Thursday, 19 de December de 2024 ISSN 1519-7670 - Ano 24 - nº 1319

Camilo Valdecantos

EL PAÍS

"Tutankamón, a secas" copyright El País, 7/7/02.

"El magisterio de Lázaro Carreter ha venido en ayuda del Defensor. Ayuda doblemente valiosa, por espontánea. En su Dardo del pasado domingo, después de zurrar la badana a un manojo de gazapos, la mayoría orales, cazados durante el Mundial 2002 de fútbol, se refería a las palabras malsonantes que ametrallan el idioma en los medios de comunicación.

Refiriéndose al exceso de tropelías que anotó durante el Mundial, Lázaro Carreter escribió: ?Sólo me quedan reminiscentes los tacos con que tantos comunicadores -y no sólo de deportes, pero éstos parecen haberse concedido bula- se apoyan para andar cojitrancos por el idioma y entristecerlo. El taco en sí no resulta abominable cuando entra como un estoque en la charla confianzuda, oportuno, en su sitio. Pero es síntoma de hambruna mental eyacularlos en público y reírlos?.

El Libro de estilo de este periódico -se ha recodado aquí no hace demasiado tiempo- es muy severo ante las que llama expresiones malsonantes: ?Las expresiones vulgares, obscenas o blasfemas están prohibidas. Cómo única excepción a esta norma cabe incluirlas cuando se trate de citas textuales, y aun así, siempre que procedan de una persona relevante, que hayan sido dichas en público o estén impresas y que no sean gratuitas. Es decir, sólo y exclusivamente cuando añadan información. Una palabrota pronunciada durante una entrevista no justifica su inclusión en el texto, cualquiera que sea la persona que la emitió?.

Lo cierto es que los futbolistas, en general, y el ex seleccionador nacional, José Antonio Camacho, en particular, ponen en un brete a quien intente aplicar el Libro de estilo.

Es rara la rueda de prensa en la que alguno de estos deportistas no se lleve los testículos a la boca, con pasmosa naturalidad y en su acepción más zafia, claro; ni comparecencia pública que no se adorne con variedad de palabros malsonantes.

El problema llega a la hora de transcribir en el periódico pláticas tan didácticas.

?Es Camacho una persona relevante en el mundo del fútbol? ?Y un jugador destacado de Primera División? Parece que sí y que las expresiones han sido proferidas en público. El gran problema es dilucidar si añaden información, como exige la norma del periódico.

El hecho cierto es que algunas de estas expresiones se han colado en las últimas semanas, incluso en titulares. Será necesario un debate interno para intentar frenar esta marea.

Lo más grave es que el periódico, por su cuenta, coadyuve a extender sus efectos.

J. I. Pascual y Jordi Domenech se han dirigido al Defensor para protestar, con muy atinadas razones, porque el pasado 28 de junio se publicó una columna de opinión, en la sección de Deportes, firmada por Ramón Irigoyen, titulada ?Qué dices, Tutankabrón? Allí se criticaba al arbitro egipcio, Gamal Ghandur, al que muchos culpan de que la selección nacional de fútbol resultase eliminada en el partido frente a Corea.

El juego de palabras que pretende evocar al faraón Tutankamón se convierte, lisa y llamente, en un insulto y logra, en un solo vocablo, mezclar la palabra soez con el agravio gratuito. Ambos, vetados por las normas de estilo de este periódico. Los responsables de la sección de Deportes debieron advertir al colaborador de que no era posible publicar ese texto. El hallazgo era ingenioso, pero más propio de la ?charla confianzuda?.

Cali, capital del crimen

Colombia abrasa. Es arriesgado vivirla y escribirla. José Luis Barbería fue enviado allí por el periódico y publicó a lo largo de la pasada semana una serie de reportajes sobre la realidad de aquel país ante la llegada del nuevo presidente, Álvaro Uribe Vélez.

El martes día 25 se incluyó uno, titulado Viaje a Cali, capital del crimen, con este sumario: ?Narcotraficantes, paramilitares y guerrilleros campan a sus anchas en una ciudad azotada por la criminalidad?.

El Defensor ha recibido diez cartas, enviadas desde Colombia, en las que se formulan reproches a algunos aspectos concretos del texto, pero, sobre todo, rechazan unánimemente los titulares. Los juzgan falsos y desorbitados.

Barbería ha dado la siguiente explicación: ?Me parece que las reacciones al artículo sobre Cali están en gran medida inducidas por el título y el sumario, ciertamente estridentes, que abrían la información. Estoy, por supuesto, de acuerdo con estos lectores colombianos que consideran excesivo y distorsionador presentar a Cali como capital del crimen. Ya se sabe que el reduccionismo de los titulares suscita siempre irritación cuando los males que se denuncian están asociados, como en este caso, a una ciudad determinada. Sé también que hay lectores que interpretan como un escarnio añadido la denuncia desde el exterior de los problemas que padecen. Pero más allá de eso y de algún dato erróneo, nada trascendente, sólo puedo decirles a mis críticos colombianos que he trabajado sin presiones, ni más prejuicios que los que, inevitablemente, cada uno lleva consigo. Todo lo que he escrito lo he visto, lo he sentido, o me lo han contado gentes a las que se supone con conocimiento y criterio. Claro que la panorámica de un observador ajeno no tiene por qué coincidir con otras visiones domésticas, ni mucho menos agotar la percepción de la realidad. Lejos de mí pretender que esta experiencia personal, forzosamente limitada a unas fechas, unas ciudades, unas decenas de personas, se convierta en algo incuestionable, en la verdad revelada sobre Colombia. La realidad es siempre mucho más rica y compleja como para pretender atraparla enteramente y servirla en unas páginas. El periodismo no es una disciplina científica, aunque nos obligue siempre a abordar los hechos con honestidad y rigor profesional?.

El Defensor debe añadir que en esta ocasión, como en tantras otras, los titulares no son imputables al autor que ahora se disculpa.

Él escribió casi un único y extenso texto que se fue despiezando en días sucesivos. La responsabilidad de los errores que pueda contener son suyos, pero los titulares se incluyeron en el proceso de edición.

Al margen de todo lo anterior, un aviso para lectores preocupados porque desde el día 1 de julio ha dejado de publicarse en varias ediciones el resultado de los sorteos de Primitiva y Bonoloto: hasta septiembre se han retrasado estos sorteos y no es posible incluir su resultado en las primeras ediciones hasta el día siguiente."