Wednesday, 18 de December de 2024 ISSN 1519-7670 - Ano 24 - nº 1318

Milagros Pérez Oliva

‘‘De todos es sabido que EL PAÍS está a favor de la fiesta de los toros, pero esto no quita para que la cobertura informativa que dé sobre el asunto sea lo más equilibrada posible. Pues no: no puedo calificar más que de escandaloso el tratamiento informativo, y para ello me remito simplemente al periódico de hoy, 29 de julio de 2010. Tres artículos de opinión (de Savater , Mendizábal y Lorca ) y los tres en contra de la prohibición; de las 26 reacciones , una a favor de la prohibición, otra que ni sí ni no, y las 24 restantes en contra de la prohibición. ¿Puede esto considerarse una información ponderada? ¿De verdad que no han encontrado otras reacciones? Me está resultando bastante penoso, sinceramente’. Así se expresa José Luis García Lorenzo, de León. En una carta dirigida a la Defensora, este lector expresa de forma sintética lo que viene siendo una queja recurrente desde que el Parlamento catalán aprobó tramitar, en diciembre de 2009, una iniciativa legislativa popular promovida por una plataforma de defensa de los animales con el aval de 180.000 firmas, destinada a prohibir las corridas de toros en Cataluña. La tramitación culminó el miércoles con la aprobación de una modificación de la Ley de Protección de los Animales por la que se prohíben las corridas a partir de 2012.

El recuento que hace el lector es ciertamente apabullante. Aunque ese mismo día se publica en la sección de Opinión un artículo de Adela Cortina sobre los derechos de los animales, el balance en la sección de Cultura, ahora transmutada en Revista de Verano, está tan descompensado que el propio diario decidió rectificar al día siguiente. El mal, sin embargo, ya estaba hecho. Para muchos lectores la imagen del diario se había resentido gravemente: ‘Somos muchos los ciudadanos que cada día lo compramos’, me escribe Regino Mateo Pardo, ‘porque suele comportarse como un medio sensato, sereno y equilibrado. Ningún rastro de equilibrio he encontrado esta mañana (…) Me pregunto dónde estábamos hoy para EL PAÍS los millones de españoles que, catalanes o no (yo soy cántabro), consideramos que las corridas de toros y otros festejos con animales son, no una fiesta, sino una vergüenza nacional’.

Borja Hermoso, redactor jefe de Cultura, ofrece esta explicación: ‘Es cierto que al día siguiente de la votación en el Parlamento se puso mayor acento en la reacción de quienes habían perdido -los protaurinos- que en la de los vencedores, los antitaurinos. Nos pareció, sencillamente, que el interés informativo de ese día histórico radicaba sobre todo en saber si los protaurinos pensaban contraatacar y cómo, no ya en repetir un debate entre partidarios y contrarios que este diario ya habían reflejado’.El redactor jefe destaca que en la edición del viernes, Revista de Verano abrió sus páginas a la voz enérgica y muy documentada del catedrático de la Universidad de Barcelona Jesús Mosterín , uno de los máximos defensores de la abolición de los toros, que expuso su postura en un excelente artículo. Además, se publicó una amplia entrevista con Leonardo Anselmi, promotor de la iniciativa legislativa que dio pie a la abolición ‘La única intención de la sección de Cultura, en este como en otros temas delicados’, prosigue, ‘es la de abrir el diario y la web a todos los puntos de vista’.

El problema es que el escoramiento se ha producido en momentos clave del debate. Las cinco páginas del jueves sin una sola concesión a los partidarios de la prohibición cayeron como una tormenta torrencial sobre tierra ya empapada. En el año y medio transcurrido desde que se inició la tramitación de la iniciativa popular no he recibido ninguna queja de lectores protaurinos y sí, en cambio, de los defensores de los animales. La única excepción es una carta de Maximino de la Fuente, que considera que el diario presta, en general, poca atención al mundo taurino.

Lo ocurrido el jueves tenía un precedente en otro momento decisivo: el debate en comisión, los días 4 y 5 de marzo. El primer día se le dedicó dos páginas y el segundo tres. Junto a la crónica informativa, el primer día se publicaron tres artículos de opinión (de Carlos Abella , Eduardo Arroyo y Fernando Savater ) todos ellos contrarios a la iniciativa popular, los dos últimos con títulos tan contundentes como Golpe a la convivencia y Un abuso arrogante.

También entonces hubo autocrítica y propósito de enmienda para el segundo día, pero el balance final siguió siendo descompensado y no mitigó el disgusto de los lectores más enfadados: ‘Se publicaron dos artículos de opinión, uno a favor y otro en contra , lo que parecía corregir el desequilibrio anterior’, escribió a la Defensora Carles Viñals Baiges. ‘Pero no, en la página siguiente volvían a inclinar la balanza a favor de los toros’, con un largo artículo sobre cómo puede sobrevivir la corrida y las opiniones de nueve personalidades del mundo taurino. ‘El resultado final fue de cinco artículos a favor y uno en contra’.

Para Mercedes Cano Herrera, profesora de Antropología Social de la Universidad de Valladolid, ‘tanto en la edición impresa como en la digital, el tratamiento dispensado a la iniciativa legislativa popular ha sido absolutamente sesgado y tendencioso’, una opinión que comparten otros lectores como María Alicia González García o Juan González Álvaro. He de aclarar que el desequilibrio en la cobertura de opinión a la que se refieren estos lectores se ha producido en la sección de Cultura, cuyos responsables han decidido y gestionado directamente los artículos que han aparecido en ella. El debate ha sido mucho más equilibrado en las páginas de Opinión. Javier Valenzuela, uno de los responsables de esa sección, hace el balance: ‘Hemos publicado cuatro artículos a favor de la prohibición y tres en contra, de manera que la sección ha sido más bien proactiva en la búsqueda de un equilibrio’, afirma. Estas diferencias son las que han llevado a William Lyon, de Madrid, a escribirme lo siguiente: ‘Una de las cosas que más me divierte del acalorado debate sobre los toros en España es la postura incoherente de EL PAÍS’. En su carta enumera varios ejemplos de contradicción entre la línea editorial y el tratamiento dado al tema en la sección de Cultura.

Aparte del desequilibrio en la opinión, algunos lectores consideran desafortunados otros aspectos de la cobertura. Emilio Escrivà Montó, de Valencia, critica por ejemplo el titular Cataluña entra a matar, del miércoles 28. Le parece de una ligereza inaceptable. A Emilio Fonseca le ha parecido mal que en varias de las crónicas del debate parlamentario el periodista haya recurrido de forma insistente a las metáforas taurinas. Es uno de los firmantes de la iniciativa legislativa y considera una burla que se utilicen expresiones como ‘estocada’, ‘golpe de banderilla’ o ‘rejoneo’ para describir las posiciones y argumentos de quienes se oponen a esas formas de violencia en el ruedo.

Muchas de las cartas que he recibido son de lectores no catalanes, lo que demuestra que el debate trasciende las cuestiones de identidad que algunos sectores del nacionalismo español y catalán han querido instrumentalizar. Oportunismos políticos aparte, el debate de fondo está entre quienes consideran inaceptable que se haga un espectáculo público de la tortura a un animal y quienes lo consideran justificado por razones de tradición y cultura. Y este debate continuará porque forma parte de los dilemas morales de la modernidad.

En controversias transversales como esta, un diario plural debe buscar el equilibrio en la exposición de las diferentes posiciones. Ese equilibrio no debería ser pendular ni alcanzarse a golpe de protesta. Debería ser una posición de partida, general y homogénea en todas las secciones. Cuando se incurre en un grave desequilibrio, resulta muy difícil rectificar. Y si el error se repite en momentos decisivos y en la misma sección, será difícil convencer a los lectores de que no ha habido premeditación.’