Saturday, 23 de November de 2024 ISSN 1519-7670 - Ano 24 - nº 1315

Josep M. Casasús

‘Desde el inicio de mi mandato ha sido frecuente el goteo de cartas y llamadas telefónicas que me instaban a pedir a La Vanguardia que mejorara su distribución en toda Europa. A los lectores nos resultaba difícil encontrar el diario cuando viajábamos por el continente.

Hace poco más de un mes todavía me escribió en este sentido el lector Romà Massot i Punyet, de Tarragona. Lamentaba no tener La Vanguardia del día cuando por razones profesionales iba a Francia o Italia.

De un tiempo a esta parte recibo cartas en sentido contrario. Me piden que felicite al diario por la iniciativa de imprimir una edición en Charleroi (Bélgica). Se anunció en estas páginas de Vivir el pasado 6 de marzo.

– ¡Albricias! Ya encuentro La Vanguardia en la estación de Frankfurt y en mis viajes a Maguncia – me dijo por teléfono el lector Ángel Serra el pasado 20 de marzo –.

– ¿No podría publicar usted en una de sus crónicas la lista de ciudades en las que podemos comprar el diario? – me preguntó el lector Juan Rodríguez el pasado 15 de abril –.

Los responsables de la distribución de La Vanguardia nos informan que los centros urbanos que reciben esta edición europea son Bruselas, París, Milán, Roma, Ginebra, Zurich, Amsterdam, Rotterdam, La Haya, Utrecht, Frankfurt, Colonia y Londres.

El pasado 21 de marzo, otro lector (pidió que no le identificara), después de señalar un error que vio en el diario, comprado en Bruselas, dijo: ‘El europeísmo de La Vanguardia fue patente ayer: destacaron la manifestación de 60.000 sindicalistas de toda Europa que fuimos a Bruselas para protestar contra una nueva directiva antisocial’. Añadió: ‘De todos los diarios españoles que vi ayer, La Vanguardia es el único que dio esto a toda página y con una gran foto’.

Comprobé el dato respecto a La Vanguardia, y debo precisarlo en honor a la verdad. Esta información, titulada Frente en la UE contra la liberalización de servicios,no ocupaba toda la página. Encabezaba a cinco columnas una página impar de Internacional, con una fotografía a tres columnas, pero debajo iban otra información y dos anuncios.

Una portada elogiada

No puedo ocultar (sería hipócrita hacerlo) que me resulta más agradable felicitar que amonestar. Ustedes lo comprenderán, sin duda. Creo que nos ocurre a todos.

La portada del sábado 9 de abril, por ejemplo, ha sido una de las que ha recibido más elogios. Sobre todo por el título, la foto y su emplazamiento, y por la composición.

Al día siguiente, domingo, me telefoneó el lector Josep Roig, de Gandia. Encontré su aviso en el buzón de voz a media tarde.

– Usted dirá – dije al devolver la llamada –.

– Felicite usted a quienes escogieron esta foto. Es genial, magnífica, elegantísima, con los Evangelios sobre el ataúd de ciprés y las páginas que agita el viento – me comentó –.

Dos días después, la lectora Ana Minguella Pujol, de Barcelona, publicaba en Cartas: ‘Es una portada acertada, precisa, imponente, todo arte y verdad. Inmejorable’.

– Es un acierto, sobre todo de perspectiva periodística y sensibilidad – me confió el lector Antonio Sala por teléfono el mismo día –.

He recibido también correos electrónicos de los lectores Eduardo Palomar, Joan Martorell y Àlex Matheu, y de las lectoras Andrea Llorca, María Ángeles Beascoa y Luisa Esteve. Piden que en su nombre felicite a los periodistas de La Vanguardia por la cobertura de los acontecimientos del Vaticano.

Para alguna de estas personas la acertada perspectiva desde la que se abordaron estas informaciones y la amplia cobertura dispensada borraban su indignación por el chiste publicado el viernes 8, dibujo desafortunado que motivó también las quejas de María José Xatar, Pere Guixer y Pere J. Figuerola. Su protesta, que cursé, estaba justificada.

En las demandas que atendí aquellos días se sucedía la cal y la arena. La lectora María Teresa Gallego Urrutia, de Madrid, nos dice en su carta del 8 de abril: ‘La Vanguardia es el único diario español que ha hecho gala de conocimiento del latín y de cultura al traducir correctamente la frase nunc dimitis del testamento del Papa’. Dijo a su vez el lector Eduardo Palomar: ‘Los otros diarios la han traducido erróneamente por dimitir’.

La lectora María Teresa Gallego apostilla respecto a esta traducción: ‘El generalizado y contumaz patinazo de la prensa nacional e internacional no sé si nos tiene más pasmados o consternados. No tanto por el hecho en sí cuanto por los alarmantes abismos de frivolidad e incultura que nos hace intuir’.

La lectora Ingrid Cartanyà i Vilà me dijo el pasado lunes: ‘Ante todo, felicito a La Vanguardia por la serie sobre las pinturas de la capilla Sixtina. Pero quiero comentar que todos estos artículos van acompañados de una fotografía en color que permite una observación más detallada, excepto la de ayer. Estaba en blanco y negro. Es una lástima para quienes guardamos los artículos’. El domingo y el lunes no fue posible por razones técnicas dar color en aquellas páginas.

La perspectiva crítica obliga a ponderar aciertos y señalar a la vez fallos y carencias con el fin de mejorar el contenido del diario.’