Saturday, 28 de December de 2024 ISSN 1519-7670 - Ano 24 - nº 1319

Josep Maria Casasús

LA VANGUARDIA

"Que no se malogre la función publicitária", copyright La Vanguardia, 2/3/03

"El pasado sábado, 22 de febrero, atendí la llamada telefónica del lector Francesc Company Martorell, de Cardedeu, que expuso las razones que transcribo literalmente: ??La Vanguardia? ha insertado hoy un folleto publicitario del Partido Popular que choca con la línea mantenida por el diario en esta situación, tanto en los editoriales como por la mayoría de articulistas. El contenido de esa publicidad es una apología de la intervención armada en Iraq. No me parece que ?La Vanguardia? tenga que ser portadora de mensajes y propaganda del PP. Atenta contra nuestra libertad?.

Aquel mismo día recibí otra llamada de protesta ?en este caso anónima? contra el citado encarte publicitario, y durante esta semana se han recibido cartas en las que otros lectores, como Luis Serrano Pérez, desde Sabadell, y Christian Rey, por vía electrónica, manifiestan su indignación por la inclusión de esta publicidad en el diario.

La lectora Ana Fibla reconoce de entrada que hasta la fecha no había tenido ninguna queja contra ?La Vanguardia?, y opina textualmente: ?Me parece un abuso que se obligue a los lectores de su periódico a estar expuestos a propaganda política?.

Es legítima la discrepancia con el contenido propagandístico de anuncios y cuadernillos publicitarios de partidos políticos. Ocurre, por supuesto, en las campañas electorales, y ha ocurrido excepcionalmente en esta ocasión. En consecuencia, es lógico en este caso que algunos lectores se sientan defraudados, aunque se admite que los recursos publicitarios contribuyen precisamente a asegurar la independencia del diario.

La publicidad, por su carácter de fuente de ingresos plurales, es una de las garantías de la independencia del diario, un valor que aprecian todos los lectores de prensa.

La publicidad, por otra parte, forma parte de los servicios que presta ?La Vanguardia? a los lectores desde su fundación hace ahora 122 años.

Así figura en uno de los principios editoriales proclamados en el Estatuto de Redacción que está en vigor desde el 22 de octubre de 2001: ?La identificación de ?La Vanguardia? con el periodismo de servicio y su desarrollo como tal se complementa con su tradición como soporte publicitario de gran peso específico en su ámbito de influencia, consolidado sobre una amplia base de suscriptores, lectores y anunciantes que, en conjunto, forman su principal activo social y los fundamentos indispensables de su independencia y su propia existencia?.

Es obvio que la línea ideológica de ?La Vanguardia? es únicamente aquella que se expresa en los artículos editoriales. Es obvio también que el resto de contenidos de opinión periodística o publicitaria no son necesariamente compartidos por el diario.

Cualquier partido político es libre de incluir publicidad ?si está claramente identificada como tal? en los medios de comunicación. Existe una limitación, por supuesto, en los contenidos: impedir que se atente contra derechos fundamentales. Entre ellos está justamente el de la libertad de expresión.

Normas sobre publicidad

Otro principio que figura en el Estatuto de Redacción es el siguiente: ?La publicidad estará claramente diferenciada de la información?.

Este principio no se infringió en el caso del folleto del PP. No está tan claro, en cambio, en otro caso que ha motivado recientemente quejas razonables de lectores.

Se trata del cuadernillo ?Mil?lennium?, encartado en ?La Vanguardia? del pasado 12 de febrero con una simple indicación en su portada (la locución ?Temas Monográficos?) que es insuficiente para advertir de la naturaleza publicitaria del contenido.

El lector Vicente Navarro, de Barcelona, llamó aquel día para quejarse, y en días posteriores se han recibido cartas de protesta.

El sábado 15 de febrero el lector Francisco García Navarro, de Barcelona, exponía sustancialmente lo siguiente en un correo electrónico: ?Este monográfico me parece inadmisible en un periódico de la categoría de ?La Vanguardia?. Parece una vuelta a la edad media: brujas, pócimas, amuletos, curanderos, adivinos… ?Cómo puede ser que un periódico que suele dar buenas informaciones científicas se preste a hacer publicidad de semejante corte de los milagros? Supongo que se trata de páginas pagadas por los que en ellas aparecen, pero creo que sería necesario ponerlo de manifiesto ya que parece un suplemento de los que habitualmente se publican. También en el suplemento de salud suelen aparecer informaciones sobre pseudomedicinas que no tienen ninguna validez científica. Creo que deberían asesorarse con los excelentes colaboradores científicos que tienen antes de prestar credibilidad a ciertas prácticas pseudomédicas?.

En aquel cuadernillo publicitario titulado ?Mil?lennium? concurrían distorsiones de presentación y contenido. En cuanto a presentación, simulaba formas propias del tratamiento periodístico. Un lector preguntó con ironía si el diario había cambiado de director puesto que en la página 2 de ese encarte hay un texto encabezado por la palabra ?Editorial? y firmado por Sebastián d’Arbó.

Su contenido es obvio que quebranta las normas más elementales del periodismo.

La función publicitaria, que también cumple ?La Vanguardia? además de la periodística, es un servicio que no debe malograrse desvirtuando las normas de la prensa. La publicidad es parte integrante de la esencia de un diario. Sin publicidad no hay prensa libre y de calidad. Pero la publicidad sólo puede prosperar si respeta la función periodística, sin coartarla ni adulterarla."