Monday, 25 de November de 2024 ISSN 1519-7670 - Ano 24 - nº 1315

Tomás Delclòs

“La publicación de una guía de la buena esposa en el blog Eros de la edición digital del diario ha provocado un aluvión de críticas. La responsable de la Escuela de la Esposa que se presenta en el texto, Sarah J. Symonds, recomienda a las mujeres casadas que no ganen peso y vistan bien para que su marido únicamente tenga ojos para ella. ‘Asegúrate’, prosigue, ‘de permanecer despierta hasta tarde para pasar tiempo con él después de un día duro. Incluso si estás cansada. Pregúntale cómo ha sido su trabajo o actividades, antes de contarle tus problemas (pero no demasiados)’. Otros consejos hablan de que ‘los hombres quieren sentirse como hombres. Quieren sentirse necesitados y deseados. Dile lo mucho que lo aprecias, sobre todo cuando hace algo bien. Hazle saber que lo respetas como hombre. Y tócale. Sé táctil con él’ o ‘si te gusta llevar chándal, asegúrate de cambiarte antes de que vuelva a casa después del trabajo. Ponte algo sexy. Ah, y no olvides depilarte las piernas y otras partes’. También recomienda ser ordenada, ‘Esconde los juguetes de los niños y cualquier otro detalle que implique descuido o desorden’. Menos mal que también sostiene que la esposa debe trabajar para una relación, ‘nunca sufrir por ella’. Y aclara que ‘nunca seas una alfombra para tu marido. Tienes que ser una mujer fuerte, y hazle saber que si alguna vez te maltrata o te engaña, no lo vas a tolerar. Enséñale que te tiene que respetar y que te perderá si te engaña. Además, ten tu propia vida y tus propios intereses, para que seas mucho más que solo una esposa’. Pero incluso este consejo final se hace pensando en los intereses del marido (‘De lo contrario, no tendrás nada que contarle o no podrás sorprenderle’).

 ‘Sé que el artículo es traducción de otro, pero en ningún momento veo que se critique o comente el planteamiento tan aberrante que tiene. No entiendo cómo en pleno siglo XXI se puede siquiera sugerir que una persona renuncie a sus inquietudes, su voluntad e incluso sus derechos humanos más básicos (…) para convertirse en un objeto de uso al servicio de otra persona. Es apología de la esclavitud, de la prostitución doméstica’, escribe Marta García. Lidia Cuesta critica que se perpetúe la sumisión de la esposa y el machismo. ‘Me resulta indignante que un medio de comunicación nacional puede consentir tal publicación retrógrada y digna de la Sección Femenina de la Falange Española. En la era de la igualdad de género, de la conciliación laboral-familiar y de los permisos de paternidad, publicáis este artículo que aconseja a las mujeres que quieran ser buenas esposas aberraciones como: ¡No le regañes!; tener intimidad con tu marido todos los días…’. A Carles Baiges le parece más propio de la España franquista que de EL PAÍS del 2013. Blanca Rilova escribe que el artículo perpetúa ‘los roles y estereotipos que tanto daño han hecho a las mujeres, anteponiendo la comodidad del marido a los deseos y felicidad de la propia mujer, entendiendo que es nuestro trabajo hacer que nuestra relación funcione, en este caso, evitando las infidelidades’. Pilar Aguilar encuentra igualmente reminiscencias de las recomendaciones que daba la Sección Femenina (‘salvo que la referencia a la sexualidad no era tan explícita’) y se plantea: ‘¿Publicaría con esa misma ‘inconsciencia’ (por decirlo con palabras suaves) las recomendaciones que daban los sindicatos verticales fascistas a los obreros para ser buenos trabajadores? Contra lo que parece lógico, el blog no concluye preguntándose: ¿qué mujer en su sano juicio querría casarse en estas condiciones? Así es que me veo obligada a preguntar: ¿cómo EL PAÍS es tan absolutamente reaccionario y machista?’

Indudablemente, los consejos de la responsable de la citada Escuela de la Esposa salen de las habituales recetas sobre juegos eróticos. Propone una conducta hogareña de la buena esposa que mantiene roles que, en algunos momentos, parecen reverberaciones de rancios consultorios sentimentales periclitados. No es un manual lúdico. Es un recetario de comportamientos conyugales con unas obligaciones unilaterales que remiten a una indefendible idea sobre la esposa que, lógicamente, ha indignado.

Basta leer otros textos de la autora de este artículo, Venus O’Hara, que recoge los consejos de la experta británica, para comprender que no comparte estos postulados, algo que me ha ratificado personalmente, aunque considera informativo conocer que existen este tipo de escuelas en pleno 2013. De hecho, el viernes publicó un nuevo texto en el blog donde comenta la polémica y elabora, esta vez sin acudir a un texto ajeno, una guía para el supuesto buen marido. Pero el primer texto, el que aquí comentamos, carece de una necesaria y clara reflexión crítica y del suficiente distanciamiento (‘curiosamente, todavía no existe ninguna escuela de maridos…Y vosotros, ¿que opináis de todo esto?’) para entender que no se reproducen sus consejos con ánimo prescriptivo sino polémico.

Hay consejos que remiten a una indefendible idea sobre la esposa

Al margen de este episodio, no es la primera vez que recibo cartas, aunque sin la intensidad de este caso, críticas con la propia existencia de este blog. Quejas sobre la inclusión de imágenes o mensajes a los que algunos lectores aplican el deslizante concepto de pornografía. Creo, sin embargo, que el propósito editorial del mismo es interesante (‘He aquí un rincón erótico festivo dedicado a las relaciones y la atracción entre seres humanos, esa faceta que nos hace la vida más placentera, tierna, amorosa, plena… Un blog coral que apuesta por el juego, la provocación, lo sensual y el sexo como acto libre, adulto, compartido, real o ficticio, siempre divertido. Eso sí, si tu mirada no es amplia y tolerante, mejor no te detengas aquí’). Da el protagonismo al relato femenino, una escritura menos habitual en estos temas que la masculina. Un blog que se construye con relatos personales, que no tienen la misma condición que un texto informativo. Sin entrar en el debate sobre lo pornográfico, basta recordar aquella definición del surrealismo francés: la pornografía es el erotismo de los otros. El erotismo, además, como escribió Bataille, es uno de los aspectos de la vida interior de las personas que va mucho más allá de lo que Luis García Berlanga llamaba la sexualidad del émbolo.

Por otra parte, esta semana, varios lectores han criticado un texto, particularmente el titular, sobre la nueva ministra venezolana de Deporte (‘El sable más sexi de Maduro’). Cristina Díaz, por ejemplo, escribe: ‘Considero que esta mujer es una atleta olímpica, licenciada, y ahora política. ¿Por qué narices se enfoca el reportaje en el atractivo físico? Me indigna que siempre hagan esto con las mujeres. Con los hombres, sean feos o guapos, no ocurre’. Tania, a su vez, se pregunta por qué el titular se centra en su físico. La citada ministra es medalla olímpica de esgrima, odontóloga y episódicamente modelo. La propia información explica que tiene credenciales suficientes para ocupar el ministerio y alude a su activismo social. El hecho de que publicara su almanaque de fotos, haya posado en 2008 con cierta osadía para un reportaje donde hacían otro tanto desde músicos a arquitectos compatriotas (‘El país se desnuda’) y expuesto sus propias teorías sobre la belleza femenina explica que el artículo atienda a estos aspectos. Sin embargo, destacar en el titular alusiones al aspecto físico o, como ha sucedido en otras ocasiones, comentar una vestimenta cuando el personaje es una mujer, algo que no acostumbra a suceder cuando el personaje es masculino, consagra estereotipos.”