LA VANGUARDIA
"Los efectos y las causas", copyright La Vanguardia, 22/07/2001
"Una lectora, Maria Antònia Sala, llamó por teléfono al defensor el pasado 12 de julio para manifestar la inquietud que le había provocado ver en la primera página de la sección Vivir de aquel día la información titulada ?Más violencia en los robos?.
Mi comunicante reconoce el interés preventivo de este trabajo periodístico, pero hace una pregunta: ?no darán más ideas a los aprendices de delincuente los dibujos y explicaciones sobre cómo se roba con estrangulamiento y con disolventes? Después de ella, otros lectores me han confiado dudas sobre los efectos de estas iniciativas periodísticas dirigidas, por el contrario, a reforzar la defensa personal frente a la delincuencia.
El tratamiento que dio La Vanguardia a este tema muestra las posibilidades de un periodismo de servicios, de prevención cívica, de información cautelar en favor de las personas. Las informaciones sobre delincuencia tienen este valor adicional. En la selección de noticias sobre hechos negativos concurren muchos criterios de diversa índole. Uno de ellos, concretamente, es el de tensar los resortes de la alerta personal.
Este efecto lo describió el profesor holandés Teun A. Van Dijk en 1980, en La noticia como discurso (Paidós, Barcelona, 1990. págs. 178 y 179), al ponderar que entre los motivos que tiene el público para conocer comportamientos negativos está el de acopiar información preventiva. En 1993, el profesor francés Pierre Oléron abundó en el mismo fenómeno al explicar que las malas noticias son disuasorias y obligan a extremar las precauciones (L’argumentation, PUF, París, 1993, páginas 65 y 66).
Desde esta perspectiva es positivo explicar lo negativo con un tratamiento explícito. Todo tratamiento, sin embargo, tiene contraindicaciones o efectos secundarios que requieren atención. Entre estos efectos está el temor a que la información preventiva incluida en la prensa estimule prácticas delictivas. Este efecto no pesa mucho en este caso. Los aprendices de caco no leen diarios. Por otra parte, sostener que las noticias periodísticas son la causa de los hechos que se narran sería casi tan audaz como concebir, fuera del ámbito de la metafísica, que los efectos pueden preceder a las causas. La información es el efecto, no la causa.
El pleito por la gata que un funcionario del Ayuntamiento de Calella colgó de una cañería durante cuarenta minutos después de clavarle un arpón de pesca en el vientre tiene consecuencias. Una sentencia de la juez de Arenys de Mar absolvió al autor del hecho. El matrimonio que cuida a este animal dirige ahora su protesta contra un veterinario que emitió un informe.
Lo explicó el periodista Joaquim Roglan en la crónica de la página 2 de Vivir del domingo 8 de julio. El decano del Collegi Oficial de Veterinaris de Barcelona, Francesc Monné i Orga, ha enviado una carta al defensor, fechada el viernes día 13, para expresar ?nuestro enérgico rechazo al tratamiento de la información contenida en la crónica ?El precio de una gata??.
Dice al final de la carta: ?Nos parece sumamente injusto que el señor Columbrí (dueño de la gata) no quiera asumir que son las leyes de este país las responsables del mal trago por el que está pasando, y que a cambio exija el castigo de un veterinario que hizo todo lo que pudo, y lo consiguió, para salvar la vida de su gata arponeada?. Y añade: ?Pero nos parece más grave aún que medios de comunicación como es el suyo no ejerzan un principio fundamental del periodismo como es ofrecer una información contrastada y lo más rigurosa posible y prefieran inclinarse por un tratamiento ?humano? mal entendido y, sobre todo, sesgado?.
Lo más grave, según esta carta, es la información sobre el pleito, no el pleito en sí, el hecho que lo motiva y sus consecuencias. Es oportuno recordar una vez más la obviedad de que la información es siempre sólo el efecto, nunca la causa, de los hechos. Por otra parte, no existen medidas objetivas y exactas para valorar la mayor o menor gravedad de las decisiones humanas.
En cualquier caso, defender a todos los lectores, y no a un solo lector o a una corporación, consiste principalmente en velar por la libre circulación de información, incluida la relativa a realidades aparentemente instrascendentes pero que tienen relevancia por su excepcionalidad y su interés humano, sensible, emocional, sentimental. Pero toda información debe ajustarse a unas reglas profesionales y éticas.
El decano Monné formula una queja: la crónica sobre el pleito de la gata conculca el principio ético del ?contraste de opiniones entre los diversos protagonistas de una noticia?. Roglan vio la sentencia y habló con el matrimonio que cuida la gata. Le requiero a que de más explicaciones. Contesta: ?No cité la opinión de ninguna de las partes. Me basé en documentos oficiales y firmados. Había una sentencia judicial firme, una sanción administrativa, cartas de solidaridad con los dueños del animal, facturas por su cura y un texto del Collegi de Veterinaris que admitía un ?vacío legal? y así se citó. Hasta entonces, el ente colegial no había hecho público ningún documento ni declaración oficial en defensa del colegiado que firmó un informe que luego no ratificó en el juicio, por lo que su validez era nula, según dice la sentencia. Una vez publicada la crónica, el Collegi de Veterinaris exigió dar su versión y se le ofreció recogerla en una nueva crónica, siempre que fuese su posición oficial, cosa que rechazó y optó por acudir al Defensor del Lector. El cronista consideró que no debía repetir un juicio paralelo sobre hechos sentenciados y reunir a todas las partes como pretendía el decano de los veterinarios?."