Una crónica sobre la visita a Madrid del maestro zen Thich Nhat Hanh ha suscitado la crítica de decenas de lectores por lo que consideran un acercamiento despectivo a sus postulados particularmente cuando sus reflexiones ascéticas se dirigen a auditorios de banqueros y ricos empresarios.
Otro punto que motiva el reproche de los lectores es que se deduzca del precio de las entradas a estas sesiones que se trata de un lucrativo negocio y no se explique el fin social (hay una cita, eso sí, a los centros infantiles que mantiene la organización en Vietnam) a que se destinan tales ingresos.
El título del reportaje, El loto y el euro, refleja la dicotomía en que insiste el artículo. En el mismo figuran dos subtítulos, uno subrayando su condición de pacifista con un destacado papel en la guerra de Vietnam y otro que afirma que “un gran negocio y miles de vocaciones se generan en torno al maestro zen Thich Nhat Hanh”.
En alguna de la cuarentena de cartas recibidas —algunas con idéntico texto, lo que demuestra que no todas son espontáneas— se critica la atención prestada al precio de las entradas y se alega que no se da igual trato a, por ejemplo, las visitas pastorales del Papa. “¿Acaso se describiría la visita del Papa a Madrid (subvencionada por el Gobierno al son de millones de euros) como un gran negocio?”, se pregunta en una de ellas. Es perfectamente comprensible atender informativamente a los costes e ingresos de un evento, aunque éste sea de carácter espiritual. Y así lo hizo este diario, por ejemplo, con la visita del papa Benedicto XVI en agosto de 2011 en un artículo titulado La visita del Papa no sale gratis donde se explicaba que el presupuesto oficial era de 50 millones de euros y las empresas patrocinadoras obtenían deducciones porque el Gobierno había declarado el evento de “excepcional interés público”. Que se hayan reflejado los precios de las entradas a las intervenciones de Thich Nhat Hanh es pertinente. Otra cosa es asociarlo a la existencia de un gran negocio.
Al margen de los costes de la organización, la mayoría de cartas insisten en subrayar que la comunidad tiene votos de pobreza y que los ingresos se destinan a trabajos asistenciales en las comunidades más desfavorecidas de Vietnam donde “tiene una red de mil escuelas-guardería para miles de hijos de trabajadores de plantaciones de café y té que viven en poblados donde no llega la red del Gobierno”. En periodismo, la mirada escéptica es higiénica, pero se queda en la insinuación si, como en este caso, no se detalla el destino de lo recaudado. No he encontrado documentación sobre un hipotético afán de lucro de la organización que lidera Thich Nhat Hanh.
El budismo “no es una cosmovisión negadora del mundo”
Es comprensible que se planteen preguntas sobre qué tipo de recepción recibe el mensaje del maestro zen en ámbitos cuya imagen está asociada al dinero y si ello puede suponer una adaptación de la doctrina al pensamiento occidental. Pero las preguntas que proponía el artículo no dejan resquicios: ¿una nueva cancamusa?, ¿esnobismo o espiritualización del capitalismo?, ¿cómo compatibilizar el enriquecimiento y el antimaterialismo de la meditación?, ¿qué nexos caben entre el ideal de vaciar nuestras mentes y la revolución digital que pretende llenarlas de información?
Sus giras internacionales por entornos empresariales han suscitado la atención de la prensa desde puntos de vista dispares sobre su impacto en tales ámbitos.
Algunas cartas, de miembros de esta comunidad que se declaran no creyentes, corrigen un dato de la crónica como que “sangha” se entienda como rezo (“nosotros no rezamos ni tenemos un dios al que servir y adorar”, escribe Juan Gregorio Hidalgo).
Trasladé estos reproches al autor del reportaje, Jerónimo Andreu. En su respuesta explica que “estas giras mueven mucho dinero y eso es innegable. En el artículo no se afirma en ningún momento que ese dinero sea para él ni para su entorno; esa idea no sólo no se formula, sino que tampoco se insinúa. Es una interpretación respecto a la que me siento absolutamente liberado de responsabilidad. El artículo versa sobre la visita a España de un señor que en los últimos tiempos ha alcanzado una gran proyección, entre otras cosas gracias a la visibilidad que le ha otorgado su relación con estamentos poderosos de la economía mundial”.
“El titular El loto y el euro”, prosigue, “me parece que resume bien esta idea y el debate en torno a las tensiones entre la práctica espiritual y la monetarización de las mismas. En ningún momento incluyo un solo comentario despectivo acerca del fondo de esas prácticas o creencias. Por otra parte, me alegro de no ser el único que se ha planteado ese debate: en un artículo de The Guardian, incluido entre los enlaces, y publicado un mes antes de mi reportaje, el titular es el siguiente: Thich Nhat Hanh: is mindfulness being corrupted by business and finance? (¿Está siendo corrompida la conciencia plena por los negocios y las finanzas?), y parece ser que a todo el mundo le pareció pertinente la reflexión. No quiero ni pensar lo que habría pasado si yo hubiese encabezado así el reportaje. En relación con esa misma idea, respecto a las preguntas entre las que se denomina la idea de “cancamusa” me veo forzado a repetir que en ningún caso se me plantean a mí, el periodista que ha escrito el artículo. En la frase anterior del reportaje se habla de la cobertura que han tenido en la prensa internacional las recientes andanzas del maestro y, a continuación, se enumeran algunas de las cuestiones que se han sugerido en esos artículos, tanto en el muy crítico de The Economist como en el de The Guardian anteriormente citado, ambos enlazados”.
Andreu subraya que durante el acto de Madrid se dedicaron muchos minutos a proponer la compra de libros y la participación en retiros así como a detalladas explicación sobre los productos que podían adquirirse a la salida del teatro, desde cedés, postales, inscripción en actividades, etcétera. “Que deba abstenerme de relatar lo que he presenciado en aras de un supuesto respeto creo que es harina de otro costal”. El artículo, comenta Andreu, no pretende resumir los principios fundamentales del budismo. “Para bien o para mal, mi texto era una crónica de una visita… y vendían cedés”.
¿Quién es Thich Nhat Hanh?. “Ser sencillo es muy complicado”, escribe Lola Rivas, quien admite que pueden discutirse los postulados, pero no se trata de charlas de gurús.
Según Juan José Tamayo, en su libro Fundamentalismos y diálogo entre religiones, “la imagen que suele tenerse del budismo, al menos en Occidente, es la de una cosmovisión ajena al mundo, más aún, negadora del mundo. Sus monjes serían personas despreocupadas por la política o la economía”. Pero, según el teólogo, no es así y una de las figuras que lo ejemplifica es Thich Nhat Hanh “que se opone al dualismo exterior-interior, subraya la continuidad entre uno y otro ámbitos y considera la paz en la propia vida como medio para la instauración de la paz en el mundo. El mundo, afirma, es nuestro yo ampliado. Por eso es necesario cuidarlo y activarlo”. Según Tamayo, su orden “aborda los problemas de la justicia y la paz sociales y sensibiliza a sus seguidores a contrastar su conducta con las necesidades de la comunidad”.
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Tomàs Delclós é ombudsman do El País