A VOZ DOS OUVIDORES
EL PAIS
"Celo misionero", copyright El País, de Madrid, 1/4/01
"Centenares de monjas de 23 países, la mayoría en el continente africano, han denunciado haber sufrido abusos sexuales, a veces sistemáticos, por parte de sacerdotes y misioneros. Los datos figuran en varios informes de la religiosa Maura O?Donouhe y en otro de Marie McDonald, publicados por la revista norteamericana National Catholic Reporter. El portavoz vaticano, Joaquín Navarro Valls, reconoció ayer que el problema es ?conocido? y que ?se está afrontando?, pero lo circunscribió a ?un área geográfica limitada?, refiriéndose a África, aunque sin mencionar el continente?.
Ésta fue la entradilla de una extensa información que, con la firma de Lola Galán, corresponsal del periódico en Roma, se publicó el miércoles día 21.
Ese texto resume claramente el problema: grave y, sin duda, escandaloso, por referirse a un estamento social -el clero católico- donde, antes incluso que la libertad sexual de las personas, prima el celibato como norma de conducta.
El mismo día 21, el asunto se llevó a la primera página del periódico con este titular: ?El Vaticano reconoce que cientos de monjas han sido violadas por misioneros?.
Bartolomé Burgos, director del Centro de Información y Documentación Africanas (CIDAF) se dirigió al día siguiente al Defensor expresando su protesta por el titular ya que, decía, situaba los abusos ?sobre la espalda de los misioneros?.
Pero el martes 27 de marzo, con el título ??Calumnia que algo queda!?, Salvador Romano Vidal, misionero javeriano, distribuyó un mensaje electrónico por la Red animando a difundirlo.
Desde ese momento, el Defensor ha recibido 15 mensajes, unos pidiendo explicaciones, otros reproduciendo, simplemente, el original acusatorio.
Tanto la carta de Burgos como la de Romano centran su protesta, al margen de otros asuntos periféricos, en el hecho de que la información de la revista norteamericana no menciona a los misioneros y que tampoco lo hace la nota oficial del Vaticano.
Una primera aclaración para los lectores: la nota vaticana llevaba el siguiente encabezamiento: ?En relación a las noticias de casos de abusos sexuales sufridos por religiosas por parte de sacerdotes o misioneros, el director de la Sala de Prensa de la Santa Sede, doctor Joaquín Navarro-Valls, ha difundido…?.
Además, la crónica de Lola Galán citaba la información publicada por el diario italiano La Repubblica, en el que se hablaba de ?sacerdotes y misioneros?.
Esto aclara, simplemente, que la mención a los misioneros no es una invención del periódico.
Pero el problema reside, indudablemente, en los titulares de primera página.
El Defensor ha pedido al redactor jefe de la sección de Sociedad, Sebastián Serrano, y a Miguel Bayón, redactor que siguió el asunto en días sucesivos, una explicación sobre el desarrollo informativo de este embarazoso suceso.
Su respuesta es ésta: ?La primera información, publicada el 21 de marzo, es una crónica de Lola Galán, corresponsal en Roma, que se basa en lo publicado en el diario La Repubblica, y en una nota del Vaticano que reconoce los hechos, donde se habla de ?curas y misioneros?.
Hablan los religiosos
?La sección de Sociedad?, añaden, ?apoyó la crónica con otros dos artículos basados en pasajes literales del reportaje original de la revista estadounidense National Catholic Reporter, en el que se había basado el diario italiano?.
Al día siguiente recogimos, en una segunda crónica, firmada por Miguel Bayón, las opiniones de varios responsables misioneros españoles, que mostraron su sorpresa por la envergadura del problema, pero en ningún momento pusieron en duda el contenido de las informaciones publicadas. Los consultados atribuyeron la mayor parte del problema al clero local africano, inmerso en una cultura en la que ?el celibato no disfruta de mucho aprecio?.
?Fue tras la publicación de esta segunda crónica, el 22 de marzo?, prosigue la explicación, ?cuando llegaron a la sección tres notas firmadas por la Unión de los Institutos Misioneros, el Centro de Documentación e Información Africana y la Conferencia Española de Religiosos en todas las cuales se aseguraba que en el reportaje publicado por la revista National Catholic Reporter no se planteaban acusaciones contra misioneros y se subrayaba que éstos sólo eran citados como denunciantes de algunas agresiones a religiosas. A partir de esta constatación, las notas criticaban agriamente el titular que el periódico publicó el primer día en primera página: ?El Vaticano reconoce que cientos de monjas han sido violadas por misioneros?.
Tras leer las notas, Bayón se puso esa mañana en contacto con uno de los firmantes de la Unión de los Institutos Misioneros, Salvador Romano.
Este misionero javeriano exigió una rectificación en primera página. Se le hizo saber que la opinión de las instituciones misioneras sería recogida en una información. Ésta se publicó el día 23 con el título ?Los misioneros subrayan que colaboraron en los informes sobre violaciones?.
El Defensor quiere aclarar que este titular no se recoge en la carta que el misionero ha distribuido en la Red. Pero volvamos al de primera página que originó el alboroto.
José María Izquierdo, director adjunto del periódico, ha explicado al Defensor que se redactó en esos términos con la exclusiva intención de ?centrar el problema en zonas de misión del Tercer Mundo, al ver que los sucesos se manifestaban, fundamentalmente, en África y para evitar un titular que, si nos hubiésemos atenido a la literalidad de los informes, hubiera sido algo parecido a ?Cientos de monjas violadas por sacerdotes en 23 países?. Pensamos que algo así desenfocaba totalmente el problema?.
Además, Izquierdo admite que ?la reducción insalvable que exigen los titulares lleva a cometer errores?.
Parece claro que el error se cometió, en un doble sentido: el lenguaje vaticano es demasiado sutil como para poder afirmar que ?reconoce? la violacion de cientos de religiosas y, desde luego, no lo atribuye, en modo alguno, a los misioneros.
El eterno problema de los titulares que exigen comprimir enunciados complejos, ha jugado, esta vez, en contra del rigor y, sin duda, de la fama genérica de los misioneros. Su celo parece justificado.
Los lectores pueden escribir al Defensor del Lector por carta o correo electrónico (defensor@elpais.es), o telefonearle al número 91 337 78 36."
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