Friday, 22 de November de 2024 ISSN 1519-7670 - Ano 24 - nº 1315

Carles Esteban

‘No es habitual que el Defensor del Lector aborde temas relacionados con artículos de opinión, ya que se sobreentiende que en un diario plural los articulistas expresan opiniones y valoraciones personales y a veces contrapuestas, y no siempre reciben una aprobación unánime. Normalmente, cuando hay comunicaciones discrepantes o a favor de las ideas de un articulista en concreto, o bien se publican cartas de los lectores a propósito de sus teorías o bien se le remiten al autor para que conozca de primera mano las reacciones. El 20 de marzo en la sección El Runrún, en las páginas de Opinión, Manuel Trallero publicó un artículo con el título ‘Señora Manjón, ya vale’ que ha irritado sobremanera a un grupo de lectores, algunos de ellos miembros de la Asociación de Víctimas del Terrorismo del 11-M, que preside Pilar Manjón. Lo delicado del tema, la extrema sensibilidad social que rodea todo lo relacionado con las víctimas del terrorismo, me ha llevado a exponer la polémica al conjunto de los lectores para que conozcan los argumentos esgrimidos.

En su artículo, Manuel Trallero incluía un párrafo que ha suscitado una viva reacción. Decía así: ‘La señora Pilar Manjón posee un dolor del cual sólo sabe ella, y los demás, como mucho, tan sólo podemos tratar de comprender. Pero tener el dolor no quiere decir tener la razón. Y la señora Manjón no la tiene y, lo que es peor, parece como si la fuera perdiendo a pasos agigantados, hasta el punto de decir, en una entrevista en la contra: ´Lloré cuando miré a la novia de mi hijo y le dije: un día quiero, mi amor, que tengas hijos. Y que esos hijos sean también mis nietos´. Desgraciadamente para el relato, la biología es la que es, la que reconoce el sentido común. A la señora Manjón le ha hecho un gran favor el señor Jiménez Losantos poniéndola a caer de un burro, la ha convertido en una mártir, pero no es ningún eximente. La señora Manjón dos años después continúa vestida de luto, continúa la representación de su papel, en la impostura’.

Ricardo Rodríguez del Río, desde Alcorcón (Madrid) escribe: ‘Lo que más irrita a Manuel Trallero es el dolor de Pilar Manjón. Tiene la osadía de marcarle los plazos al luto. Esto ya es sintomático; se ha alcanzado el delirante extremo de negar a esta mujer el derecho del dolor. Pero ¿quién es Manuel Trallero y quiénes son los demás columnistas y contertulios que, desde sus confortables tribunas, se entretienen pisoteando a los demás?, ¿quiénes son para marcar la frontera del sufrimiento humano y la expresión del dolor que resulta decorosa?’.

Marisa Pacheco, por su parte explica: ‘Pilar Manjón es una persona que desde hace dos años representa a un gran número de personas, entre las cuales me cuento. Mi marido iba a trabajar ese día en uno de los vagones que estalló en la estación de El Pozo. Está vivo, a un precio muy alto, desde ese fatídico día en el que tuvo que salir de lo que quedaba del vagón pisando cadáveres, restos humanos… No es la misma persona, él forma parte de esa tremenda masa de más de 1.500 personas, heridas de ese atentado, que están tratando de aprender a vivir de nuevo, tratando de volver a andar, a oír, a leer, a comprender en qué mundo nos ha tocado vivir. Y yo formo parte de otra gran masa de personas que estamos tratando de dar respuestas a las preguntas que nos hacen nuestros seres queridos: ¿por qué?, y sobre todo, ¿por qué se nos insulta? Porque cada vez que se insulta a la presidenta de nuestra asociación, se nos está insultando a todos y cada uno de nosotros. La presidenta siempre nos representa, tanto ante los medios de comunicación como ante cualquier estamento público, es nuestra cara y nuestra voz y las palabras que salen de su boca son nuestras palabras y sus sentimientos son los nuestros. Lo que, evidentemente, no es nuestro es su vestuario. Ni ella tiene, ni nosotros tampoco, asesor de imagen. ¡Hasta ahí podríamos llegar!’.

Hugo Martínez Abarca, por su parte, expresa lo siguiente a propósito del artículo: ‘Con sorpresa leo su desahogo en forma de artículo cargado de odio personal (sin apenas argumentos de carácter público) contra Pilar Manjón. Aunque lo habitual en nuestros escenarios político-mediáticos es pedir respeto a las víctimas del terrorismo, los ciudadanos demócratas apelamos también, en general, al respeto a los otros y, especialmente en tribunas públicas como la que a usted se le concede, respeto a la verdad. Hasta mejor argumentación creo que será mejor que Pilar Manjón se vista como le dé la real gana…’.

Otro lector, Manuel Barbero, señala lo siguiente: ‘Paso a desgranar algunas de sus perlas, que no son más que insultos a la inteligencia: la primera es el argumento tan sibilino que utiliza para decir que los hijos de la novia del hijo de Pilar nunca serán sus nietos, por mucho que ella lo quiera. Así es la naturaleza de caprichosa o de sabia, según usted. ¿De la misma manera estaremos negando la paternidad a aquellos padres que han adoptado hijos? O la filiación a aquellos hijos que han sido adoptados por unos padres, según usted en contra de la naturaleza. Da igual, a quien únicamente quiere ofender y meter el dedo en la llaga, todo le da lo mismo. La segunda perla es su afición por la moda o el estilismo. ¡Será Pilar Manjón la única que viste de negro en nuestros días! Y para usted es claro que es luto, luto riguroso dos años después, y esto tampoco es natural’.

Ante las comunicaciones a propósito de su artículo, Manuel Trallero responde lo siguiente: ‘Durante años cubrí para La Vanguardia los entierros y funerales de los asesinados de ETA. El 11-M me encontraba en Madrid siguiendo la campaña electoral. A las 8.30 estaba en Atocha, desde allí entré varias veces en directo en el programa de Albert Om en la emisora RAC 1. Estuve también en las estaciones de El Pozo y Santa Eugenia. Fui a la morgue de Ifema y asistí al funeral de Alcalá de Henares. En todas mis crónicas para este diario manifesté mi respeto y solidaridad con las víctimas. Denuncié la situación de desamparo de las víctimas de Hipercor, por lo que fui felicitado por miembros de la Asociación Catalana de Víctimas de Organizaciones Terroristas. La señora Pilar Manjón, tras su comparecencia en la comisión parlamentaria de investigación de 11-M, como presidenta de la Asociación de Víctimas, adquirió, por circunstancias trágicas, una notable popularidad. Desde entonces ha aparecido de forma constante en medios de comunicación efectuando numerosas declaraciones y ha recibido premios y distinciones. Es por tanto un personaje público, incluso mediático, y como tal, sus opiniones, su comportamiento e incluso su vestimenta pueden ser objeto de comentario, por exceder el ámbito estrictamente privado. La obligación del columnista es ofrecer a sus lectores la opinión del autor, es un deber inexcusable. No la opinión de los otros, sino la suya. No la opinión que pueda gustar leer a algunos, sino la propia, la que le dicta su conciencia. Así lo he hecho durante dieciocho años, con total independencia, así lo hice y así lo haré mientras me dejen y lo quieran los lectores. Convencido, eso sí, de que puedo equivocarme muchas veces, cosa que por lo visto a otros no les pasa nunca. Desgraciadamente, el dolor no siempre lleva consigo tener la razón’.

GRAVE ERROR. En la edición del pasado viernes 31 de marzo, en el Sumario que figura en la página 2 aparecía destacada una noticia con el título ‘Archivada la denuncia contra el padre de Alba’, que remitía a la información que se ofrecía sobre el caso de la niña presuntamente maltratada en las páginas de la sección de Sociedad. Incomprensiblemente, la noticia del Sumario se ilustraba con la figura de un sacerdote -en concreto el padre José María Alba Cereceda, fundador del colegio Corazón Inmaculado de María de Sentmenat, y fallecido en enero del 2002-, que obviamente no tiene relación alguna con el caso. La fotografía, que figura en el archivo histórico de La Vanguardia, data del año 1988. Se trata de un error muy grave por cuanto la imagen de la persona afectada se ve relacionada con un desagradable suceso, seguido con angustia y atención por miles de lectores. El redactor jefe de la sección de Continuidad, que realiza el Sumario, Pau Baquero, explica que ‘una lamentable selección informática de los campos de entrada para buscar una ilustración hizo que se localizara una fotografía que, evidentemente, no tenía relación alguna con el motivo de la información’. ‘Desgraciadamente -añade-, los sucesivos controles de la página no detectaron que la foto no guardaba relación con el tema, por lo que, tras presentar nuestras excusas, nos comprometemos a ejercer en el futuro un mayor rigor y exactitud en la selección del material gráfico’. Efectivamente, se trata de un error lamentable por el que es obligatorio, como medio de comunicación, perdir las oportunas disculpas.’