LA VANGUARDIA
"Una carta que era falsa", copyright La Vanguardia, 20/1/02
"Las cartas que envían los lectores a La Vanguardia con el propósito de que les sean publicadas son, no cabe duda, la principal vía de participación ciudadana, espontánea y personal, en los contenidos del diario. Son, por lo tanto, uno de los más importantes activos de este diario que dentro de doce días cumplirá 121 años.
Por esta razón son frecuentes las crónicas de defensor del lector que contienen orientaciones, advertencias o conclusiones sobre el tratamiento que debe dispensarse a esta categoría de originales que llegan a la Redacción destinados, en el formato actual, a tres secciones distintas del diario.
Está en primer lugar la abundante correspondencia dirigida a la sección ?Cartas de los lectores?, uno de los espacios de Opinión más leídos, y con una más larga y prestigiosa tradición en la historia de este diario. Llegan también cartas, de extensión mucho más breve, destinadas por sus remitentes al apartado ?Los lectores opinan?, que tiene su espacio en la segunda página de la sección ?Vivir?. El tercer tipo de cartas abiertas son las que recibo en mi condición de defensor del lector de La Vanguardia.
El tratamiento de todas estas cartas tiene que ser diligente, atento y escrupuloso. He recordado en diversas ocasiones las instrucciones dadas en este sentido por la dirección del diario. Destaca entre ellas, por su carácter fundamental, la necesidad de que las personas encargadas profesionalmente como periodistas de seleccionarlas y editarlas extremen tres tipos de medidas encaminadas a salvaguardar los derechos de las personas.
Siempre es oportuno recordarlas: medidas para la protección de la intimidad de quienes nos escriben; medidas que impidan la difusión de textos que atenten contra la ética o contra los derechos de las personas; y medidas que aseguren que no existe suplantación de personalidad ni datos falsos de identificación de los autores de las cartas remitidas para su publicación.
En algún momento, afortunadamente muy excepcional, falló determinado resorte de control de las cartas. Un caso, ya lejano en el tiempo, que ha sido instado ahora ante el defensor del lector, es el de una carta difamatoria en la que, además, figuraban datos de autoría que resultaron ser falsos.
Es la carta publicada el 2 de octubre del 2000 en el apartado ?Los lectores opinan? (parte inferior de la página 2 de la sección ?Vivir?). En ella se difamaba a la joyería Coma Casajuana. Además, al pie del escrito figuraban un nombre y un apellido que resultaron ser falsos. En el original de la carta aparece un número de DNI, que no corresponde al nombre y apellido aportados, y un domicilio inexistente.
Al día siguiente (3 de octubre) La Vanguardia cumplió con el deber de rectificar, a cuyo derecho, regulado por la ley orgánica de 26 de marzo de 1984, se había acogido por escrito el titular de la joyería aludida.
Se habían cometido dos faltas por negligencia en la práctica profesional. La primera, publicar una carta difamatoria en la que se aludía expresamente a un negocio regentado por un profesional, del cual se citaban sus apellidos y domicilio. La segunda, no comprobar la identidad de quien aparecía como firmante de la carta.
Se trata, evidentemente, de un caso excepcional, acaecido hace ya quince meses. Se reforzaron nuevamente, como es lógico, las medidas de control sobre este tipo de originales. No tendría sentido exigir datos de identificación de los autores de las cartas enviadas al diario para su publicación si después no se aplicaran cuidadosamente las medidas que ha dictado la dirección con el objetivo de proteger los derechos personales de los lectores que nos escriben y de verificar la autenticidad de los datos.
Un título equívoco motivó una carta del lector José Alberich Corts. Reza así la frase dudosa: ?Cataluña se despierta inquieta de la nevada? (17 de diciembre). Pregunta si no era más correcto escribir: ?Cataluña se despierta inquieta por la nevada?.
La sección de Edición alega: ?El título es correcto, pero cabe reconocer que puede ser mal interpretado en una lectura rápida. El lector puede entender que la nevada, acontecida durante la noche, provoca desasosiego en los catalanes cuando la descubren al despertarse. Entonces se llega a la conclusión de que la preposición ?de? es incorrecta y que la correcta es ?por?. Pero la nevada no ocurrió mientras dormíamos, sino que empezó a plena luz del día. La frase contiene un elemento figurado: compara la nevada con un estado de ensueño. En muchas partes de Cataluña, por su infrecuencia y por su belleza plástica, la nevada sumió a muchos ciudadanos en una ilusión, acentuada por la proximidad de las fiestas navideñas. Fue al pasar ese efecto cuando muchos se apercibieron de todos los problemas acaecidos. De ahí la inquietud al despertar de la nevada?.
La grafía de los topónimos vascos es abordada en una carta del lector Miquel Botella Armengou. Inquiere por qué Getxo se castellaniza como ?Guecho? en ?La Vanguardia?. Dice: ?Si exigimos respeto por los topónimos catalanes, ?por qué no hacer lo mismo con los vascos??. Pregunto a Edición.
Respuesta: ?La sección de Edición trabaja en la nueva versión del libro de estilo. Los cambios lingüísticos reflejan una sociedad cambiante y el periodismo atiende más a lo social, político y económico que a razones gramaticales. Nuestra sección adapta paulatinamente el modelo lingüístico a la realidad. El libro en ciernes pretende modificar y actualizar muchas normas que han quedado caducas. Los topónimos vascos y gallegos tendrán su capítulo correspondiente?."