Monday, 25 de November de 2024 ISSN 1519-7670 - Ano 24 - nº 1315

Carles Esteban

‘Los medios de comunicación son esclavos de los horarios. En los informativos de radio y televisión, por aquello de la emisión en directo, ya que deben tener los contenidos a punto para entrar en antena a las horas previstas, y en el caso de los medios escritos, por el complejo entramado industrial que supone la impresión y distribución del diario a miles de puntos de venta. Y en nuestro caso específico, además, por la compleja tarea de entregarlo a miles de suscriptores. Contrariamente a lo que desde fuera del tinglado pueda parecer, el incesante avance de la tecnología aplicada, que facilita en extremo el procesamiento de la información, tanto escrita como gráfica, no sólo no ha conllevado un mayor margen para los horarios de cierre, sino que ha incrementado las exigencias de puntualidad y rigor en los horarios de entrega de cada edición. No es ajeno al fenómeno el hecho de que los medios de calidad sean más exigentes que nunca en cuanto a la finura de los acabados. Y que la multiplicidad de centros de impresión, algo que en los grandes medios ya es una característica generalizada, porque facilita que puedan comprarse en toda España y en buena parte de Europa, haya provocado que cada día se hagan hasta tres o cuatro ediciones del diario. Estas ediciones, en función de cada hora de cierre, pueden contener informaciones totalmente diferenciadas. Y a veces, los lectores que reciben ejemplares de una edición en la que no se incluyen acontecimientos de última hora, que en cambio el mismo diario publica en las ediciones posteriores, se muestran desconcertados y confusos, cuando no enfadados. Es comprensible que así sea, por más que la voluntad de todos cuantos trabajamos en la elaboración de La Vanguardia sea servir al lector el máximo de información de la máxima actualidad y con el máximo rigor. A veces, el reloj lo impide. Y por mucho que nos pese a los periodistas, si las rotativas no empiezan a funcionar a la hora programada, en coordinación con los subsiguientes medios de transporte a los miles de puntos de destino, la distribución general del diario se resiente, hasta el punto de poner en peligro la cita con algunos lectores. Desgraciadamente, a veces hay que sacrificar alguna noticia de última hora para garantizar que el diario esté a su hora en los puntos de venta.

PARTIDO NOCTURNO. En relación con esta temática, el lector Rafael Yáñez Laín remite desde Tarragona una queja a esta oficina sobre la edición correspondiente al pasado día 5 de mayo: ‘Del partido de fútbol de ayer entre el Racing de Santander y el Real Madrid, nada de nada; de clasificaciones de todos los equipos de Primera después de completada la jornada liguera, nada, tampoco. Ignoro con qué premura cierran ustedes las ediciones de provincias, cuyo horario no les permite incluir noticias frescas’.

Albert Molins, de la sección de Producción, que coordina el proceso de elaboración del diario, explica: ‘El partido entre el Racing de Santander y el Real Madrid correspondía a una jornada que se jugó entre semana. El encuentro tuvo lugar el jueves 4 de mayo y la crónica salió publicada en la tercera edición del viernes 5 de mayo en la página 56. Entre semana nos vemos obligados a cerrar la segunda edición alrededor de las 23.30 horas, ya que la rotativa de Toledo (que imprime los ejemplares destinados al mercado del resto de España) no puede esperarnos más, pese a que la rotativa de Poblenou – donde se imprime el grueso de la edición- no se pone en marcha hasta las 12 en punto de la noche. Pero tenemos establecido que la segunda edición de Toledo sea al mismo tiempo la primera de Poblenou para tener un margen de seguridad. Además, el día anterior, a causa de que el Barça se proclamó campeón de la Liga, habíamos sobrepasado este horario ampliamente y, por tanto, no convenía hacerlo dos días seguidos por los desajustes que dichos retrasos provocan en la distribución. El partido del Madrid empezó a las 22 horas, con lo cual, a la hora de cierre de la segunda edición, no había acabado. Por ese motivo el lector de Tarragona recibió un ejemplar que no incluía el resultado del partido, ya que en Tarragona se distribuye la primera edición que sale de la planta de impresión de Poblenou. Si el partido se hubiera jugado un sábado, día en el que disponemos de mayor margen horario, seguro que habría recibido el diario con la crónica del partido’.

Esta misma explicación es válida para aquellos lectores que puntualmente han manifestado quejas porque los ejemplares de La Vanguardia comprados en el resto de España o en el extranjero (que son de la primera edición, que se imprime en las plantas de Illescas, en Toledo, y Charleroi, en Bélgica) no incluían alguna noticia de última hora. Es la inexorable ley que establece que a veces es necesario sacrificar una parte para salvar el todo. Pero que nadie dude que a ningún periodista, ni a ningún medio de comunicación responsable, le gusta dejar en el tintero una noticia por capricho o por desidia.

BALLENAS Y GRÚAS. El pasado 4 de mayo se publicó en la sección Vivir una amplia información sobre la retirada de las aguas del puerto de Barcelona del cadáver de una ballena que un buque arrastró, posiblemente tras colisionar con ella, desde alta mar. El lector Albert Surinyac se fija en una inexactitud de la crónica: ‘Comprendo que los periodistas son de letras y yo soy de ciencias, pero por favor que alguien con un mínimo de sentido común o de conocimientos técnicos repase los artículos. En la crónica se dice que la ballena, que pesaba 30 toneladas fue retirada con dos grúas de 100 y 70 kilos. Que me digan dónde venden ese tipo de grúas, que montaré un negocio muy próspero’. Evidentemente, se trata de un lapsus que el periodista reconoce de inmediato: la grúas tenían capacidad para levantar 100 y 70 toneladas, respectivamente, y no kilos como se decía, ya que de otra forma no hubieran tenido ninguna posibilidad de retirar semejante peso.

PAUL NEWMAN. El pasado día 5 de mayo en la sección de Gente se publicó una información que daba cuenta de la visita del actor Paul Newman a unas instalaciones de Ferrari, la mítica marca de automóviles deportivos, en la que probó uno de los últimos modelos. En la información se decía que el actor ‘durante años corrió en pruebas de resistencia como las 24 horas de Indianápolis’. El lector Javier del Arco, especialista en temas de motor, advierte del error: ‘Es imposible, y la prueba más contundente es que jamás ha existido una carrera con ese nombre. Sin duda, el autor del texto se hecho un lío entre las 24 horas de Le Mans y las 500 millas de Indianápolis. Newman acabó en segunda posición en las 24 horas de Le Mans de 1979, al volante de un Porsche 935, formando equipo con Dick Barbour y Rolf Stommelen, pero no corrió nunca en Indianápolis’. El lector completa su contundente argumentación agregando que el actor, años después, ‘fue propietario y patrón de un equipo que participa en las carreras de la fórmula Indy Car norteamericana, que con el devenir del tiempo tuvo como piloto al catalán Oriol Servià, subcampeón en el 2005’.’