“Algunas imágenes avasallan emitiendo una constelación de mensajes no siempre conscientemente controlables. Y aunque el texto informativo en el que se inscriben puede acotar su sentido, su poder, la pluralidad de lecturas que puede albergar, hace que ante una misma ilustración se defiendan interpretaciones distintas, incluso opuestas. Eso ha ocurrido con un artículo de SModa del 23 de noviembre, titulado ‘La sala de despiece femenina’ sobre ‘páginas sensacionalistas’ donde se descuartizan y etiquetan partes del cuerpo femenino que el éxito de ciertas prendas con aberturas indiscretas han vuelto visibles, explica el artículo. El reproche de lectores no se dirige tanto al texto como a la ilustración de la página. La imagen de un cerdo, con partes de su cuerpo marcadas y numeradas, se parangona con la imagen de un cuerpo femenino (de frente y de espaldas) que también presenta algunas zonas señaladas y numeradas.
Ángel María Pascual escribió manifestando que se sentía ofendido. ‘No me digan que se trata de una información sobre cómo aparece la imagen femenina en la red en páginas sensacionalistas, pues tal como aparece en su suplemento, no puedo dejar de pensar que ustedes también entran en el juego de la cosificación, peor, animalización de la mujer. Parece que hay un atisbo de crítica hacia esa imagen en la Red, pero es sólo un atisbo, ya que, repito, no se puede atacar la misoginia (si es que se ataca) utilizando sus mismos métodos. ¿Cuándo un periodista, un director o quien corresponda realizará una autocrítica?, mejor ¿cuándo se darán cuenta que están vertiendo algo que parece natural, normal o lo que sea, cuando no es más que una desvalorización, la humillación de la mitad del género humano? Este artículo sería suficiente para dejar de leer el diario’.
Por su parte, José Luis Pérez, señala que los dibujos ‘son parecidos al despiece de un animal de consumo humano’ y subraya que, en medio, aparece, la imagen de un cerdo. El lector añade otras consideraciones. ‘De entrada, creo que el título no es nada adecuado a la realidad que muchas mujeres en España están viviendo con agresiones y muertes, especialmente la semana pasada cuando una mujer en Ciudad Real fue descuartizada por su pareja. La coincidencia es asombrosa. Pero el reportaje me parece inadecuado para las mujeres y hombres que luchamos por la igualdad de género y la erradicación de la violencia contra cualquier ser humano (…) Un periódico serio como EL PAÍS debería cuidar más las informaciones sobre el cuerpo femenino y sobre las mujeres, en general, para evitar informaciones de este tipo y aplicar los protocolos que existen sobre violencia de género en la prensa escrita’.
Trasladé estos mensajes a la responsable de la revista, Empar Prieto, quien manifestó su sorpresa por la reacción negativa que ha suscitado la imagen, ‘llegando incluso a interpretar de manera errónea dicha información’. Según Prieto, ‘el tema del artículo se posiciona claramente en contra de la clasificación ofensiva que en diversos medios digitales se está haciendo del cuerpo de las mujeres, y que remite a un despiece nominativo y ciertamente despiadado de sus partes. Por desgracia, en un momento en que la violencia de género no cesa de encontrar renovadas formas de expresión, que más allá de la violencia física pasan por maneras encubiertas de ejercerla psicológicamente, nos pareció oportuno publicar en la revista el último fenómeno que hemos estado detectando en la Red: una ‘etiquetación’ pormenorizada y despectiva de la anatomía femenina que jamás habíamos visto antes’. Tras señalar que el subtítulo no admite ambigüedad (‘La misoginia ataca de nuevo nuestro cuerpo’), destaca que el texto finaliza alertando de que la nueva nomenclatura y sus neologismos ‘generan ansiedad y minan la autoestima de las adolescentes en la Red’. Y defiende tratar el tema ante la existencia de estudios que advierten ‘que no solo el machismo entre las nuevas generaciones parece ir en aumento, sino que las nuevas tecnologías están resultando ser un aliado en estas prácticas’. ‘Para ilustrar la información gráficamente’, prosigue, ‘queríamos utilizar una imagen de impacto, que sirviera para la concienciación de un verdadero problema y que nos pusiera en alerta sobre ello, a nosotras, a las mujeres. Leer hoy un titular sobre violencia machista más o menos explícito no es ninguna novedad, lamentablemente, se ha convertido, en línea con tantos otros problemas endémicos de nuestra sociedad, en algo demasiado habitual en los medios (…) El buscar un paralelismo entre la imagen de las partes de un cerdo y de la que, desde algunos canales, se quiere dar de la anatomía femenina, tiene que servirnos para pensar en cuán denigrante puede llegar a ser y en la alarma que debe suscitar, por poco que parezca, cualquier comentario mordaz o clasificatorio aquí y allá, que tenga que ver con nuestro cuerpo. De ninguna manera podemos dejar que se nos compare con un animal, cosa que naturalmente nos vino a la mente al analizar algunas de estas informaciones’. Y termina destacando que ‘SModa es una publicación femenina, hecha por mujeres y pensada por y para nosotras. A través de la moda y de la belleza hablamos de valores como la autoestima, la expresión personal, la evolución e independencia de la mujer. No tendría ningún sentido en nuestra filosofía hacer apología de un fenómeno que nos denigra’.
De la misma manera que no hay dudas de la intención crítica del artículo, también son explicables las interpretaciones que han hecho algunos lectores de la ilustración y que motivan su queja. La polisemia que anida en una imagen, de la fuerza visual de este caso, no siempre se logra acotar totalmente con el texto.
La polisemia que anida en una imagen no siempre se logra acotar
Las imágenes no son una mera ilustración subsidiaria de un artículo, también proyectan sus propios mensajes y, a veces, puede leerse que, algunos no deseados, ganan la partida.
Otro uso polémico de una imagen, en este caso una foto, se dio en la portada de la edición digital en la noticia sobre la intención, finalmente corregida, del ministro de Educación de suprimir becas Erasmus a mitad de curso. Unas becas que el propio texto informativo definía como ‘un prestigioso y exitoso programa de movilidad de estudiantes de educación superior entre los países europeos’. Sin embargo, la foto inicialmente seleccionada fue la de unos estudiantes brindando con jarras de cerveza de notable tamaño. La imagen suscitó polémica en los propios comentarios de la noticia. Había quienes criticaban el mensaje que introducía, que parecía justificar la supresión de ayudas, y quienes la veían como una ‘prueba’ de la dedicación de los estudiantes becados.
Pablo Faura remitió una reflexión sobre de qué manera la imagen desvirtuaba las quejas sobre este repentino tijeretazo. ‘Lo cierto es que esta foto contribuye a perpetuar un estereotipo que, no por injusto, se encuentra menos asentado en la sociedad y en los medios de comunicación. Hablo concretamente del que identifica el programa Erasmus con fiesta y alcohol y lo reduce a turismo universitario gracias al cual los participantes tienen oportunidad de disfrutar de prácticamente un año sabático, estudiando poco y dedicándose fundamentalmente al ocio nocturno. Esta imagen, no obstante, no se corresponde con la realidad. El Programa Erasmus ha facilitado el acceso a universidades extranjeras a decenas de miles de jóvenes, algo que antes de su implantación estaba reservado únicamente a un sector social muy reducido de alto potencial económico, y es muy bien valorado por las empresas a la hora de buscar trabajo. Asimismo, más allá de casos particulares, no resulta cierto el tópico de que en Erasmus el nivel de exigencia sea menor’. La imagen se cambió a iniciativa de la propia redacción.”