Sunday, 17 de November de 2024 ISSN 1519-7670 - Ano 24 - nº 1314

Carles Esteban

‘Ya hemos comentado en más de una ocasión que el apremio en los horarios de cierre de un periódico es una fuente constante de errores e imprecisiones. Por más que se extreman los controles, y me consta que se llevan a cabo de forma rigurosa, siempre quedan cabos sueltos. No es una justificación del error, ni mucho menos. Es simplemente dejar constancia de que realizar cada día un producto informativo de las características de La Vanguardia es un ejercicio arduo y complejo, aun contando con los medios humanos y materiales adecuados. Si tenemos en cuenta la tendencia natural del ser humano a equivocarse y la premura con que a veces se realizan y controlan los textos informativos, no es infrecuente que haya errores e imprecisiones. La tarea de los responsables de cada sección es poner los medios para que errores, imprecisiones lingüísticas o infortivas, traducciones incorrectas o simplemente deslices o incongruencias, -que tanto molestan a los lectores- sean erradicados. En un diario de referencia como La Vanguardia, el interés común de todos los que intervienen en el proceso de creación es que todo salga perfecto -los lectores así nos lo demandan-, pero, desgraciadamente, a veces erramos. La función del Defensor del Lector es recoger las quejas y las sugerencias de los lectores y ofrecer las oportunas explicaciones ante los fallos que se produzcan. Con humildad y con decidida voluntad de que se ponga remedio.

AUSTERLITZ. El lector Luis Rodríguez Haro, en una carta remitida a esta oficina, se queja por varias inexactitudes incluidas en un reportaje publicado el pasado 30 de noviembre en la sección de Internacional con el título Austria borra a Austerlitz de su historia. Era un reportaje traducido de la agencia de noticias France Presse en el que se refería la conmemoración del bicentenario de la famosa batalla en que las tropas napoleónicas derrotaron al ejército austro-ruso. Según el citado lector, ‘el artículo contiene no pocas incorrecciones que podrían haber sido fácilmente evitadas con una labor de investigación… Si tenemos en cuenta, además, que el artículo se refiere a hechos históricos sobre los que existe abundantísima literatura, los errores tienen una especial gravedad. Y paso a relacionarlos: se cita al politólogo Anton Pelinka cuando dice ‘Andreas Hofer, de Auvergne…’. Dudo mucho que un politólogo austriaco, es más, cualquier austriaco, pueda llegar a decir que Andreas Hofer fuera originario de la región francesa de Auvergne. Andreas Hofer nació en el Tirol y en Austria es un héroe nacional, algo así como nuestros Empecinado o Espoz y Mina (Hofer dirigió una batalla posterior a la de Austerlitz en la que derrotó a las tropas napoleónicas). Sigue el artículo hablando sobre la victoria de Hofner en Bergisel en mayo de 1809 sobre el general francés Lefevbre, que apoyaba a los bavareses (sic). Dicha batalla tuvo lugar en agosto de 1809, el tal Lefebvre no era general sino mariscal, y los oriundos de Baviera son, en castellano, bávaros. Por fin, el pie de la fotografía que acompaña al artículo describe al sujeto fotografiado como ‘un cosaco ruso’ cuando el uniforme que viste lo delata claramente como un cazador de la Guardia Imperial de Napoleón’. Y añade el lector: ‘En los próximos años, debido a los numerosos bicentenarios de diferentes acontecimientos de las guerras napoleónicas, es muy posible que se publiquen varios artículos de contenido similar. Es de esperar que respete la veracidad histórica con mayor rigor’.

El redactor jefe de la sección de Internacional, Joaquín Luna, comenta al respecto de esta carta: ‘Tenemos la suerte de contar con lectores rigurosos, como es el caso, y sólo nos resta excusarnos y presentar un pequeño pliegue de descargos. Como aparece en el crédito, se trataba de un interesante reportaje en francés de la agencia France Presse, traducido con cierta premura de tiempo debido a los horarios de cierre. Por error humano, aubergiste -que sería posadero en francés- fue traducido como -natural de Auvergne-. En cambio, el texto original sí rebajaba al mariscal Lefebvre al grado de general. Tratándose de France Presse, buque insignia del mejor periodismo de Francia, no optamos por verificar el grado (había más de diez datos similares en el texto original). Y lo mismo sucedió con el pie de la ilustración, original de la agencia Reuters, que catalogaba al jinete como cosaco ruso. Errores que intentaremos corregir aunque, del mal el menos, nos permitan comprobar la exigencia y los conocimientos de muchos lectores. Sólo nos queda dar las gracias al lector por sus observaciones’.

ENEMIGO. José Antonio Zamora escribe al Defensor del Lector a propósito de una crónica sobre el partido de fútbol disputado entre el Real Madrid y el FC Barcelona que se saldó con un espectacular triunfo barcelonista. Dice el lector: ‘Es la segunda vez que escribo sorprendido por la diferencia que existe entre el estilo general del periódico y el de sus páginas deportivas. En la crónica del encuentro entre el Real Madrid y el Barcelona, Dagoberto Escorcia, refiriéndose a la afición del Madrid, dice: ‘Acudió a ver a su equipo vencer al enemigo más odiado…’. El señor Escorcia se equivoca, conozco a muchos madridistas, yo mismo, que no tenemos enemigo más odiado. Es más, no odiamos a ningún equipo, solamente queremos que gane el nuestro y jugando bien’. El redactor jefe de la sección de Deportes y firmante de la crónica, Dagoberto Escorcia, señala: ‘Lamento que algún lector se haya sentido ofendido por la calificación de ‘enemigo más odiado’. Cuando uno busca sinónimos de rival, encuentra muchos y, entre ellos, la palabra enemigo. La segunda parte de la frase ‘más odiado’ tampoco quería ir más allá de lo que el lector imagina. Estoy convencido de que convendrá conmigo que si le preguntamos a un aficionado del Madrid qué equipo admira más no dirá que el Barça, y si se le pregunta a cuál quiere ver perder más, probablemente tenga el corazón dividido entre el Barça y el Atlético. Pero el espíritu de la crónica, titulada ‘Madrid t’estimo’, creo que no dejaba lugar a dudas’.’