LA VANGUARDIA
"También nos importan los matices", copyright La Vanguardia, 14/7/02
"?El matiz es importante?, insiste algún lector cuando dialogamos sobre aspectos del contenido del diario que han llamado su atención. El matiz es importante. Veamos unos casos recientes sobre matices que he reunido en la crónica de hoy.
A finales del pasado mes de junio el lector Guillermo Sánchez dirigió una carta al defensor a propósito de una información de Xavi Ayén titulada ?Marea negra en las librerías? y relativa a la irrupción en el mercado editorial de una nueva generación de autores policiacos. Es un trabajo periodístico que abría la sección de Cultura (página 41) del miércoles 19 de junio del 2002.
Extraigo de la citada carta del lector Guillermo Sánchez, de Barcelona, el fragmento más concreto y sustancial: ?Especialmente llama la atención el apartado ?norteamericanos?, en que se habla de unos supuestos ?seguidores? de James Ellroy y Raymond Chandler -por este orden además-, como si hubiera la menor relación entre Chandler (muerto en 1959) y Ellroy, un escritor de la última hornada. Y cuando en todo caso, el otro gran clásico del género policiaco, junto con Chandler, es Dashiell Hammet, fallecido en 1961?.
Añade en su carta el lector Guillermo Sánchez: ?También llama poderosamente la atención que entre los presuntos seguidores de Ellroy (nacido en 1948 y que no empezó a escribir hasta bien avanzados los 80) se incluyan a una serie de autores mayores que él y de los que, por ejemplo, Donald Westlake, nacido en 1933, prácticamente había escrito toda su obra cuando Ellroy aún no había pensado en publicar nada?.
Extraigo también fragmentos de la respuesta dada por el periodista Xavi Ayén a requerimiento del defensor del lector de ?La Vanguardia?: ?La versión inicial de este artículo era cuatro veces más amplia y en ella no se ofrecía ninguna duda sobre quién podía ser considerado seguidor de quién, y en qué sentido. Acepto la crítica del lector en el sentido de que, en la literalidad del texto publicado, tras un precipitado corte de líneas, un lector que jamás hubiera leído una novela negra pudiera entender que los meto a todos en el mismo saco, pero me parece exagerado deducir del texto publicado que yo digo las barbaridades que se me atribuyen?.
La reducción de un texto, operación muy habitual en las tareas de redacción periodística, no debería suponer una merma de la precisión expresiva. Cabe mantener el rigor a pesar de las dificultades de esta operación, acentuadas casi siempre por las urgencias en el cierre de páginas. Ayén lo admite: ?Hubiera sido, en cualquier caso, más afortunada la expresión ?en la línea de? en vez de ?seguidores de?. Sobre si unos u otros autores son ?seguidores? o no de Ellroy, Carver, Chandler o Hammett, no me refería a un sentido cronológico, sino que comparaba la manera contextual (social, psicológica…) y urbana de afrontar los asesinatos por parte de estos autores (nacidos en diferentes épocas) con la clásica de ?enigma-que-debe-ser-resuelto?, más propia de Agatha Christie, para entendernos?.
Nadie es infalible, pero tampoco lo es el sistema de frenado de los coches. Un artículo publicado en el suplemento ?Escape? correspondiente a ?La Vanguardia? del domingo 23 de junio de este año (página 6) contenía una afirmación que parecía proclamar una fe ciega en esa parte cardinal de la mecánica de los automóviles.
El lector Jordi Monsech, de Cabrils, advirtió al defensor que en un recuadro de aquel artículo aparecía el siguiente comentario referido al modelo Volvo 140, de 1966: ?Este modelo montaba un infalible sistema de frenos con doble circuito?.
El lector formula en su carta estas observaciones: ?No conozco la infalibilidad en el hombre ni en su obra. De ser el caso, el asunto trasciende la pura tecnología para entrar en el tratamiento filosófico que, en el caso de la teología, supondría una verdadera revolución?. Le asiste toda la razón, y así lo comparte también Francesc Pla, desde la dirección del suplemento ?Escape?. Admite que ?infalible? es un adjetivo no apropiado.
Los frenos no son infalibles, por supuesto. Tampoco lo es la oportunidad humana de accionarlos, tanto en el caso de los frenos en sentido estricto como en el metafórico. Un riesgo del periodismo es que la necesidad de describir con vigor nos impida frenar a tiempo para no topar con la hipérbole ?infalible? o con un uso abusivo del sentido figurado.
Don Quijote no topó con la Iglesia, nos recuerda el lector Leopoldo Alonso, de Barcelona. Se refiere, en su carta, a la frase ?con la Iglesia hemos topado?, que vio citada en un artículo del diario. Matiza el lector: ?Esta frase que todos hemos usado alguna vez no la puso nunca Cervantes en labios de Don Quijote. Lo que Don Quijote dice es: ?Con la Iglesia hemos dado, Sancho? (II-9)?.
La frase la pronuncia el personaje al conocer que no habían encontrado un alcázar, sino la Iglesia principal del pueblo visitado.
Que los lectores exijan al diario una mayor atención a los matices de la expresión es un indicio de sensibilidad cultural superior. Obliga a que los periodistas mejoremos constantemente nuestra labor.
Tener lectores que formulan este tipo de observaciones es un privilegio que ?La Vanguardia? comparte con otras instituciones periodísticas cuyo prestigio renovado hinca sus raíces en la historia de una sociedad culta, como son ?The Times? o ?Le Monde?.
La exigencia del rigor forma parte de los vigorosos vínculos emocionales que los lectores tienden con los diarios arraigados en sus historias personales y familiares."