Thursday, 14 de November de 2024 ISSN 1519-7670 - Ano 24 - nº 1314

Carles Esteban

‘La aproximación periodística a acontecimientos de carácter histórico no siempre se salda con los resultados deseados. La inmediatez del texto periodístico, la necesidad, casi siempre, de escribirlo a vuelapluma, los encargos a última hora – más frecuentes de lo que los lectores puedan imaginarse y de lo que sería aconsejable-, o el manejo apresurado o incorrecto de fuentes documentales acostumbran a ser malos aliados a la hora de escribir sobre acontecimientos históricos o sobre cualquier tema. Evidentemente, no siempre es así, y hay numerosos ejemplos que confirman que el desafío puede resolverse satisfactoriamente. Los dos casos que nos ocupan hoy, si bien de diferente naturaleza, tienen en común que son textos periodísticos que tenían la pretensión de acercar al lector acontecimientos históricos de relieve, las reinas que ha tenido España y la batalla de Trafalgar.

El nacimiento de la hija del príncipe de Asturias y doña Letizia Ortiz, Leonor, ha tenido un protagonismo destacado en los medios de comunicación en los primeros días de la semana que hoy acaba. La infanta Leonor, cuando se lleve a cabo la reforma constitucional que elimine la discriminación de las mujeres de la familia real en la sucesión al trono, será algún día la primera en la línea de sucesión de su padre. En la edición del día 1 de noviembre, y bajo el título ‘Reinas por derecho propio’, la periodista Isabel Clarós realizaba un breve repaso a las biografías de las tres reinas y las dos reinas regentes que han existido en la historia de España, Isabel I la Católica y Juana I la Loca (quienes en realidad sólo fueron reinas de Castilla, aunque, por el matrimonio de la primera, vinculadas también a la Corona de Aragón), María Cristina de Nápoles (reina regente), Isabel II (hija de la anterior), y María Cristina de Habsburgo (reina regente y madre de Alfonso XIII). La lectora Julia del Campo Barón escribe al Defensor del Lector mostrando su decepción e indignación por el contenido de dicho texto, ‘pues acumula datos erróneos’. Se trata de una carta extensa y prolija, por lo que destacaré los aspectos más relevantes: ‘El nacimiento de Isabel la Católica mal pudo llenar de decepción a Juan II de Castilla – como dice el texto-, cuando éste ya tenía un heredero, Enrique IV, que sería quien le sucedería en el trono (…) Fernando e Isabel la Católica se casaron siendo ambos príncipes en 1469. Reinaba en Castilla Enrique IV (hermano de Isabel), que tenía sucesión en su hija Juana, mal llamada la Beltraneja, y en Aragón lo hacía Juan II, padre de Fernando’.

La lectora sigue su exposición señalando que el retrato que se hace de Juana I la Loca, hija de Isabel y Fernando, ‘es indignante’, y señala que el párrafo que dice ‘desatendió los asuntos de Estado para centrarse obsesivamente en lo que hacía su esposo, que regresó a Flandes’, es falso: ‘Felipe el Hermoso no regresó a Flandes, murió prematuramente en España y, velando sus restos, una esposa desconsolada y encinta cruzó media España con un enlutado cortejo para darle sepultura en Granada’. La lectora señala que el desencadenante de los trastornos mentales de doña Juana no fue su matrimonio de Estado con Felipe de Habsburgo – como dice el texto-, pues durante su larga estancia en Flandes, lugar en donde vivió y parió varios hijos, nunca en la corte se dijo nada acerca de su salud mental. El regreso a Castilla para hacerse cargo del reino a la muerte de su madre (Isabel la Católica), y las ambiciones desatadas de su padre y de su marido, y la posterior muerte súbita de éste, fueron lo que desestabilizó a la reina, sin olvidar la posterior reclusión en circunstancias lamentables mientras otros gobernaban en su nombre, primero su padre y después su hijo, Carlos I’.

Con respecto a la reina Isabel II el artículo decía que durante su reinado ‘muchas colonias españolas de América obtuvieron su independencia’, algo que según la comunicante no es cierto, y aporta los siguientes datos: ‘Argentina alcanzó la independencia en 1816, Chile en 1818, Colombia y Venezuela en 1819, México en 1821 y Bolivia en 1825, entre otros, todos ellos tras largas batallas iniciadas en unos casos en 1809, durante la invasión napoleónica. Si tenemos en cuenta que Isabel II nació en 1833, vemos que a su advenimiento al trono, en 1836 (con tres años como bien dice el texto, y no con diez como reza el pie de foto) poco imperio restaba por perder’. Julia del Campo pide que se subsane tanta desinformación. La periodista Isabel Clarós argumenta: ‘La lectora tiene razón sobre que nada justifica una información con datos erróneos, pero me gustaría que entendiera, aunque no tiene por qué compartirlo, que al producirse el nacimiento del hijo de los príncipes de Asturias con unas semanas de adelanto según las previsiones, en pleno puente festivo, con redactores de vacaciones, y al ser una niña, cuando todo parecía indicar que era un niño, nos cogió a todos un poco desprevenidos. Tengo que decir que el artículo no se hizo de memoria, sino consultando varias páginas web que hasta ahora creía que eran fiables en temas históricos. Reconozco que, por falta de tiempo, no se cotejaron los datos encontrados y pido disculpas a los lectores por ello’.

TRAFALGAR. El lector Jordi Bassó se dirige el Defensor del Lector mostrando su desconcierto por la disparidad en el balance de bajas de la batalla de Trafalgar que ofrecen las informaciones publicadas en La Vanguardia con motivo de la conmemoración del ducentésimo aniversario de tan trágico acontecimiento. En las ediciones de los días 21 y 22 de octubre se publicaron tres artículos y un gran gráfico sobre la famosa batalla naval que enfrentó a la armada franco-española y a la flota británica. Y en ellos se ofrecían hasta tres balances de víctimas diferentes. En el gráfico publicado el 21 de octubre en la sección de Cultura se ofrecía un resumen de las pérdidas humanas reseñando como bajas a 1.587 miembros de la flota británica y 16.000 de la flota franco-española. En el segundo artículo que se ofrecía en el mismo bloque informativo, el periodista Miguel Ángel Trenas, a propósito del último libro presentado sobre la batalla (El día de Trafalgar,del escritor y diplomático Julio Albi, publicado por Seix Barral), decía que según el autor del libro ‘Trafalgar es la crónica de 8.000 muertes anunciadas’. Al día siguiente, en una información publicada en Política sobre los actos conmemorativos celebrados en Cádiz, se incluía en la entradilla de la información el dato de que en ella murieron ‘cerca de 5.000 marineros españoles, británicos y franceses’. ¿Cuál es la cifra correcta?

El redactor jefe de Cultura, Llàtzer Moix, aporta su explicación al enigma: ‘El lector tiene razón al quejarse por la diversidad de cifras que aparece en el texto y en el gráfico. Este baile de cifras es parcialmente atribuible al concepto baja,que en ocasiones se considera como sinónimo de muerto, pero que en terminología militar incluye a muertos, heridos y prisioneros. Fuentes oficiales inglesas señalan que sus bajas ascendieron a 1.690, entre las que se contaron 449 muertos y 1.241 heridos. En el bando franco-español, se barajan distintas versiones, pero las cifras generalmente admitidas hablan de 4.755 muertos (1.256 españoles y 3.499 franceses) y de 2.379 heridos (1.241 españoles, y 1.138 franceses). En total, por tanto, más de 7.000 bajas en el bando aliado, entre muertos y heridos, a las que habría que añadir un número no precisado, aunque elevado, de prisioneros franceses (los prisioneros españoles fueron liberados un día después de la batalla y no se contabilizaron en ningún caso como bajas). Algunas fuentes británicas – como las citadas en el gráfico- hablan todavía de 16.000 bajas, pero generalmente se estima hoy que fueron menos. En cualquier caso, está claro que se deberían haber unificado las fuentes antes de dar la información por buena’.

Con respecto al tercer texto, publicado el día 22 de octubre en la sección de Política, la autora de la información, Carmen del Riego, explica que la cifra de casi 5.000 muertos entre los dos bandos contendientes fue extraída del discurso que el ministro de Defensa, José Bono, pronunció en el acto conmemorativo a bordo del portaaeronaves Príncipe de Asturias. Si nos atenemos a la explicación de Llàtzer Moix (449 muertos en el bando británico y 4.755 en el bando aliado, que sumarían 5.204 muertes), la cifra más cercana sería la ofrecida en el discurso del ministro, aunque tampoco coincide. Probablemente, la batalla de Trafalgar necesita que se establezca un recuento fiable y consensuado del número de víctimas, aunque sea aproximado. Mientras, los periódicos deberemos manejar los datos con aproximaciones homogéneas para evitar confusiones.’