Sunday, 24 de November de 2024 ISSN 1519-7670 - Ano 24 - nº 1315

Carles Esteban

‘La industria automovilística española vive un momento de convulsión, y después de casi dos décadas de renovación completa del parque automovilístico español – uno de los mercados que más ha crecido en Europa-, atraviesa por un momento de cierto estancamiento. La publicidad de vehículos ocupa un espacio destacado en todos los medios audiovisuales, y por supuesto en La Vanguardia. Los creativos publicitarios llevan a cabo, a veces, verdaderos alardes de imaginación y sensibilidad y como apasionado del mundo del motor en todas sus variantes, los analizo con gran minuciosidad. Pero un lector de La Vanguardia se dirige al Defensor del Lector para plantear un sorprendente tema relacionado con los anuncios de los vehículos. Jesús Felipe López, de Albacete, considera que la publicidad de coches, en general, no se ajusta a la legalidad vigente ya que los fabricantes anuncian la potencia de los motores expresada en caballos de vapor (CV) en vez de hacerlo en kilovatios (kW).

El lector argumenta que ‘los anuncios tienen un valor contractual y la potencia real debe expresarse en la misma unidad que aparece en la ficha técnica, esto es, en kW’, y recuerda que en el artículo 5.2 de la ley 3/ 85 de Metrología ‘se prohíbe el empleo de unidades que no estén contempladas en el sistema legal de unidades de medida en el ámbito de la actividad económica’.

Tras la sorpresa inicial, y tras comprobar que eso sucede en casi todos los anuncios de automóviles publicados en todos los medios de comunicación (y en las fichas que facilitan las revistas y suplementos especializados, aunque algunos, justamente los más técnicos, sí incluyen la potencia expresada en las dos unidades), mi curiosidad me llevó a comprobar las fichas técnicas de algunos vehículos propios y de parientes, amigos y conocidos. En la tarjeta de Inspección Técnica de Vehículos (el documento de homologación obligatorio para poder circular) hay dos medidas de potencia, la fiscal y la real. La potencia fiscal, que tan sólo determina el importe del impuesto de circulación, se expresa en caballos de vapor fiscales (CVf), mientras que la potencia real del motor se expresa en kilovatios (kW), tal como señala el lector.

En la Asociación Nacional de Fabricantes de Automóviles y Camiones (Anfac), que agrupa a los fabricantes de automóviles en España (y que representa un 85 por ciento aproximadamente del mercado), se da una explicación a la aparente contradicción. David Barrientos, responsable de comunicación de Anfac, señala que, ‘efectivamente, los fabricantes de automóviles publicitan sus modelos proporcionando la potencia de los motores expresada en caballos de vapor, que es la medida histórica y tradicional que la gente conoce. Obedece a razones de marketing, ya que aunque la legislación obliga a homologar la potencia real de los motores en kW, los usuarios entienden mejor la medida de siempre, es decir, expresada en CV’. Añade Barrientos que no hay una normativa específica sobre publicidad de los diferentes modelos, aunque todos los anuncios pasan un filtro de la dirección general de Tráfico, ya que lo que sí está prohibido es realizar publicidad que incite a la conducción temeraria, falsear datos o anunciar productos que no sean seguros. Un caballo de vapor expresa el esfuerzo necesario de una máquina para levantar 75 kg a un metro de altura en un segundo, y equivale a 0,736 kW en ingeniería mecánica.

RIFLES. El pasado sábado día 4 de febrero, el corresponsal en Londres y ex corresponsal en Estados Unidos, Rafael Ramos, publicaba un reportaje en la sección de Economía con el titular ‘La última bala del legendario Winchester’, en que explicaba que el fabricante del mítico rifle, hoy bajo control de una empresa belga, se aprestaba a cerrar las puertas de su factoría en Connecticut y cesar su actividad en marzo. Dicho reportaje ha generado un par de comunicaciones que tienen el nexo de provenir de lectores que conocen bien la historia de Winchester y las características del rifle y otras armas de la empresa.

Eduard Rohaut señala que en el reportaje se asegura que ‘el Winchester fue decisivo en la victoria del Norte sobre el Sur confederado y que no evitó la derrota de Custer. Lo lamento pero todo ello es falso. El rifle de repetición por palanca de Winchester nunca fue reglamentario en los ejércitos de Estados Unidos; sólo utilizado por algún destacamento y casi de forma particular. Se dice también que poseyó uno (entre otros personajes) el presidente Theodore Roosevelt. Es cierto, pero no el clásico de tipo John Wayne, para entendernos, sino uno de caza mayor con el que realizó un célebre safari por África’. El lector prosigue su argumentación discrepando de la afirmación contenida en el texto de que la empresa fue adquirida por el grupo belga Herstal, ‘mas interesado en el mito que en el negocio de las armas’. Ylo argumenta así: ‘La Fabrique Nationale d´Armes de Guerre de Herstal conocida como FN (actualmente controlada por un grupo francés, la globalización es insaciable) es una de las mayores industrias de armas y municiones del mundo. Decir que los belgas saben más de chocolate que de armas me hace entender que el señor Ramos no ha estado nunca en Lieja’.

Armando Escudero Soler, en relación con el mismo tema, señala a propósito de este último comentario: ‘Mas allá de la subjetividad del comentario, cabe destacar que FN Herstal es una de las fábricas mas grandes del mundo de armas portátiles, y provee a la mayoría de los ejércitos, incluyendo al de Estados Unidos’. Tras enumerar una prolija relación de armas que fabrica, añade: ‘Bélgica, con una experiencia colonial y comercial más que sobrada, puede mostrar un conocimiento en el diseño y fabricación de armas más que suficiente’. A propósito de la derrota del general Custer, el lector agrega: ‘En esa batalla, y por principios de resistencia al cambio muy propios del US Army de la época, las tropas de Custer no usaban rifles Winchester de repetición, sino carabinas Springfield de un tiro. De hecho, los indios sí tenían algunos ejemplares de ese fusil y otros de repetición. Los indios eran innovadores’.

Rafael Ramos, por su parte, argumenta lo siguiente: ‘No voy a entrar en un debate sobre el modelo de Winchester con que cazaba Roosevelt o utilizó Custer en la batalla de Little Big Horn. Los señores Rohaut y Escudero seguramente son expertos en la materia, y cuando se escribe de temas muy específicos – ya sean rifles, jugadores de fútbol o autores literarios- es frecuente encontrarse con lectores que saben más del tema que un humilde corresponsal. En este caso concreto es posible que los autores de las quejas sepan más del Winchester que las publicaciones inglesas y norteamericanas que han escrito artículos sobre la crisis de la fábrica en Connecticut, como también lo es que haya versiones contradictorias de su historia. Al margen de que fuera deseable o no, un corresponsal que cubre desde política hasta deportes además de la actualidad informativa diaria no puede, a efectos prácticos, dedicar varios días a investigar de forma exhaustiva un artículo esencialmente de color como era el del rifle Winchester. Lo único que puede hacer es seleccionar un material limitado de medios de credibilidad contrastada, procesarlos y ceñirse a ellos. En cuanto a que los belgas ´saben más de chocolate que de armas´, es a todas luces un comentario irónico que no pretende proclamar una verdad absoluta, sino reflejar la opinión y el estado de ánimo de los centenares de trabajadores de New Haven (Connecticut) que ven amenazados sus puestos de trabajo porque la fábrica Winchester ha sido comprada por una empresa extranjera – aunque sea muy importante-, radicada en un país que en Estados Unidos es asociado con el chocolate antes que con las armas. Y por cierto, sí he estado en Lieja, donde he descubierto que el chocolate está mucho más presente que las armas. Las cartas de los dos lectores plantean claramente el dilema de la corrección política en la prensa. A veces una cierta ligereza y sentido del humor son de agradecer en los artículos, sobre todo si son de color y no pretenden ser lahistoria absoluta y definitiva del rifle Winchester’.’