Sunday, 22 de December de 2024 ISSN 1519-7670 - Ano 24 - nº 1319

A comandante ‘blog’

La cita se produjo en el Century Club de Nueva York, un local chapado a la antigua, año 2005. Allí la llevó a comer el viejo Arthur M. Schlesinger, historiador, ex asesor de John Fitzgerald Kennedy, voz profunda de la Norteamérica liberal. Schlesinger quería que su amiga Arianna Huffington le explicara qué era aquello de lo que habían hablado por teléfono, qué era esa cosa llamada blog.

Arianna Huffington andaba volcada en el lanzamiento de su nuevo proyecto. Una web que incorporara a cientos de blogueros interesantes. Si algo tenía La Huff era agenda de contactos. Su paso por el mundo de la política, la cultura y los medios, sus años en Washington, Nueva York y Los Ángeles, y su arte para cultivar las relaciones sociales había hecho que tuviera amigos famosos, influyentes y mediáticos por doquier. Cualquier persona con la que se encontraba en una cena, en un cóctel o en un estreno y que le resultara interesante se convertía en uno de sus objetivos en aquellos días. ‘¿Quieres escribir un blog?’, la pregunta del millón.

La comida en el Century Club fue un éxito. Arianna Huffington estaba convencida de que la voz de Schlesinger se tenía que escuchar más a menudo, que no se podía esperar al momento en que editara nuevo libro. ‘Él y yo éramos los más jóvenes de la sala; imagina lo viejos que debían de ser los demás’, recuerda con una sonrisa Arianna en su luminoso despacho de la calle Broadway, en el corazón del Soho neoyorquino. El historiador salió de la comida convencido. Poco ducho en el manejo de las herramientas tecnológicas, se le facilitó la tarea: podía enviar sus post por fax, ya se encargaría alguien de volcarlos a la Red. ‘Cuando lanzamos la web se quedó estupefacto con la cantidad de gente que le leyó’. Así arrancó la gran aventura de The Huffington Post.

Su fundadora tiró de agenda e incorporó a políticos y periodistas, actores, directores de cine, escritores: Norman Mailer, Nora Ephron, Alec Baldwin, John Cusack. Su web, una extensión de su vocación por las relaciones públicas, una prolongación de su frenética y selecta vida social, nació como espacio de encuentro de distintas voces con 500 blogueros construyendo comunidad. Ahora tiene 6.000. Recibió más de 2,8 millones de comentarios de sus lectores el mes pasado. Está pisando los talones al sitio web de información líder, el de The New York Times. Cuenta con más de 12,3 millones de usuarios únicos al mes, según Comscore; dos millones hace tan solo dos años.

The Huffington Post, una espiral que no deja de incorporar visitantes, es el gran fenómeno, como sitio de noticias de nuevo cuño, de la era digital. Los expertos calculan que para finales de año ya habrá sobrepasado en función de tráfico al sanctasanctórum, The New York Times: la llamada Dama gris del quiosco norteamericano, amenazada por la gran dama de la blogosfera.

The Huffington Post es un sitio web en el que la información política ocupa en torno a un 25% del espacio. Abre siempre con un gran tema sustentado en una gran imagen. Incorpora 22 secciones: desde política hasta comedia, pasando por tecnología y estilo. Está abriendo nuevas secciones locales (ya está presente en Chicago, Denver, Los Ángeles y Nueva York). El miércoles pasado, sin ir más lejos, abría con una nueva imagen del vertido de crudo en el golfo de México, con vídeos y enlaces a nuevas informaciones sobre la catástrofe medioambiental. Contribuía como bloguero Dominique Strauss- Kahn (director gerente del Fondo Monetario Internacional) con un post -entrega, nota- sobre crecimiento y empleo. Junto a otros sesudos post que analizan la actualidad nacional e internacional, se destacaba un mix de noticias donde cabían las fotos de la nueva mansión de Lady Gaga en Beverly Hills, una historia sobre por qué los hombres engañan a las mujeres, o los reveladores secretos de la modelo Kendra Wilkinson, que acaba de relatar en un libro sus encuentros sexuales con Hugh Hefner, fundador de Playboy.

Nada como darse un paseo por la redacción de The Huffington Post en el Soho neoyorquino para certificar que se trata de una empresa de la nueva era: un ejército de veinteañeros y treintañeros domina en la redacción. Con 127 empleados, 55 de ellos periodistas, (frente a los 1.000 de The New York Times), el Huffpo produce algunas noticias propias, pero, sobre todo, selecciona noticias de otros medios y las presenta del modo más elegante posible (generando tráfico hacia esos medios mediante enlaces). A la pregunta de cuál era la proporción de contenido propio frente a contenido enlazado se obtuvo la respuesta ‘te buscaré las cifras’, cifras que no terminaron de llegar.

Se financia mediante publicidad. Llevaban cinco años en pos del santo grial: la rentabilidad. ‘Ya somos rentables’, anuncia con orgullo Arianna Huffington con su pelo impecable de laca y su elegante chaqueta rosa larga. Eso sí, no facilita cifras. Según publicó Business Insider, los ingresos en 2009 fueron de 11,8 millones de euros.

***

Cuando puso en marcha este proyecto en mayo de 2005, ¿en algún momento imaginó que podía llegar a convertirse en semejante fenómeno?

Arianna Huffington – Nunca sabes del todo cómo va a ir un proyecto. Fuimos afortunados en el momento del lanzamiento, fuimos el primer sitio que combinó el estar 24 horas, siete días a la semana, a base de noticias seleccionadas con nuestra particular visión, con una gran colección de voces en nuestro blog: empezamos con 500 blogueros y ahora tenemos 6.000. Desde el principio nos dimos cuenta de que la conversación, política y cultural, se movía al entorno online, pero muchas voces importantes no estaban allí.

Mantener una entrevista fluida con Arianna Huffington es misión solo apta para titanes. Que si te presenta a uno de la oficina, que si te da la copia de su último libro, que si se acaba de acordar de algo que le quería decir a su secretaria… ‘Espera, perdona, que voy a enviar un mensaje a mi hija’ fueron las primeras palabras que pronunció La Huff apenas se encendía la tecla de rec en la grabadora digital y nos sentábamos en los sofás color crema tipo Chester. Un comienzo prometedor.

Mujer con una blanca sonrisa siempre dispuesta, Arianna Huffington no mira fijamente a los ojos, sino un poco por encima de estos. Con el aspecto de una gran dama de la alta sociedad norteamericana, habla con voz suave y algo arenosa. A sus 59 años, mantiene un ligero acento de su Grecia natal. Su habilidad para salirse por peteneras cuando la ocasión lo requiere es notable.

La tendencia en el tráfico apunta a que antes de finales de año su web podría sobrepasar a la de The New York Times.

A.H. – Yo prefiero fijarme en dónde estamos ahora. Estamos por delante de The Washington Post, de The Wall Street Journal y del USA Today. Prefiero cuidar nuestra visión de The Huffington Post. El tráfico es muy importante, afecta a los anunciantes, al alcance que tienes, pero no es el único criterio. Si así fuera, perderíamos el toque, la visión de The Huffington Post, que es combinar lo mejor de lo viejo con lo mejor de lo nuevo, los valores del periodismo tradicional (contrastar, ser justo, ser riguroso) y unirlo a todo lo bueno que tiene ser un periódico online. Tenemos una audiencia muy comprometida, el mes pasado recibimos casi tres millones de comentarios, estamos involucrados en todas las redes sociales (Facebook, Twitter)… Nuestros lectores leen, pero también comparten y a veces contribuyen con sus aportaciones a las historias.

Ustedes han apostado claramente por el periodismo ciudadano, pero, ¿en qué medida puede este alcanzar los estándares de calidad profesional, en términos de rigor, de no estar guiado por la opinión?

A.H. – Yo creo en una fórmula híbrida de periodismo: necesitamos editores profesionales, periodistas profesionales y cientos de ciudadanos periodistas que lo harán como lo hicieron en el último levantamiento que se produjo en Irán, desde sus comunidades.

Arianna Huffington se levanta del sofá. Antes de que se le olvide, dice, quiere ir a por un ejemplar de su nuevo libro, el decimotercero, que se publicará en septiembre de 2010: América Tercer Mundo: cómo nuestros políticos están abandonando a la clase media y traicionando el sueño americano.

¿Cuáles considera que fueron las mejores decisiones que tomó para conducir al éxito a su web?

A.H. – Una de las mejores decisiones fue que desde el principio quisimos que hubiera un ambiente civilizado: no permitimos ataques personales. Tenemos comentarios moderados por la tecnología y por moderadores, y eso crea un ambiente civilizado en el que se puede producir un auténtico debate, en el que puede haber disensiones, pero no una atmósfera tóxica. Una de las cosas que podemos hacer online, que es parte de su ADN, es seguir las historias: das una noticia y cada día añades algo. Nosotros contamos historias. Creemos que una de las cosas más importantes en periodismo es contar historias. No solo dar estadísticas, números, hechos.

Ha costado cinco años conseguir la rentabilidad. El volumen de tráfico que tienen, 12,3 millones de usuarios únicos al mes, explica en parte los resultados. Pero su victoria es la de haber creado una gran comunidad que debate en la Red, que manda comentarios al ejército de 6.000 blogueros. ‘Cada día colocamos 250 posts originales’, ilustra. A este gran tráfico se une una estructura de nuevo cuño, propia de la era digital: plantilla reducida (127 empleados frente a los 1.000 de The New York Times), bajos costes. En cuanto al crecimiento de los ingresos publicitarios, Huffington explica que ha contribuido en gran medida el fichaje del ex director de publicidad de Yahoo! y la contratación de 10 experimentados ejecutivos de ventas. General Electric, Coke, Mercedes, Johnson&Johnson, Siemens, Microsoft, Toyota, Pepsi: los grandes están ahí.

Arianna Huffington vive a caballo entre Nueva York y Los Ángeles. Pero cada vez pasa más tiempo en la base neoyorquina para estar cerca de sus dos hijas, Isabella, de 19 años, y Christina, de 21: ambas estudian en la Universidad de Yale.

Su despacho está decorado con fotos de sus dos chicas, e incluso cuadros realizados por ellas. Huffington es una mujer muy de familia. Muy de clan. Desde que se separó de su marido, Michael Huffington, magnate del petróleo que desarrolló una carrera política en las filas republicanas, ha vivido rodeada de sus dos hijas y de su hermana, Agapi.

Nació Arianna Stassinopoulos un 15 de julio de 1950 en Atenas. Su padre, Constatine, fue periodista y cayó prisionero en campos de concentración durante la ocupación nazi. Cuando la pequeña Arianna tenía 11 años sus padres se separaron. A los 16 años ya viajó a Inglaterra, donde realizó sus estudios universitarios en Cambridge. A los 23 años escribió su primer libro, The female woman, y desembarcó por primera vez en Nueva York para promocionarlo; un libro que si por algo no destacó fue por su talante feminista.

En 1980 aterrizaba, ya para instalarse, en Nueva York con su madre y su hermana. Tenía muy claro en qué país quería desarrollar su carrera. Su amigo el editor lord Weidenfield, según relató en 2008 The Times, el hombre que la animó a que escribiera una biografía sobre María Callas (lo hizo), fue quien le dio el consejo clave: que se hiciese amiga, no de los hombres poderosos del Upper East Side, el barrio rico, no; mejor, de sus mujeres. Su ambición, su facilidad para hacer amigos y su talento para las relaciones sociales hicieron el resto.

¿Y qué es lo que queda de la chica de pueblo griega que habita en usted?

A.H. – Oh, muchas cosas, por supuesto. Mi curiosidad interminable con la gente, mi sentido del optimismo con la vida, que es muy griego; amo mi trabajo, me siento muy afortunada de no separar mi vida de mi trabajo y eso es mucha suerte en esta vida.

Fue en 1985 cuando, invitada a la mansión de Ann Getty (sí, de los Getty de toda la vida) en San Francisco, conoció a Michael Huffington, magnate del petróleo que le dio dos hijas y el nombre del experimento periodístico web más sorpresivo del nuevo siglo.

Se casaron en 1986; vivieron en Washington y en Los Ángeles. Arianna se implicó de lleno en la carrera política de su marido, republicano que llegó a altas esferas del Departamento de Defensa bajo la Administración de Reagan. Le apoyó incluso en los momentos más duros, cuando, en plena campaña, el flamante candidato que luchaba por conseguir un asiento en el Senado fue acusado de tener contratada a una inmigrante sin papeles en casa. Arianna asumió públicamente toda la culpa.

La pareja se separó en 1998, y pocos meses después, en una entrevista con la revista Esquire, Michael Huffington declaraba su condición de bisexual. Cinco años más tarde, en 2003, Arianna Huffington daba un nuevo giro a su vida y lanzaba su carrera política presentándose como independiente al puesto de gobernadora de California. Su rival: Arnold Schwarzenegger. Pero un nuevo escándalo la expulsó de la carrera política.

Usted ha vivido tantas vidas distintas. ¿Fue el momento en que se tuvo que retirar de la carrera electoral, cuando se descubrió que solo había pagado 771 dólares de impuestos durante dos años, el más duro profesionalmente en su carrera?

A.H. – Fue una experiencia de la que aprendí mucho, y he escrito mucho del fracaso en mis libros; eso, obviamente, fue un fracaso, pero el fracaso no es lo contrario del éxito, el fracaso muchas veces es la piedra con la que te tropiezas en el camino al éxito. Aprendí tanto de esa experiencia, de Internet y de lo importante que podía llegar a ser en nuestras vidas… las semillas de lo que luego ha sido The Huffington Post fueron creadas en esa campaña.

Para mucha gente se ha producido una sorprendente evolución de sus ideas políticas, desde su apoyo a conservadores republicanos como Newt Gingrich hasta su conversión en adalid de la izquierda liberal.

A.H. – Siempre he sido progresista en los temas sociales: estoy a favor del aborto, por el control de las armas, por los derechos de los gays, incluso cuando era republicana. La gran diferencia es que hubo un tiempo en que creí que el sector privado resolvería los problemas sociales de América. Luego vi en primera línea que eso no iba a producirse.

Dos años tardó en remontar el vuelo. Vio que la Red era el futuro. A Arianna Huffington, más que gurú de Internet, se la considera crack del marketing viral, de las técnicas de mercadotecnia que apuran las posibilidades de las redes sociales para multiplicar el número de personas que acceden a una marca o a un sitio web. El 9 de mayo de 2005 ya estaba en marcha su nuevo proyecto, The Huffington Post. Arianna es una luchadora. Nunca se rinde. En 2009, la revista Forbes le otorgaba el puesto número 12º en la lista de mujeres más influyentes en los medios.

Su hermana dice que para usted nada es suficiente.

A.H. – Estoy mejorando. Ella se refiere a mi perfeccionismo, que en ocasiones puede convertirse en un problema. Pero tener a mis hijas, verlas crecer y ver el perfeccionismo en ellas me hace serlo menos, conformarme con el ‘suficiente’, porque no hay perfección en este mundo, a lo que más puedes aspirar es a la excelencia.

Suena el teléfono. Arianna se ríe. ‘Dime, rápido, que estoy en medio de una entrevista con EL PAÍS. Dime, ¿qué vamos a hacer?’. Huffington sorbe pacientemente su café con leche helado en gran vaso de plástico. Silencio. El interlocutor habla. ‘Como vamos tan mal de tiempo, por qué no sigues adelante, cueste lo que cueste, y nos movemos al plan B, ese es el único día en que podemos hacerlo… No, porque entonces ya me habré ido a Aspen, y luego, a Nueva York… Vale, entonces, nos quedamos con el plan A’. Llega el rumor lejano de los taxis pitando en la calle Broadway, el sol cae a plomo, son las tres de la tarde.

Ustedes han puesto en marcha una iniciativa de periodismo de investigación sin ánimo de lucro, con 1,38 millones de dólares y 10 periodistas contratados. ¿Conseguirán este tipo de iniciativas preservar el periodismo de investigación, que algunos consideran en peligro de extinción?

A.H. – Ahí está Propública (web norteamericana sin ánimo de lucro), que ganó el Premio Pullitzer. Hay un montón de webs locales que están investigando, financiadas por fundaciones, particulares, o sea, que esta es una vía, no solo de preservar el periodismo de investigación, sino de hacerlo mejor. A los medios tradicionales se les escaparon dos de las grandes historias de nuestro tiempo: la inexistencia de armas de destrucción masiva en Irak y lo que nos llevó a la crisis financiera.

Algunos de los medios de Rupert Murdoch (The Wall Street Journal y The Times) ya están cobrando por los contenidos, ¿ustedes lo harán o lo harían?

A.H. – Como dice Jeff Jarvis, vivimos en la economía del link (enlace). En la economía del link, los links son la manera de monetizar contenido.

¿Y qué opina del hecho de que Rupert Murdoch diga que los sitios agregadores de noticias son piratas y plagiadores?

A.H. – Si miras los hechos, lo que hacemos es el uso justo en virtud de las actuales leyes de copyright. Solo se toma un párrafo, o así, y se pone un link a la historia original. De ese modo generamos mucho tráfico hacia esa historia. Por ese motivo tenemos constantes peticiones de reporteros de otros medios para que enlacemos a sus historias. Hay mucha gente, en muchas industrias, que lo pasa mal en el proceso de ajuste a la nueva realidad. Esta es una tecnología disruptiva que ha sacudido a los editores, mucha gente está pasando por tiempos duros, tiempos de tomar conciencia y reconocer las nuevas realidades.

¿Cómo ve el panorama mediático dentro de cinco años, cuál es el futuro del periodismo?

A.H. – Yo veo una convergencia. Los medios tradicionales harán cada vez más cosas online, involucrarán a sus lectores cada vez más, y los medios online, como The Huffington Post, harán cada vez más periodismo tradicional.

¿Desaparecerán los periódicos?

A.H. – No. Adoramos los periódicos, hay algo en nuestro ADN que nos hace amar los periódicos. Yo estoy suscrita a siete periódicos. No creo que vayan a desaparecer. Van a tener que ajustarse: algunos desaparecerán, pero los mejores se ajustarán y sobrevivirán. Nosotros queremos revitalizar el periodismo ciudadano, con más historias, más transparencia… Es fundamental no vender la integridad periodística a cambio de acceso, que es uno de los peligros: muchas veces, para conseguir la gran entrevista, ves a los periodistas entregar su independencia.

La esperan desde hace 10 minutos para una reunión. Arianna sale de la oficina dejando la estela de su perfume. Está en racha. Se siente partícipe de una revolución. Y ella encabeza la marcha.

***

De frente e perfil

** Directora de The Huffington Post, 59 años.

** Fundó el sitio web junto a Ken Lerer en mayo de 2005 y ya ha alcanzado los 12,3 millones de usuarios únicos al mes, a un paso del líder en Internet en Estados Unidos, The New York Times.

** Ha escrito 13 libros, es comentarista política, se casó (y separó) de un magnate del petróleo e hizo un intento frustrado de enfrentarse a Arnold Schwarzenegger en las elecciones para gobernador de California.

** Su fórmula:información política, última hora mediante la agencia AP, noticias agregadas de otros medios, gente, ‘celebrities’ y curiosidades varias.

** La clave: un ejército de 6.000 blogueros vertebra una comunidad de lectores muy comprometidos con el Huffpo como espacio de debate: el mes pasado recibió 2,8 millones de comentarios.

***

Benvindos ao ecossistema

El ecosistema es la palabra de moda. Los gurús del periodismo online coinciden a grandes rasgos en augurar un futuro en el que medios de muy distintas naturalezas cohabitarán en la Red. Habrá webs de nuevo cuño, con plantillas cortas y objetivos largos, que competirán con periódicos en los que el papel será parte de una plataforma digital en la que entran todas las nuevas tecnologías, desde las tabletas electrónicas hasta los propios teléfonos móviles. El entorno, permanentemente mutante al ritmo del cambio tecnológico, impulsará el mecanismo de selección natural de los medios, que convergen en Internet.

Los sitios web nicho, especializados en un tipo de información muy preciso, como Político, web de referencia en Washington; los más locales, con información muy enfocada a la comunidad; los medios integrados en las redes sociales; el periodismo basado en el uso de bases de datos; el periodismo sin ánimo de lucro, financiado por fundaciones o mecenas que quieren que no se pierda una de las piedras de toque de toda democracia que se precie: son estas algunas de las tendencias que irán a más. Gurús del periodismo como Rosental C. Alves y Jeff Jarvis vertirán sus opiniones sobre el futuro de los medios en esta serie en la que aparecen los protagonistas de los fenómenos más interesantes que hay en la Red. Arianna Huffington, artífice de The Huffington Post, cuya historia se relata en estas páginas; Jim Vandehei, director de Político, que también aportará su visión; Bill Keller, director de The New York Times, así como directores de medios europeos aparecerán en estas páginas. Buena parte de los entrevistados no augura un final ni mucho menos inminente para los periódicos impresos en el viejo papel, al que, parece, según dicen, le queda más recorrido del que en ocasiones se le atribuye.

Todas estas entrevistas, domingo a domingo, en estas páginas, acompañadas de un vídeo que se podrá ver en www.elpais.com