LA VANGUARDIA
"Dos frases destacadas en dos secciones distintas de ?La Vanguardia? han motivado una carta enviada por vía electrónica el pasado 5 de julio por una lectora de Sant Cugat del Vallès que firma Maite B. Contiene unas observaciones y sugerencias sobre el uso en sentido figurado de nombres de enfermedades.
Veamos los dos ejemplos recientes aportados por esta lectora. Una de las frases constituye lo que se denomina un destacado (que se inserta en una columna de texto), aparecido en la página 10 del suplemento Libros del pasado 29 de junio. Este destacado reza así: ?En un mundo donde crece el autis-mo, el Fòrum no debería perder la oportunidad de la que dispone?.
La otra frase que motiva esta carta es el subtítulo de una crónica publicada en la página 3 del suplemento Dinero del pasado 1 de julio. Es esta: ?La economía estadounidense presenta síntomas de esquizofrenia con recesión y una grave crisis de beneficios empresariales junto a un inquebrantable optimismo del consumidor?.
Expone la lectora: ?Después de leer, con un par de días de diferencia, estas frases, creo que quizá sería bueno reflexionar sobre la extendida utilización de las enfermedades como figuras comparativas. A los ejemplos citados podríamos añadir una frase que en muchos medios se está empezando a repetir, aquella que habla del sida como el ?cáncer del siglo XXI?. Estoy segura de que los autores de estas expresiones no desean en modo alguno ofender y las utilizan como recurso para simplificar un concepto, pero algunas personas afectadas o cercanas a ellas pueden sentirse heridas ante tales simplificaciones que, aunque sea involuntariamente, sólo contribuyen a tener una imagen peyorativa y de rechazo a los enfermos?.
Añade: ?Del mismo modo que la sociedad prácticamente ha erradicado del vocabulario habitual la palabra subnormal o deficiente para referirse a personas con síndrome de Down, creo que entre todos deberíamos tener un poco más de tacto y sensibilidad antes de utilizar alegremente ciertas expresiones por respeto a quienes sufren realmente sus efectos. El mismo respeto merece una persona con síndrome de Down que un esquizofrénico o un autista, cuyo trastorno, por cierto, va mucho más allá y es mucho más complejo que el estereotipo que la mayor parte de la sociedad puede conocer?.
Es cierto que las expresiones de cuyo abuso nos advierte esta lectora son de las que se detectan, cada vez más, como recursos retóricos -no muy afortunados desde el punto de vista ético- en el lenguaje privado y público. Estas y otras palabras trasplantadas desde la medicina ganan terreno en el lenguaje periodístico. Pero la prensa no es el único sector receptivo a estas discutibles licencias de vocabulario. También prosperan en el léxico ordinario o divulgativo de la sociología, la política y la economía, ámbitos desde donde suelen llegar, en realidad, a los medios de comunicación.
Algunos de estos préstamos semánticos entre áreas de conocimiento diversas son aceptables. Llegan a adquirir carta de naturaleza. Los diccionarios normativos acaban por admitir ciertas acepciones no científicas, como es el caso de la palabra ?crisis?, totalmente arraigada en los usos lingüísticos de la política y la economía.
Michel Ogrizek y Jean-Michel Guillery, doctores en Medicina, atribuyen a William Dab (autor de ?La décision en santé publique?, ENSP, 1993) en su obra ?La communication de crise? (PUF; París, 1997, página 5) esta afirmación: ?La crisis es en su origen una noción médica, un concepto hipocrático?. Ahora es una noción totalmente implantada en política y economía.
Las semejanzas existentes entre el tratamiento del cuerpo humano y el tratamiento del cuerpo social explican que otro especialista en comunicación pública, Edgar Morin, utilice abundante vocabulario médico en la exposición de sus análisis sobre el caso conocido como ?rumor de Orleans?. En la obra de Morin titulada ?La rumeur d?Orléans? (Éditions du Seuil, París, 1969), aparecen muchos términos médicos que definen fenómenos y episodios relacionados con el rumor: germen, patología, contagio, foco infeccioso, fases de incubación, metástasis.
Los trasplantes de palabras entre distintas áreas de conocimiento se encuentran en la historia de todos los idiomas. El vocablo crisis se ha trasplantado de la medicina a la política y a la economía del mismo modo que el término trasplante se ha trasplantado de la agricultura a la medicina.
Pero no todos los trasplantes de vocabulario médico son inocuos. Las palabras que identifican a determinados tipos de enfermo o de enfermedad deben utilizarse con tacto. Sólo se deberían aplicar en un sentido estricto. El sentido figurado de las palabras en periodismo es, ciertamente, un condensador semántico que ayuda a alcanzar mayores cotas de concisión en las operaciones descriptivas de conceptos. Pero es un recurso que debe administrarse prestando mucha atención al rigor y a la sensibilidad.
En el sentido que se utilizó la locución ?síntomas de esquizofrenia? en el caso aquí comentado pudo recurrirse, según reconocen en la propia sección, a las soluciones ?síntomas de confusión?, ?de contradicción? o ?de desconcierto?, ?comportamientos contradictorios? o ?paradójicos?.
El caso de la palabra ?autismo? es distinto, puesto que es un término que en su primera acepción original no define estrictamente una enfermedad, sino un talante o un comportamiento personal no necesariamente patológico."