EL PAÍS
"Pasatiempos e información", copyright El País, 25/11/01
"Un ombudsman norteamericano, al cesar en sus funciones, ironizaba sobre su mayor logro en defensa de los lectores: había conseguido que el periódico aumentase el cuerpo de letra de las definiciones del crucigrama.
Aquí las quejas son de otro tipo, pero menudean las referidas a los pasatiempos: errores que dificultan la solución de estos entretenimientos y, sobre todo, propuestas que algunos lectores consideran ofensivas.
La mayor parte de las protestas sobre el contenido del crucigrama denuncian lo que podríamos llamar, por seguir la moda, lenguaje políticamente incorrecto.
En más de una ocasión el Defensor ha mostrado en esta columna su prevención ante una tendencia de origen estadounidense, muy ajena a nuestros ámbitos culturales, de la que se puede extraer algunas consecuencias útiles, pero que, en general, se aplica con entusiasmo a utilizar eufemismos de muy dudoso valor periodístico.
La última protesta, en este ámbito, la firma José Felipe Florio, desde Bilbao, que ha creído ver, en más de una ocasión, una tendencia homofóbica en las definiciones que Peko incluye en el crucigrama.
Su queja es muy precisa: el día 21 se proponía la siguiente definición: ?Nombrados de acuerdo con la perversión de los habitantes de la ciudad destruida por el fuego del cielo?. La palabra adecuada para resolver el juego era ?sodomitas?. Florio argumenta que utilizar el término perversión atenta contra los valores de tolerancia y supone una ?discriminación flagrante de un colectivo sexual?.
Peko ha respondido al requerimiento del Defensor explicando que jamás trata de atacar a nadie y se muestra convencido de que ?cada cual puede hacer con su cuerpo lo que quiera?.
Cuenta que, en esa definición, u otras parecidas, se limita a recoger el sentido o el valor que un libro como la Biblia otorga a determinados comportamientos, con independencia del juicio que puedan merecer a cada ciudadano en la actualidad.
Es consciente de la ?hipersensibilidad que muestran algunas minorías?; más de una vez desecha definiciones por temor a que puedan resultar ofensivas, pese a encontrarse en el lenguaje habitual, y lamenta que, en alguna ocasión, la complejidad de ajustar las palabras del crucigrama le haya llevado a errores involuntarios, como que, recientemente, la solución a una de las definiciones, referida a los inmigrantes, fuese ?indeseables?, cuando lo que había pretendido es que resultase ?indeseados?.
El Estatuto que regula la actividad del Defensor incluye, entre sus funciones, la de tratar de explicar a los lectores cualquiera de los contenidos del periódico, sin que eso suponga, necesariamente, una crítica hacia lo publicado.
El crucigrama permite ese tipo de explicación. Al carácter de pasatiempo y de entretenimiento hay que añadir su vertiente cultural.
La inclusión de cualquier definición que choque frontalmente con los usos o los valores sociales predominantes en la actualidad no puede tomarse como una agresión o como una contravención de esos valores.
El propio Peko recordaba que el episodio bíblico dedicado a Sodoma y Gomorra habla expresamente de ?pecado? y, por tanto, de perversión para las normas morales que trata de imponer el libro, con gran éxito histórico, por cierto.
Pero eso -y los ejemplos podrían multiplicarse en otros ámbitos- no supone que el autor del crucigrama proponga ningún tipo de actitud moral ante el fenómeno de la homosexualidad. Se trata, simple y llanamente, de hacer recordar al lector el tratamiento que uno de los textos fundamentales de la cultura occidental dispensa a una determinada conducta.
Muy recientemente, un lector protestó, por teléfono, porque otra de las definiciones del crucigrama debía resolverse con la voz ?patatero?, como sinónimo de chusquero, es decir, el oficial o suboficial del Ejército que ha ascendido desde soldado raso, sin cursar en la academia militar.
El lector pensaba que suponía una ofensa y que tenía un propósito denigratorio para quienes pudiesen encontrarse en tal situación.
Aquí el problema ofrece más dificultades, porque el lenguaje oral está lleno de expresiones ofensivas que usamos inconscientemente, sin intención alguna de denostar a las personas o a los colectivos a que se refieren.
Sería preferible no utilizarlas, y el Libro de estilo prohíbe ?palabras o frases que resulten ofensivas para una comunidad?, y pone como ejemplo ?judiada? o ?gitanería?. No hace distinciones y, en principio, la prescripción alcanza a todo el periódico.
Sin embargo, hay que distinguir, de un lado, las secciones de información y opinión, en las que resultaría intolerable el uso de expresiones de este tipo, y, de otro, los pasatiempos en los que se juegue con cualquier vocablo, en su contexto coloquial o literario.
La pretensión de erradicar de raíz ese tipo de lenguaje tendría algo de intento talibán que, llevado al extremo, alcanzaría de lleno a nuestros mejores clásicos.
Música y teatro
El suplemento cultural Babelia se reordenó en mayo pasado y perdió con ello la sección dedicada a la música. Desde entonces abundaron las quejas, se recogieron en esta sección y se anunció que el periódico buscaba resolver el problema.
Siete meses después, Babelia incluye la actualidad de la música y la del teatro. Congratulémonos de que la reivindicación tenaz de muchos lectores haya sido atendida. No sólo el tamaño de la letra del crucigrama -algo, por cierto, muy digno de atención- remueve decisiones de un periódico."