Sunday, 24 de November de 2024 ISSN 1519-7670 - Ano 24 - nº 1315

Tomás Delclòs

“Un día después de que se hiciera pública la condena, conocida el 21 de agosto, de 35 años de prisión y expulsión del Ejército, por la filtración de documentos diplomáticos y militares al portal Wikileaks, Manning, a través de su abogado, dio a conocer que ‘en mi proceso de transición hacia la siguiente fase de mi vida quiero que todo el mundo sepa quién soy en realidad. Soy Chelsea Manning. Soy una mujer. Dado cómo me siento ahora y cómo me he sentido desde mi infancia. Quiero comenzar la terapia hormonal tan pronto como sea posible. También pido que a partir de ahora se dirijan a mí empleando el pronombre femenino (salvo en el correo oficial remitido al centro penitenciario)’. Firmaba el comunicado como Chelsea E. Manning. Su abogado precisó días después que la inicial E. correspondía al nombre de Elizabeth, en lugar del de Edward.

Inmediatamente, en la prensa estadounidense se planteó de qué manera nombrar a esta persona, cuya notoriedad estaba vinculada al nombre de Bradley y con tratamiento masculino. La agencia AP reaccionaba el mismo día con una nota en la que recordaba su guía de estilo y aplazaba una decisión definitiva hasta cerciorarse de la veracidad del comunicado. De todas formas, esta primera nota ya anticipaba la decisión que iba a tomar en la medida que la mencionada guía establece que debe usarse el tratamiento de género preferido por las personas que han adquirido el aspecto físico del sexo opuesto o se presentan ellas mismas de una forma que no corresponde a su sexo de nacimiento (si esa preferencia no se ha expresado, usan el pronombre, masculino o femenino, que mejor se ajusta a la forma en que la persona vive públicamente). El día 26 de agosto, la agencia comunicaba que usaría Chelsea E. Manning y los pronombres femeninos, ‘de acuerdo con sus deseos de vivir como una mujer’.

Huffington Post publicaba el 22 de agosto una información de Reuters sobre el comunicado de Manning y añadía una nota final en la que aclaraba que había cambiado los pronombres masculinos por los femeninos para respetar la voluntad de Manning. El responsable de la edición digital de The Washington Post se mostraba partidario de mantener el pronombre masculino ‘para describir a Manning, por ahora’, pero no descartaba revisar este criterio, que defendía debido a que ‘el nombre de Bradley Manning tiene una fuerte identificación para nuestros lectores’ porque es una figura pública muy visible. Sin embargo, en noticias reproducidas de AP respeta el tratamiento femenino. Menos dudas manifestaba The Washington Times, que despachaba la ‘ridícula’ cuestión como un problema psiquiátrico del personaje a quien continuará tratando como hombre. En general, la prensa conservadora estadounidense, como señalaba MSNBC (en un artículo titulado ‘¿Quién llama todavía Chelsea Manning ‘él’?’), no únicamente es reticente a modificar el tratamiento. También lo es al cambio de sexo. Slate, el día 22, titulaba de forma programática la noticia del anuncio: ‘Bradley Manning es ahora Chelsea Manning. La prensa debería empezar a usar los pronombres femeninos inmediatamente’.

No todo fue tan rápido. Algunos medios reseñaban, como ejemplo de la incomodidad que generaba la transición, un titular de The Washington Post sobre una información de Reuters el 22 que inicialmente decía: ‘Manning says is female…’. Una corrección gramatical del mismo complicó las cosas al introducir el pronombre masculino ‘he’ en un baile dubitativo: ‘Manning says he is female…’. En The New York Times, una pieza fue dedicada al tratamiento informativo del cambio de género. En la misma, un responsable del periódico teorizaba que el criterio del medio es respetar la voluntad de las personas, pero, en este caso, consideraba que un cambio repentino de nombre y género crearía confusión entre los lectores al tratarse de una persona que está en el centro de un gran despliegue informativo. No se trata, proseguía, de una decisión política, se trata de atender a los lectores. La defensora del lector del diario, por el contrario, se mostraba partidaria de respetar la voluntad de Manning. La directora del diario, Jill Abramson, en un debate en la Asociación de Periodistas Gays y Lesbianas, anunciaba el 26 de agosto un cambio de criterio que se comunicó públicamente al día siguiente. La Wikipedia en inglés, otro ejemplo, también adoptó el género femenino. Un portavoz de la radio pública estadounidense anunció inicialmente que sus emisoras mantendrían el tratamiento masculino hasta que el deseo manifestado por Manning se reflejara en un cambio físico. Mantuvo esta posición unas pocas horas. En un comunicado, explicaba que su criterio había evolucionado y que habían sido convencidos por quienes les planteaban la necesidad de repensar su decisión. Introducía la cautela de recordar el nombre anterior de Manning, una aclaración cuya necesidad, afirmaba, se desvanecerá con el tiempo.

Este diario, a partir de ahora, dará a Chelsea tratamiento de mujer

Mientras varios de los principales diarios anglosajones han adoptado este criterio, en otras zonas la cuestión no ha provocado un debate similar. En Francia muchos diarios mantienen el masculino y, a veces, por ejemplo en Le Monde, aparece una fórmula salomónica: Chelsea-Bradley Manning. La publicación en septiembre por EL PAÍS de una información posterior al anuncio de Manning, en el que, tras recordar su comunicado, se mantenía el tratamiento masculino, ha suscitado la queja de la Asociación de Lesbianas, Gays, Transexuales, Bisexuales y Queers de la Universidad Complutense de Madrid, RQTR. ‘En este artículo, la soldado Chelsea Manning es tratada constantemente como un hombre, como si fuera necesario el cambio de sexo para poder ser tratada como una mujer —como aquello que se siente y es—. Si bien Manning no va a leer este artículo, personas trans vemos todos los días cómo se nos niega nuestras identidades en base a criterios que ni son los mismos ni están claros. (…) Entiendo que la formación en temas de género parece a muchas personas algo marginal, banal o confuso. Pero para nosotros/as es importante. Y más si son las representaciones que llegan a millones de personas. Así que, desde nuestra asociación, os proponemos no que investiguéis sobre género y sexualidad —que estaría muy bien, para sensibilizarse y no meter la pata—, sino, para empezar, que dejéis que nosotros/as decidamos nuestros pronombres y nuestro nombre. Tan fácil como eso. De tal modo que en el momento que Bradley se pasa a llamar Chelsea, sea Chelsea Manning (más la explicación oportuna para no perder al lector, si hiciera falta)’.

Las autoridades de la prisión han declarado que Manning tendrá que cambiar su nombre legalmente para poder ser citada como Chelsea. Aunque el abogado de Manning ha precisado que en los trámites oficiales deberá seguir empleando el nombre de Bradley, es razonable que los medios respeten su voluntad (ya en 2010, Manning manifestó que se sentía mujer). Y así lo hará a partir de ahora EL PAÍS. Según me comunicó la dirección ayer, el diario deberá referirse a ella como Chelsea Manning e incorporar el tratamiento de género femenino, independientemente de que se recuerde su pasado como Bradley.”