‘Los periodistas que trabajan en un medio de comunicación importante se ven inmersos de vez en cuando en encendidas polémicas acerca de la ecuanimidad de sus informaciones. Un diario como La Vanguardia es leído cada día por cientos de miles de personas en su edición impresa, y por varias decenas de miles más en su edición electrónica. Se trata de un universo de lectores muy amplio y por tanto diverso en cuestiones ideológicas, en la forma de entender la vida, en el nivel cultural, así como en el conocimiento de la política, la marcha de los acontecimientos internacionales, científicos, sociales, económicos, deportivos o culturales. Eso es indiscutiblemente una virtud, ya que muestra que el interés por informarse es capaz de aunar en la lectura de un periódico abierto y plural como La Vanguardia a una parte esencial de la comunidad donde nuestro periódico está anclado como medio de comunicación. Hay ocasiones, no obstante, en que producen reacciones tan dispares entre los lectores que sirven para ilustrar la realidad incontestable de que cada lector mantiene puntos de vista individuales, y a veces contrapuestos, ante una información. Ha sucedido ante la cobertura informativa de las recientes elecciones legislativas celebradas en Venezuela.
El lector Valentí Soler Noguera, de Badalona, se queja de ‘la desmesura absolutamente tendenciosa que el corresponsal Joaquim Ibarz aplica en todas sus crónicas relativas al análisis político de Venezuela’ y pone como ejemplo la crónica publicada el 4 de diciembre con el titular ‘Venezuela camina hacia el totalitarismo’. El lector añade: ‘Hace años que sigo de cerca el proceso político de ese país y por suerte tengo otras fuentes de información directas y, para mí, creíbles. Si sólo tuviera la versión de Joaquim Ibarz seguramente creería que Hugo Chávez es una especie de demonio con rabo y el pueblo venezolano, que en siete procesos electorales (por cierto con supervisión internacional de organismos como el Centro Carter y similares) le ha dado su apoyo, una pandilla de incautos sin criterio. En todos estos años, sus crónicas siempre han sido el puro reflejo de los puntos de vista de la oposición, a la que Ibarz ha apoyado incluso cuando ha promovido golpes de Estado (Carmona Estanga) y sabotajes petroleros’. Finalmente se queja de que Ibarz no ha practicado un equilibrio informativo y le pide que tenga presente ‘que no escribe para grupos opositores de Miami, sino para lectores adultos de todo el Estado español’.
Otros lectores, sin embargo, han escrito a la oficina del Defensor del Lector con puntos de vista radicalmente opuestos a los del anterior. Míriam Freilich, a través de un correo electrónico, dice: ‘Como venezolana quiero agradecerles la cobertura que han dado a las elecciones parlamentarias en nuestro país. Leo las crónicas de varios periódicos extranjeros y, sinceramente, he notado que el tratamiento dado por las crónicas de Joaquim Ibarz es el más ajustado, pues refleja cabalmente la difícil realidad sociopolítica venezolana. Amuchos de nosotros, los locales, nos es complicado comprender –y digerir– la enorme cantidad de insólitas situaciones que se suscitan diariamente en el país y por eso me satisface que este corresponsal capte, asocie y describa tan perfectamente los casos’.
Otro lector, Sebastián A. Ramírez, también se muestra satisfecho con la labor de Joaquim Ibarz: ‘Me complace ver reflejadas en las páginas de ese importante diario crónicas que traducen con mucha fidelidad los sucesos relacionados con las votaciones realizadas en Venezuela. Las entrevistas y las apreciaciones de las circunstancias que allí se exponen son reflejo sintetizado, pero exacto, de una realidad que muchas personas se resisten a aceptar, no obstante las evidencias incontrastables… Felicito a La Vanguardia y a Joaquim Ibarz por el honor que hacen a la verdad y la valentía que muestran al divulgarla’. Y añade: ‘La única observación que me permito hacerle al cronista es que, aunque parezca exagerado, se queda muy corto. La realidad completa es mucho más cruda, asombrosa y trágica de lo que puede transmitirse en un reportaje’.
Finalmente, Aitor Muñoz, venezolano y residente en Barcelona, nos transmite: ‘Mi respeto y valoración de la seriedad y la agudeza con la que La Vanguardia ejerce la cobertura de lo que, en los últimos tiempos, ha sido una situación evidentemente difícil y compleja para Venezuela. Creo que el diario logra reflejar una profunda calidad y buen hacer del trabajo periodístico, y es de resaltar que, aun tratándose de contecimientos internacionales en donde normalmente el acercamiento de los diarios extranjeros suele ser extremadamente prudente y a veces muy pobre, se emita desde La Vanguardia una visión de los hechos que resulta, al menos para mí personalmente, muy objetiva y fiel a lo que realmente sucede. Esto se agradece en un clima periodístico y mediático (tanto local como internacional) que suele ser tan disperso y distorsionado, especialmente cuando se trata de analizar la situación venezolana’.
Con respecto a las críticas y acusaciones que realiza el primer lector citado, Joaquim Ibarz responde que ‘es totalmente incierto que este corresponsal haya apoyado de alguna forma el golpe de Estado de Carmona Estanga y lo que el lector denomina sabotajes petroleros. Nunca he simpatizado con golpistas, ni cuando Chávez fracasó en su asonada de 1992 ni cuando Carmona, después de la renuncia de Chávez, acabó con las instituciones democráticas. La actuación de Chávez en los días previos a las legislativas del día 4 ratifica que Venezuela camina hacia el totalitarismo: anunció que se quedará en el poder hasta el 2030, cadenas de radio y televisión llenas de insultos y descalificaciones soeces a los opositores, amenazas y coacciones a quienes no acudieran a votar, violación del voto secreto (tal como demostró el caso de Iñaki Anasagasti), negativa a que la oposición tuviera acceso al censo electoral… El temor al totalitarismo pudo ser factor determinante para que más del 75% de los venezolanos, incluidos los que viven gracias a los subsidios del Gobierno, no votaran. Efectivamente, desde que Chávez tomó posesión el 2 de febrero de 1999 he venido denunciando su creciente autoritarismo, tal como considero es misión de un periodista. Por desgracia, los hechos vienen ratificando todo lo que he escrito’.
ESTRELLAS MICHELIN. El lector Víctor Colomer escribe a propósito de una serie de artículos publicados en la sección Vivir tras conocerse la noticia de la concesión a la restauradora Carme Ruscalleda de la tercera estrella de la Guía Michelin. En su carta el lector explica: ‘Un amigo y yo hemos estado discutiendo amistosamente durante casi dos semanas por el siguiente tema: yo decía que en las páginas salmón del sábado 19 de noviembre, se decía que la cocinera Carme Ruscalleda era la segunda mujer del mundo en tener tres estrellas de la Guía Michelin. Él me aseguraba que no, que lo que ponía en las páginas salmón de La Vanguardia es que Carme Ruscalleda era la cuarta mujer después de tres italianas que ya las tienen. Me llevó unos días encontrar las páginas, concretamente la 3 de la sección Vivir y demostrarle que yo tenía razón. A él sólo le llevó tres minutos encontrar otro párrafo de otro artículo, pero en la página 2, donde se decía lo que él decía. Es decir, que los dos teníamos razón y, aunque nos hemos divertido un rato, también hemos perdido un precioso tiempo. ¿Cómo se pueden decir en un mismo reportaje dos cosas tan distintas?’.
En primer lugar hay que precisar que en la actualidad hay cuatro restauradoras triestrelladas en las principales guías del grupo Michelin, tres italianas y la catalana Carme Ruscalleda, aunque en los cien años de historia de la mundialmente famosa guía gastronómica ha obtenido esta distinción alguna restauradora francesa. El redactor jefe de la sección Vivir, Albert Gimeno, explica que todo el malentendido responde a ‘un problema de coordinación en la edición de los dos textos publicados sobre el tema, que impidió que pudiéramos cotejar los datos y ofrecer una sola cifra –la correcta– a los lectores. Generalmente se intenta que la misma persona que edita un tema controle también los temas que estén interrelacionados para evitar precisamente desajustes como éste. No ocurrió así en esta ocasión y sólo me queda pedir disculpas a los lectores’.’