‘Un periódico es un compendio de muchas cosas diferentes. Aunque el componente esencial es la información, un medio de comunicación escrito, con voluntad de llegar a un público mayoritario en su ámbito de influencia, debe completar su oferta informativa con espacios y suplementos dedicados al entretenimiento, a cultivar el placer de la lectura por sí misma, al análisis contrastado de los acontecimientos, al humor… Y, no nos engañemos, el nivel de exigencia en la calidad de esos, digamos, espacios complementarios, no puede desmerecer el que debe tener el núcleo duro que es la información. En el artículo de esta semana he querido destacar cuatro aspectos que han merecido la atención de varios lectores. No se trata de errores o fallos de aquellos que puedan calificarse de garrafales (algunos no son ni errores), pero nos indican que nuestros lectores están atentos, nos vigilan, nos exigen y saben muy bien de quéhablan.
PASATIEMPOS. La sección de Pasatiempos es una de las de más solera de nuestro periódico y es legendario el prestigio del Crucigrama de Fortuny en castellano y Els mots encreuats de Màrius Serra en catalán, así como Los 8errores del histórico Laplace, el Jeroglífico de Ocón de Oro y los problemas de ajedrez, que firma el maestro Miguel Illescas, y de bridge, a cargo de J. López (que ya va por el número 7.586). Recientemente se ha cambiado ligeramente el diseño de algunos elementos de esta página y varios lectores han detectado inconvenientes y errores. Concretamente algunas incorrecciones en el problema de bridge en varios días y una menor claridad del tablero de ajedrez que se utiliza, así como algún error aislado en las soluciones ofrecidas (al día siguiente) a causa de una incorrecta ilustración de la pieza que realizaba un movimiento, o derivada de una incorrecta transcripción tipográfica de la jugada. El caso es que consultados los autores de los problemas de ajedrez y bridge sobre estos errores ocasionales, han constatado que ellos enviaron las soluciones correctas y que el fallo se produjo al transcribirlas. Otro lector alerta sobre un error producido en el Crucigrama de Fortuny publicado el pasado día 21, en el que un cuadro negro no estaba situado en el lugar preciso e imposibilitaba la resolución del acertijo planteado, y afectaba de forma evidente a las restantes palabras cruzadas.
Alertados los responsables de esta seguidísima página sobre este pequeño cúmulo de reclamaciones, se comprometieron a mejorar el control de las respuestas a los problemas. El tablero de ajedrez ya se ha remodelado, de forma que ha ganado la claridad reclamada. Esperemos que esta seguidísima página, que tantos momentos de relax proporciona a miles de personas cada día, mantenga el nivel de calidad que los lectores exigen y merecen.
BRASERÍAS. El lector Eduardo Rohaut envía un correo electrónico en el que señala: ‘Me encantan las amables descripciones que hace Margarita Puig de algunos restaurantes de Barcelona, pero el pasado domingo, en la reseña del Bonaparte, leo que ´es una brasería en la que se comen las mejores carnes a la brasa…´. Desde hace años, algunos restaurantes han puesto de moda añadir el apelativo de brasería, seguramente debido a que alguien fue a Francia y leyó en bares-restaurantes de aquel país la palabra brasserie. Pero una brasserie es exactamente una cervecería; aquí, establecimiento donde se puede beber y tomar tapas, pinchos o pequeñas raciones, y allí, donde se puede beber y comer platos de cocina regional, ausentes en los restaurantes normales: cassoulets, choucroutes, callos, etcétera. Porque brasserie viene de brasser, que quiere decir bracear, o sea, remover con el brazo el agua que fermenta para convertirse en cerveza, y por lo tanto, nada que ver con las brasas que asan las chuletillas’. El lector, que tiene razón, añade: ‘No es nada grave, pero cada vez que leo brasería, algo se remueve dentro de mí, a pesar de aceptar que si la gente lo va utilizando acabará siendo normal y la Academia lo bendecirá como en su día hizo con otras barbaridades hoy comúnmente aceptadas’. Hoy por hoy, esa opción no parece todavía cercana. La palabra brasería, que efectivamente se ha popularizado en el mundo de la restauración, no figura en ninguno de los diccionarios de la lengua española, ni siquiera en el más reciente – y polémico para algunos- Diccionario panhispánico de dudas,que incorpora numerosos anglicismos y neologismos utilizados en diversas zonas del planeta de habla hispana. En el diccionario Clave sí aparece la palabra francesa brasserie,que es calificada como un galicismo y que se traduce como cervecería.
PEQUEÑOS ERRORES. El lector Jaume Miquel Salsas envía un impagable correo electrónico con un marcado tono irónico en el que señala que ‘el programa Word (que se utiliza para procesar textos) y sus correctores ortográficos son útiles, pero también permeables a las pifias, ya que no contextualizan, y esta vez le ha tocado al suplemento TVmania de la semana del 18 al 24 de marzo, ya que se ha producido un bis en los errores ortográficos, atribuyéndole a la cómica la duplicación ´bis cómica´, en vez de la fuerza y el vigor de la ´vis cómica´. Ruego por el bien de la semántica y de la semiótica que emprenda acciones justicieras que inciten a la corrección del corrector y que el Word vuelva a ser Perfect´. Más allá de las escasas posibilidades justicieras del Defensor del Lector ante el WordPerfect, uno de los programas más utilizados en el mundo para el tratamiento de textos, y cuya licencia pertenece a la gigantesca y poderosa corporación canadiense Corel, me he limitado a trasladar la ocurrente nota del lector a los responsables del citado suplemento para que tengan en cuenta sus observaciones. El error se encontraba en una columna dedicada a la cantante María del Monte y en vez de escribir correctamente vis cómica (que quiere decir fuerza o vigor para la actuación) se escribió bis cómica (bis es una palabra que proviene del latín y quiere decir dos veces).
TOPAR CON LA IGLESIA. El pasado día 17 de marzo y en la sección de Política, Montserrat Domínguez dedicaba su artículo semanal a la crisis que atraviesan las relaciones del Gobierno español con la Iglesia, y titulaba su artículo ‘Con la Iglesia hemos topado, Sancho’. El lector Esteve Maspons Gual escribe a propósito de este titular: ‘Hay un error que se repite a menudo tanto en los medios escritos como en los audiovisuales. Cuando en una noticia referida a la Iglesia a alguien le parece apreciar algún signo de intolerancia o firmeza (a gustos) de esta institución, para apoyar o adornar su argumentación coloca la conocida frase ´con la Iglesia hemos topado, amigo Sancho´. Ni el Quijote lo dice así (concretamente, dice ´con la iglesia hemos dado, Sancho´), ni – más importante- hace referencia a la Iglesia como institución, sino a una iglesia, con minúscula, a la que ambos personajes llegan por casualidad buscando el alcázar de Dulcinea (capítulo IX de la segunda parte). Es incorrecto, por lo tanto, realizar una lectura y un uso anticlerical de esta frase, teniendo en cuenta que Cervantes podría ser considerado como lo que hoy denominaríamos un integrista católico’.
Dejando al margen las personales consideraciones sobre el autor de El Quijote que efectúa el erudito lector, es cierto que en el lenguaje periodístico se abusa de frases hechas, utilizadas en un sentido que se aparta de la literalidad con que fueron pensadas y escritas. El caso que plantea Esteve Maspons es uno de ellos, y por más que tenga razón, en los usos y costumbres de políticos y periodistas la frase ha hecho fortuna desde hace muchos años en relación con la Iglesia como institución, hasta tal punto que, en ese contexto, ha perdido el sentido original con que la escribió Miguel de Cervantes. Y todo el mundo entiende lo que se quiere decir. Es, sin duda, uno más de los inextricables misterios que rodean el uso de la lengua en los medios de comunicación.’