguen la estela de Pixels at an Exhibition, organizada en Berkeley (California) en enero de 2010. Allí, el fenómeno iPhoneography prendió mecha. La Red hizo el resto. El mallorquín Sion Fullana, afincado en Nueva York, lo rentabiliza colocando una de sus fotos móviles en la portada de un libro en Reino Unido e impartiendo conferencias.

Lentes superiores

Como cualquier moda, también divide. “Muchos fotógrafos lo consideran una frivolidad. Algunos me ignoran si se enteran que he hecho exposiciones”, dice Pou, quien insiste en que no importa el soporte, sino la calidad. “Llegará un día en que nadie hablará de si se ha hecho con un teléfono o no. Todo será fotografía”. Nogales coincide: “La mejor cámara es la que llevas encima”, dice parafraseando a Chase Jarvis.

Las aplicaciones de retoque y redes sociales explican parte de la tendencia. Entre las últimas, Instagram, un Twitter en fotos donde la gente socializa en torno a imágenes ensalzadas con filtros automáticos, fascina a novatos y expertos. Sus 2,2 millones de abonados suben seis instantáneas por segundo. Más de 130.000 personas se unen cada día, según RJMetrics. “Es intuitiva y artística”, dice Torrelló.

Color, disponible en iOS y Android, recibió 41 millones de dólares (28 millones de euros) de inversión. Y Path, Picplz o Burstn, van por caminos similares. Entre las aplicaciones de retoques, TiltShift, Camera Bag, Darkroom o Camera Plus son las más populares. Incluso Adobe ha sacado su PhotoShop Express gratis, para retoques elementales, y Microsoft ofrece su Photosynth para crear panorámicas. “Saco la foto, recorto, cambio de color y comparto. Es una gozada”, dice Pou. Así se dispara ahora.

“Si mi Canon 5D tuviera un iPhone dentro sería la leche”, comenta Torrelló. Los fabricantes de cámaras no tardarán en hacerle caso a él y a la legión de fotógrafos y aficionados que piden lo mismo. Los móviles le han comido el terreno a las cámaras de bolsillo, con lentes iguales o superiores, como la del Nokia N8, de 12 megapíxeles, y aplicaciones para socializar en la Red.

Concluye Nogales: “En breve las réflex tendrán una gran pantalla para editar sobre la marcha, conectarte a Internet y acceder a aplicaciones para compartir las fotos, igual que en el móvil”.